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Cincuenta y cinco años de carrera, más de 500 composiciones, cerca de 10.000 presentaciones alrededor del mundo, incontables trabajos en compañía de nombres que van desde los legendarios Vinícius de Moraes, Tom Jobim, Chico Buarque, hasta los nombres más actuales y eclécticos como C. Tangana, Carlinhos Brown, Mart’nália o Camilla Faustino.
Son solo algunos números y algunas personas. Pero la vida creativa de Antonio Pecci, reconocido mundialmente como Toquinho, es difícil de calcular en proporciones exactas. Lo que sí se puede precisar es el gran impacto de su vida y obra desde que empezó hasta nuestros días, ya que su mundo se expande todo el tiempo al ser él un incansable amante de la música.
Su más reciente aventura musical y la que lo está llevando por el mundo entero es la presentación del álbum A Arte de Viver (que también da nombre a la gira), donde recopila temas inéditos, y del disco Novas Cores y Eternas Canções, que grabó en colaboración con Caetano Veloso, Carlinhos Brown, Sandy, Giulia Be, Mart’nália, Camilla Faustino, Padre Fábio Melo y Pedro Bial.
Camilla Faustino es conocida por sorprender a la audiencia con su habilidad para mezclar y combinar diferentes estilos. Su reciente disco Bossa Sempre Nova, un homenaje a los 60 años de la bossa nova, fue nominado a un Grammy Latino.
Toquinho regresa a Paraguay luego de cinco años, para desplegar el mensaje de que al final todo tiene que ver con la libertad de hacer la música que uno quiere sin pensar en ningún factor externo que pueda poluir su honestidad.
–¿Alô? ¡Hola! ¿Qué tal? ¿Todo bien?, dice Toquinho al otro lado de la videollamada, con mucha predisposición y contento al recordar a nuestro país, donde vino por última vez en 2018. Aquella vez compartió el escenario del BCP con la cantante María Creuza, y nuestra destacada guitarrista Berta Rojas. Además participó del disco Ricardo canta a Chico en clave guaraní, un homenaje a Chico Buarque por parte de Ricardo Flecha.
–¿Qué significa Paraguay para tu carrera? Pues incluso colaboraste con Berta Rojas y Ricardo Flecha.
–Hablaste de dos nombres hacia quienes tengo un afecto muy grande. Berta Rojas y Ricardo Flecha son grandes amigos. Ella es una gran guitarrista y él un cantante fantástico. Además tengo una afinidad muy grande con toda la cultura paraguaya, porque es algo que me acompaña desde niño y, por ende, Paraguay un país hermano hacia el cual tengo un gran cariño. Yo tuve toda mi formación musical desde niño gracias al apoyo de mi padre y mi madre, y la música paraguaya siempre estaba en medio de todo eso. Aprendí que la música brasileña tenía mucha conexión con la paraguaya. Después el contacto con Ricardo y Berta hizo que quede más cercana la cultura paraguaya.
–De hecho tenemos géneros que representan nuestros países, la guarania aquí y la bossa nova allá.
–Es verdad, claro. Eso hace parte del pueblo, de la formación de la cultura de un país. Se puede contar la historia de un país a través de toda transformación musical.
–Y parte de tu propia transformación es compartir con nuevas voces y esta vez te trae esta gira con Camilla Faustino.
–Tal cual. Elegí hacer esto porque Camilla Faustino es para mí hoy de las grandes cantantes brasileñas de la actualidad. Es joven, pero ya tiene mucha experiencia musical y una musicalidad increíble. Canta bien todos los géneros musicales con una versatilidad envidiable. La conocí y la invité a trabajar conmigo ya hace casi siete años atrás. En el espectáculo tiene una participación muy especial, me ayuda muchísimo a contar no solo mi historia, sino la historia de las personas que fueron importantes para mí. Todo lo que lleva de música dentro de ella eleva toda la propuesta.
–De hecho, el trabajo Novas Cores y Eternas Canções es muestra de ese compartir con artistas de diferentes trayectorias. Por otro lado, también trabajaste con el español C. Tangana.
