Arte: Meliá en el Mato Grosso

Hasta fines de agosto se puede visitar en el Instituto Guimarães Rosa la muestra fotográfica Meliá en el Mato Grosso. Textos y un video documental acompañan la exposición.

Meliá en el Mato Grosso.
Meliá en el Mato Grosso.ARCENIIO ACUÑA

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Las imágenes son del año setenta y ocho y fueron tomadas en el Mato Grosso, Brasil, en una comunidad, la de los Enawene-nawé, explica la curadora Adriana Almada. En aquella época se los conocía como Salumá, por lo que Meliá escribe sobre este pueblo que, como muchos otros, indígenas, recuperó su autodenominación.

Meliá en el Mato Grosso.
Meliá en el Mato Grosso.

“Cuando el padre Meliá llegó a ese lugar –cerca del río Juruena, que es la zona donde se extiende el área ancestral– en el pueblo Enawene-nawé eran ciento treinta personas. En este momento son más de setecientas”, relata al precisar que se trataba de un grupo muy pequeño que vivía en una sola aldea.

Las fotografías expuestas son las primeras existentes, porque este grupo acababa de ser contactado; había sido contactado por primera vez en el año sesenta y cuatro, por un misionero jesuita. Los Jesuitas estaban observando la zona, una que empezaba a ser amenazada, por ser un territorio muy apreciado por fazendeiros, o sea, para explotación de tipo agrícola.

Meliá en el Mato Grosso.
Meliá en el Mato Grosso.

La incursión en estos territorios era espaciada hasta que en un momento se consideró que realmente había como un peligro, e iniciaron un acompañamiento más sostenido, comenta Almada. Agrega que fue “el hermano Vicente”, un jesuita, el primero que estuvo allí.

Las fotografías en blanco y negro se pueden observar como un viaje: en una lancha con el hermano Vicente; una enfermera belga que solía ir con ellos y los acompañaba para hacer tratamientos dentarios; rituales.

Tres años estuvo el padre Meliá en ese lugar, quien cuando habla de este pueblo los llama “los benedictinos de la selva”, porque “de un pueblo que reza todo el día no se puede más que esperar lo mejor”, decía.

Meliá tenía unos diarios, que se conocen hoy como Diarios amazónicos. “Los diarios son un poco falsos, porque uno no lo pone todo; y yo ponía hasta mis sueños, hasta que los sueños fueron tan claros que dije; se terminó”. Uno de los detalles que incluía eran los dibujos, croquis; los mismos se reproducen en las paredes del IGR para ejemplificar rutas de viaje que acompañen a la narración.

Adriana Almada. Meliá en el Mato Grosso.
Adriana Almada. Meliá en el Mato Grosso.

Esta muestra es la colecta de un momento, pero de un momento testimonial, como un testimonio sobre un testimonio casi un metatestimonio, expone la curadora. “Es él transmitiendo su experiencia”.

Sobre el aspecto técnico comenta que para las copias no se partió de negativos, sino que se trata de impresiones desde un archivo digital que se hizo a partir de las imágenes de un álbum de Meliá que atesoraba, un archivo que le había sido confiado por el padre a Almada para poder ser expuesto en el Juan de Salazar en 2016. Eran sesenta y cuatro fotografías, de las cuales para esta edición se tomaron treinta y dos.

Esta no es una muestra antropológica ni científica, sino que está en la frontera entre lo que es arte y lo que es testimonio, entre lo que es documento y lo que es una experiencia de corte etnográfico, sostiene Almada.

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