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Días pasados se presentó la muestra artística de Alfredo Quiroz en Galería de Arte Fábrica, recinto que acaba de cumplir 42 años como ininterrumpida vidriera del arte local del más alto nivel. La curadoría de Osvaldo Salerno y el texto de la exposición le correspondió a Ticio Escobar.
Alfredo Quiroz es un artista visual paraguayo nacido en Asunción en 1974. Su formación es casi enteramente autodidacta, y la primera incursión en las artes visuales fue en 2009 desde el lenguaje de la pintura. Más adelante trabajó obras gráficas, audiovisuales e instalaciones.
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Herida(s) de vacilación hace referencia a un término forense médico para lesiones incisas o punzocortantes en la piel, generalmente superficiales, paralelas, no cortantes. Quiroz es médico de profesión, rama de su vida que aparece intermitentemente en su obra artística.
Estas heridas de vacilación -dice el artista- también se conocen como lesiones tentativas, descritas en el 75% de los casos de suicido por arma blanca, “ese intento indeciso, dudoso no consumado de finalizar algo. Como lo refiere Ticio Escobar, la tajante indecisión”.
En su texto, Escobar declara que esta muestra de Alfredo Quiroz podría ser considerada como la tercera parte de una trilogía que incluye las dos anteriores exposiciones suyas: Hifas e Impromptu. “Sin embargo, ninguna de estas había sido pensada como momento de una serie formalmente planteada; ahora, las tres pueden ser vinculadas desde una mirada vuelta hacia atrás, que descubre al final del camino la permanencia de un espacio espectral, sacudido por las diferentes demandas de la memoria y los antojos inexplicables del deseo. Son fotografías en blanco y negro, que, referidas a la escena fundacional de los recuerdos, responden al movimiento musical de un impromptu aparentemente ajeno a tal escena”.
La fotografía en conexión directa con la muerte
En esta muestra, el artista construye imágenes con el dispositivo fotográfico; el mismo arguye que la fotografía tiene una conexión directa con la muerte y el paso del tiempo. ‘Cuando haces una fotografía, al minuto, es algo que deja de existir. La fotografía no es la realidad, la fotografía crea la realidad, no la sustituye. Y precisamente esa realidad desaparece en la representación”, dice.
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Quiroz argumenta que la trampa del tiempo es que el presente no existe. “No hay un punto medio entre el pasado y el futuro. Lo único que se acerca al presente cercano es lo que tengo en mi conciencia ahora, aun teniendo en cuenta que al pensar algo la señal se demora unas milésimas de segundos, en realidad por los neurotransmisores, es automático. Y esta trampa de la realidad y el tiempo me la da la fotografía. Cualquier cosa capaz de detectar la luz tiene un presente relativo”.
En este sentido, al intentar preservar algo lo que en realidad haces es que lo matas, porque la fotografía no es el objeto, es la representación del objeto, aquel que ya no existe, comenta. “Así que la fotografía salva y mata al mismo tiempo. Salva evocando la idea de algo que ya no existe”.
“Al final lo que nos queda es la memoria reciente del pasado inmediato y la expectativa de un futuro cercano, que se vincula a través de la noción conceptual del presente. Nuestro presente”, concluye.
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Instagram: @fabricagaleria @alfredoquiroz1974