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El ferrocarril en Paraguay tuvo su apogeo entre las décadas de 1910 y 1960. Desde la Primera Guerra Mundial, como señala Milda Rivarola, las industrias forestales fueron favorecidas por la demanda creciente de madera y tanino del Río de la Plata y Europa (1). En esos años, José Fassardi, mayormente dedicado a la explotación maderera, adquirió tierras en las jurisdicciones de Caazapá y Villa Rica –Chararã (donde instaló un aserradero), Mbocayaty, Fassardi, Paso Yobái, distritos actuales del Guairá– y empezó a comerciar con el Estado, vendiéndole madera para los durmientes del tren, y a exportar las maderas de mejor calidad (además de animales silvestres) de esas zonas. La deforestación resultante obligó a la mayoría de los nativos a emigrar. De los pocos que se quedaron, refugiados en el cerro Yvytyrusu, muchos fueron cazados como animales, y sus hijos, capturados y llevados para criadazgo. Algunos de sus descendientes siguieron viviendo en la zona, y otros emigraron al extranjero.
En los primeros tiempos de la colonización, la vía de comercio internacional fue fluvial, y luego, ferroviaria. El ferrocarril impulsó el crecimiento económico y demográfico de los pueblos por los que pasaba, empezando por las prácticas deportivas. El fútbol se jugó en Paraguay por primera vez en la Estación de Borja, Guairá, según varios datos, y lo jugaron, precisamente, funcionarios del ferrocarril. Los clubes deportivos más antiguos del interior del país fueron fundados en su mayoría en pueblos cercanos a las estaciones del tren. Ante este progreso, el gobierno paraguayo empezó a crear comisarias, juzgados de paz y otras oficinas en esos pueblos. Mencionaremos las correspondientes a Ñumí.
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Comisarios y comisarías: las instituciones estatales
El primer convoy de pasajeros del ferrocarril llegó a Villa Rica el 25 de diciembre de 1889, y el segundo, tras la prolongación del tramo Borja-Yguazú, que empezó en 1912. El 10 de septiembre de 1900 se crearon comisarias en las estaciones de Villa Rica y Borja. El 24 de marzo de 1914, el gobierno creó un Pelotón de Gendarmería Montada en el Paraje Chararã. El 12 de junio de 1923, Juan Ignacio Duarte fue nombrado comisario de Ñumí. En 1932, encontramos como comisarios de Ñumí a José M. González y Martín Cabrera, y en 1933, a Martín Cabrera como interino. En 1939, por Decreto 12831 del 24 de marzo, Crescencio Miranda, propuesto por Nota Nro. 26 de la Delegación Civil de Villa Rica el día 7 de ese mes, fue nombrado «Comisario Rural de Ñumi, jurisdicción de Estación Borja, en reemplazo del señor Pedro P. Miranda, quien renunció».
El 23 de junio de 1936, por Decreto Presidencial 2251, fue creada «una Agencia de Impuesto Interno en Ñumi». El 20 de febrero de 1939, durante una sesión extraordinaria en la Cámara de Diputados, el diputado Juan Antonio Cáceres propuso la creación del Juzgado de Paz en Ñumí. La Municipalidad de Ñumí fue creada el 23 de junio de 1955 por Ley 260.
Oratorios, iglesias y parroquias: las instituciones religiosas
La mayoría de los ñumienses nacidos hasta fines de 1930 están registrados en la parroquia Señor Crucificado de la Buena Esperanza debido a que Ñumí y Chararã pertenecían parroquialmente a Yhacanguasú. Sin embargo, antes de 1940 ya existía en Ñumí el oratorio público del Sagrado Corazón de Jesús, construido bajo el liderazgo de Juan Manuel Ortiz, quien donó el terreno para la edificación de la primera casa parroquial. Al respecto, en el registro de la curia diocesana obra que en 1934 el presbítero Filemón Bogado fue nombrado cura párroco de Borja y Ñumí. En 1938, a iniciativa del sacerdote Juan de Dios Bogado, se conformó una junta parroquial y, con anuencia del obispado, empezó la construcción de la iglesia actual. Entre los miembros de dicha junta podemos nombrar a don Leonardo Oviedo, Dr. Máximo Taboada, don Bernabé Espínola, don Secundino Rojas.
