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Para quienes sufren una sequía, el anuncio de lluvias es quizá sinónimo de bonanza; para quien esté a pie intentando cruzar una avenida tomada por fuertes raudales, sin embargo, puede que la lluvia esté asociada al peligro o la tragedia.
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Todos percibimos este fenómeno atmosférico a través de nuestros cristales, aunque parece haber un gran consenso en que, por lo general, las lluvias traen consigo un poco de melancolía, ganas de quedarse en casa mirando a la nada o las gotas que caen a través de los ventanales.
“A mal tiempo, buena cara” es una metáfora que viene como anillo al dedo a este tema, dice la licenciada Rocío Paredes, psicóloga y sexóloga clínica, egresada de la Universidad Nacional de Asunción. Cuenta con un diplomado en Sexología Clínica en ECIS (Educación, clínica, investigación en sexualidad), una organización especializada en sexualidad humana de reconocimiento y certificación nacional e internacional; y actualmente se encuentra en proceso de tesis para la maestría en Psicología Clínica, en la UNA.
Influencia climática
“Hay estudios que sostienen que el clima influye en nuestro estado de ánimo; los días de sol, por ejemplo, generan un efecto en nuestra química cerebral actuando como un antidepresivo natural”, sostiene, pero agrega que, por otro lado, las temperaturas a las que estamos acostumbrados en nuestro país muchas veces son también el detonante para emociones fuertes como el nerviosismo o descontrol de la ira. Todo lo que nos rodea en la naturaleza (ambiente) tiene un efecto, así también el frío intenso o los días grises y lluviosos, a los que reaccionamos conforme a nuestra personalidad, afirma.
La profesional explica que la lluvia, entonces, resulta negativa o positiva de acuerdo a la connotación o creencia que tiene cada persona; para algunos adultos puede ser muy romántico, y esto lo demuestran las muchas novelas y películas que se sirven de la lluvia para recrear situaciones relajantes.
“Para otros puede significar un día perdido, por la imposibilidad de salir a trabajar, o el solo hecho de pensar en los baches que debe atravesar para llegar a su lugar de trabajo es frustrante, por lo que muchos optan por faltar o darse el ‘día libre’”.
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Otros lo verán como un día de cambios, sin poder ir al colegio o salir a jugar; en el caso de los niños, esto puede significar quedarse en casa a disfrutar, pensando idealmente en otras actividades con los padres, comenta.
Sentirse libre de sentir y expresar emociones
Para los de la tercera edad, la lluvia podría tener un efecto de melancolía, ya que trae recuerdos de otras épocas de bonanza, juventud, renacer o significados que cada uno le concede, recalca.
“Un día lluvioso puede que no afecte a todos por igual; generalmente perturba y altera a las personas más sensibles. Tal vez ya exista una predisposición a las emociones básicas como tristeza o la calma o la alegría desde el punto de vista genético que se vean acentuadas por una situación o ambiente (en este caso la lluvia) o puede ser producto de un aprendizaje, desde nuestro bagaje y experiencia personal. Cada emoción tiene un propósito en la vida, hay que permitirse sentir y expresar esas emociones”.
Pero los efectos que pueda provocar la lluvia sobre personas con depresión o ansiedad, ¿son diferentes a los que ocurren en personas sin dichos problemas? Sí, por lo explicado anteriormente depende mucho de la connotación que cada uno tenga de la lluvia o la imagen mental que le damos; una persona con depresión tiene una tendencia a ver todo lo que pasa alrededor de manera negativa, explica la profesional.
“Mismo el simbolismo que le damos y las circunstancias que atravesamos, la lluvia puede significar limitaciones para una persona con ansiedad; es decir, generarle síntomas de pánico y miedo ante la idea de lo que pueda pasar en un día de tormenta”, prosigue. ¿Qué se puede hacer para enfrentar sensaciones negativas en estos casos? La sicóloga recomienda entender que todas las emociones son válidas, y lo básico sería respirar para mantener el equilibrio. “Es importante expresar lo que sentimos para poder canalizar, transformar o aceptar, sea cual sea la situación que nos preocupa. Hay que tener presente que todo tiene solución, y buscar ayuda si no se tiene esa perspectiva”, concluye.
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