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Sin embargo, en términos existenciales, es valioso reconocer que existe un aprendizaje vital en cualquier contexto: aceptar de una forma serena que la realidad externa puede ser contraria a nuestras intenciones internas. La fuerza de voluntad es un signo de sabiduría y también es muy importante comprender cuándo es necesario renunciar a un objetivo en determinado momento.
Crecemos en un mundo que nos propone el éxito como único y máximo objetivo. Cantidad numerosa de padres y madres adiestrados por el mercado para exigir a su prole que pertenezca y ocupe lugar en el podio de los vencedores, aunque el podio esté lleno de corruptos, delincuentes y tramposos. No trasmiten a sus hijos e hijas que la vida tiene altos y bajos, que a veces ganamos, a veces perdemos y que saber perder también es una virtud importante.
A diario nos enteramos de los alardes triunfales de cierta gente y del ridículo comportamiento, muchas veces peligroso, de malos perdedores, reales losers, demasiado ego. Hay dos tipos de ego, uno es el reconocimiento saludable del yo. El otro ego es exagerado y se relaciona con el egocentrismo, es creerse el centro del mundo. La persona egocéntrica quiere por lo general ser mejor y ganar en todo, porque su mentalidad competitiva depende demasiado de la opinión de los demás para equilibrar su autoestima. Sin embargo, la sobrevaloración del ego puede darse por complejo de inferioridad inconsciente. La persona no se da cuenta, pero la actitud de sobreestimarse a sí misma, comparándose con otro y subestimándolo, es un mecanismo inconsciente de defensa ante lo que más le molesta: saber que perdió, pues lo siente como un fracaso, y peor, al sobrevalorarse, se siente como un fracasado.
Muchos adolescentes tienen muy baja tolerancia a la frustración cuando pierden, ya sea porque quieren hacer que sus padres se sientan orgullosos o porque consideran el fracaso como algo intolerable. El simple rechazo de una chica puede significar una frustración enorme.
Debemos permitir que nuestras criaturas tengan experiencias que no son del todo agradables. No darles todo lo que piden ni evitarles situaciones frustrantes. Si nunca enfrentan el no, ¿cómo sabrán gestionarlo cuando aparezca? Acompañarles en el crecimiento hacia su madurez emocional. Explicarles que en casos adversos pueden sentir rabia, tristeza, bajoneo, pero que el berrinche escandaloso y agresivo no mejora la situación, al contrario, la empeora. Enseñarles que si ganan tienen que hacerlo sin alardes, sin burlas, con respeto, y si pierden, hacerlo con dignidad, con grandeza, con entereza. Alentarlos por sus esfuerzos más que elogiarlos.