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En el marco del gran evento denominado Noche de galerías siguen en exposición varias muestras en diferentes puntos de arte de la ciudad de Asunción, pero solo por unos pocos días más.
Dos de esos puntos plantean exhibiciones de obras bajo el título de El maestro y sus discípulos. Es así que, bajo la curadoría de Osvaldo Salerno, se pueden visitar legados de Livio Abramo, obras de Edith Jiménez en Exaedro, así como de Jacinto Rivero en Fábrica.
Sobre Livio Abramo dice Ticio Escobar que el brasileño “enseñó los procedimientos de la xilografía y los grandes conceptos de la moderna teoría del arte y, paralelamente, codo a codo con los artistas locales, discípulos suyos o no, trabajó en la producción de su propia obra, que alcanzó su plena madurez en Paraguay”.
Las exposiciones
“El maestro y su discípula”
Desde Exaedro se comparte que “con esta exposición confirmamos que una buena alumna no copia del maestro y la función del maestro es “expandir” inquietudes propias, despertar curiosidades que subyacen en el discípulo. En 1956 llegaba por primera vez al Paraguay Livio Abramo y podemos decir que el grabado moderno tiene su concepción en estos talleres y en la posterior beca que se gana su alumna más destacada”. Y, sin duda alguna, la voz propia de Edith Jiménez se hizo inconfundible.
Sobre el grabado de la artista dice Ticio Escobar que “a poco de haber iniciado su práctica del grabado en el taller de Livio Abramo, Edith Jiménez comenzó a trasponer a la xilografía su esquematizada figuración pictórica; pero en los primeros años 60, su grabado se va apoyando cada vez más en el mero juego de blancos y negros y en las texturas para transitar por un particular informalismo y llegar, finalmente, a una abstracción de recuerdos orgánicos, depurada, aunque eficazmente sugerente”.
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Así también expone que en la década de los 70, Edith “comienza una nueva técnica basada en la impresión múltiple de matrices y en la introducción del color; grandes masas de matices fuertes se oponen y superponen provocando tensiones espaciales y cromáticas y complejas connotaciones que se desarrollan entre un lirismo sutil y un contundente dramatismo”.
“El maestro y su discípulo”
Sobre la xilografía de Jacinto Rivero dice Escobar que “parte de su percepción directa de la vida, la tradición y el espíritu popular que el artista siente y comparte”. Y cita algo que Livio Abramo escribió en 1978: “Tal vez Jacinto sea uno de los más legítimos representantes del alma popular paraguaya, del espíritu de este pueblo que (...) aún conserva, por lo menos entre los humildes, su autenticidad cultural en aquellas cosas que le permiten continuar siendo el mismo”.
Expresivas escenas rurales se configuran en la obra de Rivero. “El manejo intuitivo de la composición y el tratamiento severo del contrapunto blanco/negro le permiten sortear con naturalidad los riesgos de los folclorismos tipicalistas”, dice Escobar.
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