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Como en pocas iglesias de las ciudades de nuestro país, la Catedral de Concepción no luce los clásicos retablos de origen franciscano o jesuítico, sino una obra bien contemporánea.
Podría interpretarse como el momento de la resurrección de Cristo desde la tumba donde fue puesto su cuerpo. Aparece la sepultura abierta con la tapa a un lado, una escalera que pareciera conducir hacia el cielo a través de la cruz, ángeles y algunos de los que llegaron ese día glorioso y hallaron que ya no estaba allí Jesús porque había resucitado. También podrían ser los soldados que se hallaban custodiando la tumba.
Data de 1987, un año muy prolífico para el arquitecto y artista plástico concepcionero. En las cronologías de sus logros y obras que aparece en el libro Carlos Colombino, editado por la Comisión Nacional de Conmemoración de la Independencia de la República del Paraguay rescata que ese año Colombino “obtiene en Ecuador el segundo Premio de la II Bienal de Pintura de Cuenca por su obra Paraguay. Con ese aporte empieza a construir la Sala Arte Nuevo del CAV/Museo del Barro, que actualmente se denomina Olga Blinder”.
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También ese mismo año participa de las Jornadas por la Democracia en el Paraguay, organizadas por la Fundación Pablo Iglesias de Madrid, donde expone sus xilopinturas de la serie Paraguay. En el Colectivo Trabajadores de la Cultura trabaja en el Museo del Barro propuestas para una cultura en democracia. En Montevideo realiza una muestra conjunta con Ricardo Migliorisi y Osvaldo Salerno que fue declarada la “mejor exposición extranjera del año”, y diseña la muestra Arte Popular del Paraguay, expuesta en Roma, Italia, detalla el álbum.
Una promesa cumplida
Ese mismo año de 1987 fue muy significativo para Colombino y para la población concepcionera. Al respecto, Ticio Escobar –destacado trabajador de la cultura y crítico de arte– recuerda que Carlos Colombino fue operado de la cadera en 1986, en Montevideo, y prometió a monseñor Aníbal Maricevich, obispo de Concepción, que le haría una obra para el altar de la catedral esa ciudad. “Cumplió su promesa: al año siguiente realizó una obra de nueve metros de alto por seis metros de ancho basándose en la figura de la Resurrección de Cristo. Donó la obra a la ciudad, su ciudad natal. La obra fue expuesta en la Galería Arte-Sanos antes de ser llevada a Concepción. Fue levantada en el jardín, pues no podría entrar en ninguna habitación cerrada. Esto es lo que yo recuerdo”, refiere ante nuestra consulta sobre la imponente obra.
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Previa a esta obra, a principios de los ochenta, la Catedral ya lucía un altar diseñado por Carlos Colombino y detrás estaba el Grupo Escultórico de la Crucifixión. Tal vez esto fue lo que movió a Mons. Aníbal Maricevich a pensar en el imponente retablo.
José Antonio Galeano, en un artículo de la serie los creadores Contemporáneos, publicado en el Suplemento Cultural de ABC color en 1991, destaca: “Los premios internacionales junto a la satisfacción personal de haber donado a su pueblo natal el mural que preside, majestuoso, el altar de la Catedral de Concepción –extremos a lo mejor de una vida jalonada de sucesos– no han confundido a Carlos Colombino, un hombre que no transó –para hablar bien debí decir no transigió, pero corría el riesgo de que no se me entienda– y fue valiente. Y es por sobre todo un trabajador enamorado de la belleza y la libertad”.
La construcción de la Catedral de Concepción comenzó en 1960, luego de que se derrumbara gran parte del antiguo edificio eclesial y de la demolición de lo que quedaba. Fue inaugurada en diciembre de 1968.
Concepción adoptó como patrona a la Inmaculada Concepción, en 1815, cuando se habilitó la segunda iglesia con la que contó la ciudad. La jura del patronazgo estuvo a cargo del comandante militar José Ibáñez y el alcalde ordinario Uriarte Verón. La imagen más antigua de la patrona data del siglo XVII y habría sido traída de los talleres de las antiguas misiones ya en los tiempos de Carlos A. López cuando se realizó una importante restauración de la iglesia matriz de la Villa de la Concepción, según datos recabados de publicaciones de ABC Color.
Esta imagen es muy querida por el pueblo concepcionero por los milagros que obró en varias ocasiones: durante la gran inundación de 1905, durante la Guerra del Chaco y la Revolución de 1947.
En 1995, Mons. Juan Bautista Gavilán autorizó la restauración de la imagen que tuvo que ser traída a Asunción. Si bien la obra no recuperó su color original del periodo hispano-guaraní, luego de retiradas las sucesivas capas de pintura quedó con la que se le habría puesto en el siglo XVIII. El trabajo duró varios meses y estuvo a cargo de la restauradora Sara Villagra y fue costeado totalmente por Carlos Colombino.