–Es así. Ese disco tiene también representantes jóvenes, entre ellos, tres cantantes femeninas. El caso de C. Tangana vino desde una invitación suya que acepté con gusto, porque yo creo que la música no tiene dos cosas: ni fronteras ni edad. La música lleva cultura, pero no es que tiene que quedar cerca de la frontera de un país, pues está viva en todo el mundo; entonces, tiene cosas eternas que no se mueren con el tiempo. La cultura tampoco tiene edad. Los artistas pueden tener edad física pero no artística, entonces yo me mezclo tranquilamente con la gente joven, sin problemas.
–¿Este compartir salva un poco del mundo saturado tecnológicamente en el que vivimos?
–¡Sí! ¡Por supuesto! Y no solo los más jóvenes, sino los más viejos también están saturados de la información que hay por internet. Es como claustrofóbico eso. Yo creo que todos están cansados de los teléfonos, de las computadoras; es terrible. Todos están totalmente esclavizados con esa forma de comunicación. Yo siento un poco de pena por los jóvenes de hoy porque es triste verlos a todos con los ojos en la pantalla. El ser humano está yendo para otra parte y estamos olvidando el “ser”, porque estamos muy conectados a esas maquinitas, entonces para mí no es un desarrollo. En lo técnico, evidentemente, es una evolución, pero en términos humanos y de comportamiento es una gran regresión. ¿A dónde va a llevar esto? No es que sea tan optimista yo que mi generación vivió una parte mucho más romántica, mucho más artesanal, más humana. Pero yo estoy tranquilo porque utilizo la tecnología para mi trabajo, pero no soy esclavo de ella, porque viví sin ella una parte mucho más agradable.
–¿Esto afecta la sensibilidad en los procesos creativos y, por ende, los resultados?
–Sí, por eso trato siempre de protegerme de la exageración tecnológica, porque si yo no me veo en las cosas que estoy haciendo no la hago y para verme no puedo venderme a la tecnología, yo tengo que usarla y ella quedar a mi merced, a merced de mi ADN. En el estudio también la uso, pero siempre en función de mí mismo, como una moldura. Yo tengo que verme siempre en lo que estoy haciendo.
–Hablando de esos procesos, los suyos, ¿han mutado o siguen siendo iguales que el primer momento?
–Sí, es lo mismo. Yo trabajo mucho, escribo casi todos los días, como un ejercicio que puede quedar en canción. Hay que ejercitarse siempre. La composición, la ejecución, la creatividad, la parte de relación humana; todo eso es un ejercicio. No se puede dejar parada la vida porque cuando se deja de hacer las cosas llega la vejez. Por eso yo creo que hay muchos jóvenes viejos, mucho más jóvenes de lo que aparentan (risas).
–¿Y las preocupaciones qué tanto han cambiado?
–Eso siempre cambia, pero intento encontrar inspiración de la vida misma. Cuando un autor hace más de 500 canciones es mucho más difícil de salir fuera de esa sombra, entonces es un poco más exhaustiva la creación. Pero todos los días tienen que estar las ganas de hacer. La creación es una búsqueda constante donde siempre tenemos que tener metas tanto chicas como grandes y eso es lo que lleva a una persona a estar viva.
Pareciera que la vida está hecha para aburrirnos, pero tenemos que luchar contra esa predestinación, tenemos que salir fuera de lo cotidiano. Buscar la felicidad cotidiana que no es fácil, pero es un anhelo, un entrenamiento y esa es nuestra función. Esa es la felicidad, son momentos. Fluir con las cosas que la vida nos da. También hay que tener una gran actitud de agradecimiento por estar vivo, por estar haciendo las cosas, por poder moverse, ver, comer, tomar un vino, todo eso es agradecimiento constante. Ahí la felicidad queda mucho más cerca y es más amiga nuestra.
–¿Tenés alguna receta para lograrlo?