La iglesia de Ñumi fue elevada a parroquia por Decreto Episcopal 334 emitido por monseñor Agustín Rodríguez el 22 de diciembre de 1950, con el Sagrado Corazón de Jesús, cuya festividad es el 16 de junio, como santo patrono. Chararã pasó entonces a depender parroquialmente de Ñumí, hasta que la Iglesia San Miguel, del distrito Gral. Eugenio A. Garay, fue también, a su vez, elevada a parroquia.
Aunque pequeño en población y territorio, el distrito de Ñumí es muy fructífero en religiosidad. En él nacieron sacerdotes como José D. Samudio, José Valentín Ayala, Milciades Ortigoza, Tarcicio Vera, Elvio Aguirre, Darío Silvero, Wildo Jorge Segovia, Isidoro Ortiz, Hermes Simonelly, Rodolfo Portillo y Antonio Darío Duarte, por nombrar unos cuantos, y aunque no sea ese el caso de su único colegio, todas las escuelas de educación escolar básica de Ñumí llevan nombres de santos.
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Escuelas, maestros y alumnos: las instituciones educativas
Ensamblando la línea histórica, una de las escuelas más antiguas de Ñumí sería la de la compañía Perulero –que antiguamente fue parte, como mencionamos en la entrega anterior, de la jurisdicción de Villa Rica–. Recordemos que al inicio del año 1900 ya existía una escuela en la zona, y que en 1909 José Matías Verón fue nombrado director de la Escuela Rural Inferior de Perulero. Al respecto, según la directora Leónidas C. de Espínola, la Escuela Inferior Nro. 2553 Perulero estaba en un terreno perteneciente a Aquilino Portillo, que en 1921 lo donó para la casa de estudios. Se conformó entonces una comisión, dirigida por el señor Portillo, con Agustín Acuña, Luis Arguello, Juan D. Vázquez y otras personas que lucharon para instalar una escuelita de 5 por 4 metros con paredes de tapia. En este local escolar, la primera directora fue la señorita Juana Doldán. La sucedieron la señorita Virginia Duarte, y, después, Isidoro Vázquez.
En los primeros tiempos, según el registro de dicha casa de estudios proveído por la directora actual, Rosa Villalba, había 80 alumnos –«resultaba difícil controlarlos a todos»– que carecían de útiles escolares y usaban un pequeño trozo de madera como cuaderno, y, como lápiz, carbón o tiza.
En 1944, la escuela fue trasladada al lugar actual, un edificio más grande, de 12 por 5 metros. Se hizo posteriormente una edificación más moderna, con paredes materiales, techo de paja y suelos pisoneados. Hoy esta casa de estudios alberga a los alumnos en cómodas instalaciones, adecuadas para el desarrollo de las clases.
Otra de las instituciones antiguas de Ñumí es la Escuela Inferior Nro. 2672, en la compañía San Luis. Su inicio se remonta al año 1900, con paredes francesas, techo de paja y una superficie de 7 por 5 metros en el lugar denominado Jaguarete Kuá, actual Cerro Corá. En 1913 se trasladó a la compañía mencionada y, con apoyo de los señores Sebastián Segovia y Venancio Duarte, las paredes fueron cambiadas de barro a tablas. Entre 1913 y 1962 encontramos como maestros de esta casa de estudios a Natalicio Rodríguez, Ramón Ortellado, Francisco Báez, Francisco Aguirre, Pablo Doldán, Alejo Díaz, Celsa R. Escobar, Benjamina Valenzuela, Ana Cáceres de Oviedo, Francisca Acosta, Simplicio Oviedo, Rosalina Cáceres, Delfina Samudio Vda. de Ávalos, Eladio Díaz González, entre otros. Hacia 1975 se trasladó al lugar actual, donde desde 2014 tiene desde educación inicial hasta noveno grado del tercer ciclo de educación escolar básica, según datos aportados por la directora de la Escuela Básica Nro. 1928 «San Luis Gonzaga», Magna Delia Acosta.
La Escuela Básica Nro. 230 «Sagrado Corazón de Jesús», otra antigua casa de estudios de Ñumí, queda a metros de la vieja estación de trenes, en el predio del antiguo edificio de la algodonera que fuera propiedad del acaudalado comerciante José Marcos González, quien la donó para aulas porque los alumnos tenían que trasladarse diariamente a Chararã o a Borja para asistir a clases. Ahora es la única escuela del área y sus asociadas son las escuelas básicas Nro. 5291 «Santa Helena», Nro. 5292 «San Ramón Nonato», Nro. 5294 «San José Obrero», Nro. 5294 «San Agustín», junto a las ya mencionadas. Además del único colegio, el Colegio Nacional «Gral. Bernardino Caballero», que funciona en turnos mañana y tarde.
