Frohe Ostern, una dulce tradición

La Pascua Cristiana es vivida con especial significación por inmigrantes alemanes y sus descendientes que habitan el departamento de Itapúa, quienes mantienen una antigua y dulce tradición de regalar huevos de pascua artesanales. Frohe Ostern, felices Pascuas, la voz en alemán que se escucha en estas fechas da vida a una añeja costumbre transmitida de generación en generación.

Huevos de Pascuas pintados por Roland Peters, quien se encargó de la Producción de fotografías.
Huevos de Pascuas pintados por Roland Peters, quien se encargó de la Producción de fotografías.HEBER CARBALLO 31-03-2023

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Frohe Ostern se manifiesta en una explosión de colores, emociones, esperanzas y alegría infantil, cada Domingo de Resurrección en gran parte de Itapúa.

En algunas casas y en los comercios se pueden ver simpáticas imágenes de conejos con sus canastos de huevos. Es parte de un especial ambiente que se vive, asociado a la celebración de la Semana Santa y la Pascua cristiana en algunas ciudades itapuenses con población mayoritariamente de origen europea, como Bella Vista, Obligado, Hohenau, Capitán Meza y otros.

Huevos de Pascuas pintados por Roland Peters.
Huevos de Pascuas pintados por Roland Peters.

Para Gisela Schneider, nacida en Bella Vista y nieta de inmigrantes alemanes, la tradición de elaborar huevos de Pascua artesanales es parte de su vida. “Es parte de mi existencia, de mis recuerdos de niña, llevo años preparando los huevos de Pascua, y lo seguiré haciendo mientras viva”, dice a medida que va trabajando con entusiasmo en la preparación del exquisito regalo a la usanza de sus antepasados.

Invariablemente, cada celebración de Semana Santa, doña Gisela elabora cientos de estos huevos de Pascua, no solamente para el regalo a sus hijos y nietos (tiene dos hijos y tres nietos), sino también para regalar a amigos y parientes y para la venta.

Mucha gente tiene por costumbre regalar los coloridos huevos de Pascua, pero no todos tienen la habilidad, la paciencia o el tiempo para su elaboración. Antes incluso se hacía una feria, pero tras la pandemia del covid-19 todavía no se pudo retomar esa práctica.

Gisella Schneider, descediente de alemanes en Bella Vista, Itapúa. Mantiene la tradición de los huevos pintados.
Gisella Schneider, descediente de alemanes en Bella Vista, Itapúa. Mantiene la tradición de los huevos pintados.

Sorpresa y emociones infantiles

Recuerdo de cuando niña –sigue relatando– toda la emoción y la alegría que significaba ir el Domingo de Pascua a la casa de la Oma (abuela) a buscar los huevos que dejaba el conejo en “nidos” escondidos por el patio, o dentro de la casa. “Nos juntábamos hermanos, primos, y todo era una explosión de emociones, de risas infantiles, de curiosidad. Correteábamos por el patio, por la casa, buscando los nidos. Todos queríamos ver al conejo, pero nunca lo encontrábamos”.

Los huevos eran preparados en absoluto secreto por la mamá o la abuela. Era la forma de mantener viva la fantasía y la emoción de la sorpresa en los niños. “Nadie sabía que eran nuestros padres o abuelos quienes preparaban los huevos”, dice con nostálgica sonrisa.

Los conejos dejaban en el jardín estos huevos.
Los conejos dejaban en el jardín estos huevos.

Con la credulidad infantil, todos asumían que los huevos eran depositados por el conejo, sin imaginar que durante semanas sus padres o abuelos ya venían juntando los cascarones de huevo puestos a secar al sol y luego pintados con luminosos colores.

“Recuerdo que nuestros padres nos pedían que fuéramos a recoger musgo de los troncos de los árboles en el monte para construir los nidos donde el conejo dejaría los huevos. Tenía que ser el sábado el día en que juntábamos el musgo, para que esté fresco para la preparación del nido”, menciona.

El domingo por la mañana era el día más esperado de la semana. Era una verdadera fiesta, niños corriendo por el patio, hurgando en algún recóndito lugar en la cocina, buscando los huevos dejados por el misterioso conejo al que nadie veía, pero cuya existencia era evidenciada por el delicioso regalo que les dejaba.

En plena tarea de preparación de los huevos.
En plena tarea de preparación de los huevos.

Una tradición que se debe preservar

Regalar los huevos de Pascua, más allá de una tradición familiar, o cultural, tiene una significación profunda. El huevo representa la vida, de él nace una vida. De ahí la costumbre de regalar los huevos. Jesús es vida, en la Pascua Él resucitó, y ese es motivo de alegría. De ahí viene la costumbre de regalar huevos como símbolo de vida, sostiene Gisela.

Además, esta práctica es un motivo de encuentro familiar, es un espacio de alegría, de compartir, de celebrar la vida. De preparar pacientemente esos regalos. Ahí radica la importancia. Lastimosamente, es una tradición que se va perdiendo, muchas mamás prefieren comprar un huevo de chocolate porque es menos trabajoso, porque no tienen tiempo.

