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Cuenta William Paats que de pequeño estuvo 21 días en cama debido a una fuerte hepatitis. Para que se quedara quieto, su mamá maestra y su tía modista inventaron unos cartones perforados que le daban para que metiera en ellos unos hilos. En otro capítulo de su vida pasó seis días de encierro forzado por otra enfermedad.
En esta exposición recupera ambos momentos para hacer catarsis posaislamiento mediante su expresión plástica y así nace el recorrido de Entrecruzados.
“Con una llamativa doble operación sobre la imagen, William Paats trabaja algunos elementos que remiten a la naturaleza y la cultura. Dibujar determinados motivos, fuera o próximos a patrones de la estética textil –en este caso la del ao po’i–, bordar con hilo de algodón, sobre soportes pintados, ponen en escena un llamativo juego de referencias y metáforas cruzadas sostenidas sobre el enigma de valores ópticos y táctiles emergentes”, comenta Carlos Sosa, curador de la muestra.
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También en una ocasión había trabajado figuras geométricas que partían de la inspiración del ao po’i; fue dentro del marco de una residencia artística en Dachau, Alemania, en la que propuso un seriado y simetría que hoy retoma para esta colección.
A raíz de una necesidad interior
Los colores utilizados tienen relación con nuestra tierra, explica Paats: el marrón de la tierra, el verde de las hojas, el azul del cielo y el amarillo del sol. Se trata de lienzos pintados con acrílico e intervenidos con puntadas de bordado geométrico. Son 21 obras de pequeño formato en homenaje a esos 21 días en cama cuando solo tenía 6 años, y seis lienzos más, de gran formato, en los que agrega collage textil y en estos casos pinta los diseños que emulan las puntadas de bordado. Cuenta que genera sus propios diseños a partir de la simetría y la repetición, inspirado en lo que veía en sus camisas de ao po’i.
Ningún ángulo curvo fue considerado para esta colección, comenta el artista. Todos son ángulos rectos que se configuran sobre los lienzos tras un profundo estudio de formas y colores. Habla de su trabajo como una línea de tiempo, en la que cada fecha le lleva a otra. “Me gustan mucho los viajes exteriores, pero los viajes interiores los practico muy a menudo y esto es un producto de esto”, agrega.
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“Una mirada histórica nos advierte que las prácticas del arte contemporáneo son tributarias de la complejidad socioambiental imperante: el flujo migratorio y el desborde de la imaginación; el disloque entre lo global y lo local; las penurias de la sostenibilidad ambiental y económica; la hipertrofia tecnocientífica y la deriva impredecible del tiempo y el espacio determinan el arte y sus hacedores como entidades del desborde y la perplejidad. Por todo esto y más, la obra de arte hoy abreva en varias fuentes, apunta a préstamos y transposiciones inquietantes, más que intertextual es abiertamente transgresora de formas alternativas, y muchas veces se ubica en los lindes del cinismo expresivo”, reflexiona Carlos Sosa.
Incluye también una cita a Mondrian; comenta Paats que le interesa siempre incluir una cita a algún artista, y en esta ocasión lo hizo con la obra “Blanco sobre blanco”. También menciona su interés en los pueblos originarios y las expresiones artesanales autóctonas, prácticas que tomó como desafío para su muestra actual.
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