–Por eso hay que estar bien físicamente para poder vivirla, porque nuestro cuerpo es uno solo y si el cuerpo no está bien, nada está bien. Hay que cuidar el templo del alma que es el cuerpo. Disfrutar de la vida de una forma sana, bien, sin hacer el mal a nadie, intentando hacer todo lo que quieres. Ser verdadero sin importar lo que las personas piensen de ti ¡por favor! Eso es lo más importante. Las personas que se ocupan de la opinión de los otros están muertas, mueren, porque la vida pasa de largo, pero esa persona se queda pensando en lo que los otros piensan. ¡Dios mío! Eso dejé lejos desde joven. Para mí, poco importa lo que las personas piensen de mí. Es la gran ventaja que una persona puede tener en relación con los otros, la libertad de ser lo que quiere y de realmente no hacer caso a la opinión de las demás personas.
–Irónicamente en la música o en el arte pasa esto, todo el tiempo.
–Claro, pero a mí me importa poco. Y si hablan bien o mal prefiero no saber, porque me siento más libre. Mi gran aproximación a la felicidad es vivir mi vida sin importar lo que los demás piensan de mí. El juicio es una cosa terrible.
–Parte de esa libertad es viajar con la música y a los viajes. Justamente vuelve aquí tras la pandemia ¿Cómo lo ha afectado ese periodo?
–La pandemia cerró la casa e hizo parar el universo de vida de todos, pero ya pasó. Ahora tenemos que mirar adelante y buscar ser felices, porque es importante no convivir con el pasado. Yo dudo del ayer y dudo mucho más del anteayer. Para mí, hoy y mañana son todo.
–¿Mantiene entonces a la música como un proceso lúdico y de bienestar personal?
–La música para mí fue un juego divertido al empezar y creo que la música tiene que hacer bien a las personas. Por ejemplo, yo no conecto mi música con la política porque o si no envejece, son hechos de una época específica, yo creo que la música tiene que ser libre, no tiene que estar conectada a ninguna fecha. Yo ya hablé de todo y tengo la libertad de hablar de todo. Pero no con una preocupación ideológica. Mi preocupación es la libertad. Para mí, siempre fue una gran diversión la música y después naturalmente quedó como una forma de vida. Pero no lo veo como trabajo, sino como un gran placer. Me dio la posibilidad de compartir con la gente de una forma mucho más intensa y verdadera. Me dio tentáculos enormes en el mundo. La música me lleva y lleva lo que pienso, mis valores, lleva mucho más de mí. Mi música fue a todos lados, personas casándose con mi música, separándose, teniendo hijos. La música fue todo eso para mí.
–Hay que ser libre...
–La obligación o lo que la gente quiere imponer es un cercenamiento terrible. La libertad creativa tiene que ser total. Es como una bandera que llevo, hablando de todo lo que tengo ganas de hablar y desde mi visión. Los prejuicios hacia los géneros musicales también cercenan esa libertad. Yo hago música brasileña, así como toco guarania, música clásica, todo. Me gustan todos los géneros musicales bien hechos.
Todo puede ser aburrido, la bossa nova puede ser aburrida, la música brasileña también, depende de quién la haga. Tiene cosas horribles la música brasileña y tiene cosas muy bellas como en todas partes. Eso en todas las épocas. Elis Regina decía siempre: yo respeto a un artista después del séptimo álbum. El gran juez de un artista es el tiempo y ver si resisten a ese paso.
–Así como las músicas que traerá, tanto emblemáticas como nuevas composiciones que retratan el presente...
–Así es. Estaremos ahí Camilla y yo cantando nuestra verdad. Creemos en el fluir a través de la música y de divertirnos con ella, mostrando la historia de mi vida, cantando canciones de mi repertorio de toda la vida y también de los grandes artistas que me influenciaron. Hablaré de ellos como un agradecimiento a su cultura y a su fuerza. Sin dudas, la música paraguaya estará, vamos a cantar una noche tibia nos conocimos, junto al lago azul de Ypacaraí (dice cantando algo de Recuerdo de Ypacaraí).
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