“Por fortuna muchas familias mantienen la tradición. El regalar estos huevos de Pascua encierra tantas significaciones, por eso creo que es una costumbre que se debe cultivar, se debe mantener”, afirma.

Infaltable conejo de chocolate.
Infaltable conejo de chocolate.

Cómo se elaboran los huevos de Pascua

Elaborar este atractivo regalo lleva su proceso, y su tiempo. Se comienza juntando las cáscaras de huevos. Para poder utilizar estos cascarones se debe extraer la clara y la yema por un pequeño hueco en uno de los extremos. Por lo general se hace por el lado más fino del huevo, de manera de que se conserve entero.

El siguiente paso es pintar el cascarón vacío. Algunos dibujan florecillas. Se utilizan colores vivos, llamativos. Mucho rojo, amarillo, verde, naranja. “Particularmente, prefiero utilizar pintura al aceite”, confiesa Gisela.

Una vez terminado el proceso de secado de la pintura se procede al relleno, que tradicionalmente consiste en maní, que puede ser molido o entero, tostado a la sartén con azúcar y leche. Algunos prefieren usar chocolate en lugar de maní, o una mezcla de ambos.

El preparado del relleno es una tarea sencilla, pero requiere atención y cuidado para sacar “a punto” del fuego. En una sartén se vierte el azúcar, con un poco de leche, y se pone a fuego lento. Una vez mezclada la leche con el azúcar se vierte el maní, por lo general, molido. Antiguamente el molido se hacía en un pequeño mortero. Hoy día algunos emplean una licuadora.

La mezcla debe ser revuelta con una espátula en forma constante, para evitar que se pegue al fondo de la sartén, y el tostado sea parejo. Una vez enfriada la mezcla, se carga en las cáscaras de huevo, y para cubrir el hueco y evitar la caída de la materia prima se aplica una antigua receta, consistente en sellar con un trozo de papel pegado con un engrudo hecho de harina y agua.

Todo este proceso es realizado sin que se “filtre” la información, para que el Domingo de Pascua la sorpresa de la llegada del conejo sea una experiencia fantástica y emotiva.

Huevos de pascuas pintados por Roland Peters. Estas corresponden a huevos de avestruz.
Huevos de pascuas pintados por Roland Peters. Estas corresponden a huevos de avestruz.

Inspirados en Fabergé

Las cascaras de huevos pintadas que ilustran la portada de nuestra Revista fueron pintadas por Roland Peters hace 31 años en Filadelfia, Chaco Central.

Son diferentes técnicas: pintado, pegado de telas, armado de pequeños buques con florcitas secas, perlas, canutillos, etc. Fueron productos inspirados en los huevos de Fabergé, procedente de Rusia.

Esos huevos decorados se usan para centros de mesa o decorar algún rincón de la casa. Y solo una semana antes de los días santos, cada año. Son huevos de gallinas y avestruz.

Una familia en Asunción

La familia de Heinz Fast pinta huevos en su casa en Asunción. El hijo también sigue la tradición por vía telemática desde el exterior.
La familia de Heinz Fast pinta huevos en su casa en Asunción. El hijo también sigue la tradición por vía telemática desde el exterior.

La familia Fast (Heinz Fast, director de orquesta) pintó huevos para las Pascuas en su casa en Asunción. Reunidos es su hogar, con el hijo online desde el extranjero. Mayormente esa costumbre de pintar los huevos pasados por agua (huevo duro) se realiza los Sábados de Gloria. Se consume en el desayuno del Domingo de Pascua. También se usa como centro de mesa.

La colectividad de origen alemán

Es difícil determinar la población de ascendencia alemana en Itapúa pues ya han pasado varias generaciones desde la llegada de los colonos a partir de 1900. Desde entonces comenzaron a instalarse las primeras colonias de origen alemán, que son Bella Vista, Obligado y Hohenau. Las tres son llamadas Colonias Unidas, dado que son vecinas y fueron fundadas más o menos juntas, con pocos años de diferencia.

Otras colonia han sido la actual Capitán Meza, antigua colonia Mayntzhusen. Otro foco se instaló en Cambyretã y también en la actual Nueva Alborada.

La leyenda del conejo

La celebración de la Pascua es una simbiosis entre la resurrección cristiana y la festividad de la primavera antes de la era de Cristo. Nos encontramos con símbolos muy relevantes, como la fertilidad, la vida y la luz. El huevo de Pascua representa la fertilidad, la perfección, la vida y la resurrección, pero también el conejo como símbolo de fecundidad. Encarna la capacidad de reproducción, la alegría de vivir y la curiosidad ante la vida, afirma la Dra. Karin Bürkert, investigadora en la Universidad Pública de Tubingen, Instituto Ludwig-Uhland de Ciencias Culturales Empíricas. La Universidad de Tubinga (nombre original: Eberhard Karls Universität Tübingen) está la ciudad de Tubinga (Baden-Wurtemberg, Alemania).