Actualmente Ñumí cuenta con ocho instituciones educativas, desde pre-jardín hasta educación media, con cerca de 800 alumnos y 133 docentes.
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De Italia a Ñumí, de Ñumí a Itapúa
Uno de los apellidos que proliferan en el departamento del Guairá es Duarte; recordemos que el terrateniente de Villa Rica fue don Carlos Duarte, que dejó a sus descendientes cuantiosas tierras. En 1801 encontramos propiedades de doña Ana Josefa Duarte; para enlazar el apellido, mencionemos a doña Delfina Duarte Silvero, ñumiense, hija legítima de Andrés Duarte y Natividad Silvero, nacida el 9 de septiembre de 1908 y bautizada en la iglesia de Yhacanguasú el 20 de octubre del mismo año. Nombramos a Delfina porque fue esposa del italiano Damofonte Lepretti Zaporiti, y de este matrimonio nació Rogelio Lino Lepretti Duarte, quien se casó con Mercedes Báez Zarza, enlace del que nacieron Nancy Ester, Oscar Alfredo, Rodolfo Cesar, Mary Stella, Myriam Elizabeth, ex-intendenta de San Juan del Paraná, Itapúa, y Aldo Numan Lepretti Báez, actual intendente de dicho distrito, primos todos del intendente de Ñumí, Derlis Rubén Duarte Duarte. Delfina era hermana del abuelo de este último, Pablo Duarte Silvero, nacido el 30 de junio de 1915 y bautizado el 12 de septiembre de dicho año en la misma iglesia que ella. Los hermanos Delfina y Pablo son abuelos de las familias Lepretti Báez y Duarte Duarte.
El ferrocarril trajo a Ñumí el desarrollo social y económico, y el desarrollo trajo a su vez consigo inmigrantes como José Fassardi, llegado de Italia. Otros italianos que adquirieron concesiones de los tranvías a mulita (después de las firmas inglesas y americanas) fueron, para nombrar algunos, el Dr. Francesco Morra, Silvio Andreuzzi, Francesco Telizzi, Giorgio Marzi, Campbell Ogilvie y Juan Carosio, iniciador de la Compañía Americana de Luz y Tracción (CALT). En 1913, la tracción tranviaria a sangre fue reemplazada por la electricidad. Entre los primeros directores de CALT podemos nombrar al Dr. Jorge Bandini y a los ingenieros Agustín Zamboni y Giuseppe Inocenzi, todos italianos.
Las marcas de la guerra
Cuando la tracción eléctrica reemplazó en Paraguay a la tradicional tracción a sangre, faltaban menos de dos décadas para el estallido de la Guerra del Chaco, que comenzó en 1932 y dejó su profunda marca en la historia de todos los pueblos del Paraguay. Ñumí no fue una excepción. Entre los veteranos ñumienses de esa contienda podemos nombrar a José Miguel Ortigoza, Julián Romero, José de los Santos Samudio, Ygnacio Castillo, Juan Esteban Samudio, Bernardo Ortiz, Lázaro Aguirre, Pablo Duarte, Emilio Ortigoza, Pedro Juan González, Faustino Vera, Ceferino López, según los pobladores de la zona.
Así, después de haber conocido a los mártires, exploradores y eruditos ñumienses en la primera entrega, concluimos hoy esta serie recordando a las maestras y maestros, a los primeros alumnos con sus precarios «útiles escolares», a los comisarios, a los religiosos, a los trabajadores del ferrocarril con su primer partido de fútbol, a los industriales, a los inmigrantes, a los nativos lastimosamente obligados a emigrar, a los excombatientes... Todos ellos forman parte de las memorias y personajes del distrito de Ñumí.
Notas
(1) Rivarola, M. (1993). Obreros, utopías y revoluciones. Formación de las clases trabajadoras en el Paraguay liberal, 1870-1931. Asunción, CDE, p. 177.
*Declarado «Hijo Dilecto del Guairá» por la Junta Departamental a través de la Resolución 09/2023 en reconocimiento a sus valiosos aportes a la historiografía y la cultura guaireñas.