Cargando...
La modernidad con acento futurista es una de las principales características de este emirato que crece a pasos agigantados junto al Golfo Pérsico, y muy cerca del Golfo de Omán. Y aunque no es la capital de los Emiratos Árabes Unidos –como sí lo es Abu Dhabi– es imposible no caer en la tentación de al menos conocer de paso cuatro sitios imperdibles.
Dubái es uno de los siete emiratos que integran el país soberano, bajo una monarquía constitucional. Paraguay mantiene relaciones diplomáticas con el reino y cuenta con una embajada en la capital emiratí. Los ciudadanos paraguayos no precisan de visa para ingresar al país. La moneda oficial es el dírham.
Por su aeropuerto –situado en una ubicación estratégica de Medio Oriente y considerado clave en el mundo cuyo nombre es Al Maktoum– pasan millones de pasajeros cada año. La terminal aérea está equipada con la más alta tecnología de control y seguridad.
El diseño estuvo a cargo de Paul Andreu, un arquitecto francés que también proyectó el Charles de Gaulle de París. Incluye restaurantes, cafés y bares con alta gastronomía, sectores VIP o primera clase y cabinas especiales para el momento de oración para quienes profesan la religión musulmana.
La ciudad ofrece para la movilidad distintos tipos de transporte: el autobús público, el metro, taxis y coches para alquilar. También hay un autobús turístico.
Paraguayas exitosas
Desde su impulso tecnológico al impresionante desarrollo inmobiliario, esta región emiratí alberga a ciudadanos de más de doscientos países. Desde hace décadas, decenas de paraguayos viven o trabajan en el emirato cuya población ronda los tres millones de habitantes.
Paola Subeldía, paraguaya, reside en esta ciudad desde hace 8 años. Trabaja en el rubro legal y económico. Brevemente, comenta que su experiencia es por demás enriquecedora y dice que “es una ciudad modelo y de oportunidades donde una puede crecer tanto personal como profesionalmente. Gracias a todos sus avances se convirtió en uno de los cuatro hub comerciales más importantes del mundo”.
Gisele Estigarribia, fotógrafa y cantante paraguaya que vive en los emiratos desde hace 14 años, destaca que “Dubái es una ciudad muy segura. Es interesante porque podés conocer a gente de tantas nacionalidades, con distintas culturas y, por supuesto, las oportunidades que se abren”.
Todo un símbolo
El imponente desarrollo de Dubái llama la atención en todo el mundo. Fue pensada y planificada detalle a detalle. Su infraestructura edilicia se muestra como un museo de arte al aire libre.
Burj Al Arab –que ante los ojos de miles es una joya arquitectónica– no es solo un hotel, es todo un símbolo. Su estructura en forma de velero es recordada en todo el mundo y es la principal referencia. Cientos de fotografías de este majestuoso edificio inundan las redes. La estadía allí puede llegar a costar unos G. 8.000.000 por día en habitaciones que conjugan lujo, confort y distinción.
Fue construido en la década de 1990 sobre una isla artificial que conecta a través de un puente de doble avenida con la costa firme por el que transitan automóviles de alta gama.
¿Alguien dijo oro? Sí. El Burj Al Arab o Torre de Árabes está parcialmente bañado en oro en su interior. Varias columnas en dorado se elevan junto a una fuente de agua imponente que recibe a los huéspedes en el lobby.
Icónica torre
Otro de los íconos de Dubái es el Burj Khalifa, el más alto del mundo. Si bien durante el día su estructura se impone frente a los demás edificios del emirato (lo que en América Latina podría conocerse como provincia o región), es en la noche cuando toma protagonismo absoluto con un show de luces y su imponente fuente de agua que incluye coreografías musicales. ¿Cuántos pisos tiene? Según los registros, 148, y ofrece una de las mejores vistas de Dubái. No es para menos, pues mide unos 828 metros de altura.
Es posible distinguirla desde cualquier sitio de la ciudad por su brillante estructura. Para mantener radiante sus cristales se necesitan unos tres meses.
En su entorno se ubica uno de los centros comerciales más completos, el Dubái Mall, con las marcas emblemáticas de la moda global y los electrónicos de alta tecnología.
Innovación: el mañana en un anillo
Una de las paradas obligadas en el Downtown Dubái es el Museo del Futuro, donde exploran de qué manera –por ejemplo– la inteligencia artificial puede contribuir con el bienestar de la población o la misma humanidad en las próximas cinco décadas.
Su estructura anillada capta el interés de propios y extranjeros. Fue diseñada por el arquitecto Shaun Killa con una ingeniería tan excepcional que, pese a ser ovalada y construida con acero y cristales, dispone de unos siete pisos.
Oro, especias y textiles
El Gold Souk o Mercado del Oro es otro de los atractivos de Dubái. Un imponente pórtico da la bienvenida a la galería de tiendas donde ofrecen impensadas formas de joyas hechas con oro puro.
Una pieza que llama la atención es el anillo de oro y cristales más grande del mundo, denominado Estrella de Taiba. Aunque no está a la venta, es exhibido en una tienda junto al certificado de los Récords Guinness. Pesa unos 64 kilos.
Los pasillos de este mercado tradicional conducen hacia otros espacios de venta, entre ellos el de las especias e inciensos que inundan con su aroma en una experiencia sensorial inigualable.
Una característica de este lugar es que se puede negociar el precio de lo que uno desea comprar con el ejercicio de regatear, y así llevar consigo bolsas de canela, lavanda, mirra o decenas de opciones más ofrecidas por vendedores emiratíes, indios, iraníes o pakistaníes.
Para los amantes de la cocina o la buena gastronomía el mercado de especias es un gran atractivo: clavos de olor, curry y cúrcuma o tal vez comino o nuez moscada. Quien vaya saldrá con una buena compra.
El paisaje del paseo por este sector popular se completa con el Textil Souk, donde concurren –según los mismos locatarios– diseñadores de alta costura para hacerse con los más puntillosos telares y de tejidos con ricos bordados.
Para llegar allí habrá que atravesar el Dibái Creek –alimentado por el mar y que divide la ciudad en dos– con unas embarcaciones conocidas como los abras. Es un transporte muy utilizado por su bajo costo.
Y al final del recorrido, las 24 horas quedan cortas ante tanto atractivo que invita a volver. Pero es un día de escala que vale la pena.