Muchos huevos se cuelgan en alguna rama a modo de arbolito.
Muchos huevos se cuelgan en alguna rama a modo de arbolito.

El conejo de Pascua apareció por primera vez en las mismas regiones en las que apareció también el árbol de Navidad: en Alsacia, en la región del Palatinado y en el Rin del norte. Son más bien zonas protestantes. Una teoría podría ser que tras la Reforma del siglo XVI, la Pascua se convirtió en una fiesta burguesa y no solo religiosa. Cada vez se dedicaba más tiempo a la educación de los niños, y el conejo de Pascua se introdujo como elemento mitológico que encajase en el aspecto educativo. En otras regiones fueron el gallo o la gallina, la cigüeña y el zorro.

Después de la Segunda Guerra Mundial, desde los años cincuenta la gente se podía permitir regalar chocolate a los niños. ¿Desde cuándo el huevo dejó de ser un tesoro? Durante mucho tiempo la gente se regalaba un huevo de verdad, pan, galletas en forma de ovejitas de Pascua. Eran nutritivos y lo suficientemente dulces.

El conejo de Pascua

Huevos de pascuas de Roland Peters pintadas hace 30 años en Filadelfia, Chaco.
Huevos de pascuas de Roland Peters pintadas hace 30 años en Filadelfia, Chaco.

Existe una popular leyenda que cuenta que un conejo estuvo presente cuando enterraron a Jesucristo en el sepulcro. Confundido y curioso por lo que estaba sucediendo, decidió quedarse en los alrededores para averiguar quién era ese hombre al que tanta gente quería. Su espera dio frutos, pues el conejo fue testigo de la resurrección de Cristo.

El conejo sabía que tenía que avisar a todos de lo que estaba ocurriendo, pero ¿cómo lo podía hacer si no podía hablar con los humanos? Se le ocurrió que lo mejor sería pintar un huevo contando lo que había visto. Estaba seguro de que así, todos los que antes lloraban la muerte de Jesús, ahora estarían mucho más contentos. ¡Y así fue!

A partir de entonces, el conejo lleva huevos pintados a todas las casas para recordarnos que Jesús resucitó. Esta leyenda ha dado paso a la costumbre actual en la que los padres esconden los huevos de chocolate por el jardín o la casa y los niños van a buscarlos el Domingo de Pascua.

Fuente: https://www.dw.com/es/por-qu%C3%A9-los-conejos-ponen-huevos-en-pascua/a-38420611

jaroa@abc.com.py

<i>Familienfest en el Chaco</i>

Por Natalia Ortiz

En el Chaco Central, en la comunidad menonita, también está extendida la costumbre de realizar con los niños (a veces también entre adultos) la búsqueda de huevos de Pascua en medio del bullicio de la fecha y la algarabía de pronunciar Frohe Ostern!

Los huevos son mayormente escondidos en el jardín y deben ser hallados mediante un juego de pistas que van indicando dónde están los chocolates, una costumbre muy arraigada y practicada tanto en los círculos familiares y Familienfest, como en algunas escuelas e iglesias.

Así que ese día comienza con mucha ansiedad y animación, además existe también la costumbre de decorar los huevos de gallina, una vez vaciados, con pinturas de diversos colores y papel chifón para rellenarlos con maní dulce (garrapiñado) o caramelos.

Knelsen-haus, un viaje en el tiempo
Knelsen-haus, un viaje en el tiempo. En los jardines de estas casas antaño se buscaban los huevos de pascua.

“Recuerdo que antes éramos muy pobres, teníamos solo lo necesario para comer, mamá nos cosía la ropa y muchos de los zapatos que usábamos eran heredados de los hermanos mayores”, nos cuenta Marlene Krahn, una colona.

“Comer chocolates u otros dulces era impensable, por eso desde mediados de febrero ayudábamos a mamá a juntar los huevos, los teníamos que romper con mucho cuidado y elegir los más lindos, después dejarlos secar bien y guardarlos. Unos pocos días antes de pascua, toda la familia ayudaba a rellenar con cuidado los huevos con dulce de maní y después sellábamos el orificio con papel mojado y los pintábamos y decorábamos con lo que teníamos a mano. Era un tiempo muy lindo compartiendo en familia”, recuerda. Aclara que nadie podía aún comerse los huevos, por más ganas que tuviera.

“El domingo esperábamos con ansias, como si fuese Navidad y nuestro papá, después del culto, nos daba la primera pista para buscar los huevos, teníamos una pequeña canasta o bolsita de tela y cada uno iba juntando todo lo que pudiera”, dijo Marlene con nostalgia.

Ella agrega que con gusto sigue repitiendo la tradición con sus nietos, aunque actualmente la gran preferencia de los más pequeños es por los chocolates, todos disfrutan de recibir los huevos artesanales de la Oma.

natalia.ortiz@abc.com.py

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