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Como si fuera ayer, don Emilio Aparicio (93) recuerda un suceso ocurrido hace 69 años, durante el raid de natación Asunción-Humaitá, que se cumplió del 21 al 24 de marzo de 1954, organizado por el Club Nacional de Regatas El Mbiguá. Los participantes estaban ansiosos de superar el récord del cual era acreedor el nadador argentino Pedro Candiotti (1893-1967), campeón mundial de permanencia en aguas abiertas, quien pasó hasta 100 horas y 30 minutos de nado ininterrumpido.
Emilio Aparicio participó del raid como nadador y remero cuando en la apacible Asunción los acontecimientos deportivos revestían gran magnitud y eran motivo de algarabía. Todos acompañaban a Luis Gilberto Ruiz (1923-2009), quien tenía 31 años.
Todo se desarrollaba en medio del entusiasmo y normalidad hasta que ocurrió algo inesperado en el trayecto. “Pasando el río Bermejo cae sobre el motor de la lancha Mbiguá, base del raid, una ropa que quedó enrollada en el eje del generador, lo que llevó a su rotura. La embarcación quedó sin motor y sin luces en una noche muy oscura”, relata Aparicio.
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“Navegando a la deriva, sin control ni dirección, teníamos el timón que por sí solo no podía dirigirlo. La fuerte correntada que traía el Bermejo–cuyo caudal alimentado por el deshielo de los Andes, que con su color rojizo arrastraba desechos, raíces, árboles desprendidos– era un gran obstáculo”, escribe don Emilio a modo de apuntes, con una impecable caligrafía, casi para nada doblegada por el paso de los años.
Todos creían que el destino seguro estaba sellado: chocar contra los pilares del muelle de Puerto Bermejo, porque la nave iba pegada a la orilla a toda velocidad, y obviamente era de imaginarse las terribles consecuencias que arrojaría de producirse el hecho. “Rotura de la estructura de madera, destrucción y pérdida de la embarcación con todas la vituallas que traía y lo peor qué destino nos esperaba a toda la tripulación del raid y a dos señoras que nos acompañaban como cocineras y otras necesidades elementales para el buen desempeño de la competencia”, detalla esta memoria viva de 93 años.
Pudo haber sido una tragedia
Para ese horrible e irremediable desenlace que algunos vaticinaban, “los remeros y nadadores nos pusimos de acuerdo y por turno con el bote que nos acompañaba remamos con todas las fuerzas y sin descanso para separar la lancha de la orilla y encaminarla hacia el centro del canal, una misión imposible para nuestro bote. Desde el techo de la lancha, con una tacuara bien larga, otros compañeros apoyándola contra la orilla ayudaban a conseguir el intento de no estrellarnos”.
Sigue relatando don Aparicio que pasaron rozando los pilares del muelle, tan así fue que algunos los tocaban con sus manos. Fue una lucha a muerte contra la naturaleza. “Más tarde se acercó una embarcación a motor para auxiliarlos. No puedo precisar quién era y de dónde vino, a causa del tiempo transcurrido”, se disculpa.
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Los participantes llegaron hasta las inmediaciones de las Ruinas de Humaitá y quedaron maravillados ante ese monumento histórico nacional que muchos veían por primera vez.
Luego volvieron aguas arriba y se quedaron en la ciudad de Pilar, donde fueron recibidos con gran entusiasmo. “Nos hospedamos en las instalaciones del Club Pilarense, donde por la noche se realizó una gran fiesta en homenaje a Luis Gilberto Ruiz y a la delegación a la que acompañábamos”.
Agua que has de beber
En medio de la fiesta, don Aparicio recuerda que ocurrió un hecho anecdótico que ninguno de los participantes olvidó luego. “Bailando uno de nuestros médicos, el doctor Luis Scura, con una bella dama de la sociedad pilarense, se acercó una persona con un vaso de agua del arroyo Ñeembucú. En Pilar existe una leyenda que señala que quien beba de las aguas de ese arroyo queda prendado y hasta se une en matrimonio a la pareja. Efectivamente esto se hizo realidad con esa unión que se dio meses después, cumpliéndose la profecía”.
Otro hecho singular en pleno raid se dio cuando el nadador Roberto Espínola, bajando a la bodega de la lancha, por desgracia se le cae encima la tapa muy pesada, que le produjo un corte profundo en la oreja. “Estando con nosotros los médicos Luis Perito, Narciso Gómez Olmedo y Luis Scura, procedieron a suturar rápidamente la herida, poniendo otro final feliz en las peripecias”.
“A sesenta y nueve años de esa competencia va un abrazo fraterno y muy grande a los compañeros en vida y para que los que partieron al más allá una oración por sus almas y que Dios los tenga en su gloria”, dice don Aparicio.
Los protagonistas del raid
El raid Asunción-Humaitá tuvo lugar del 21 al 24 de marzo de 1954, bajo la dirección del profesor Luis Perasso Galán y la fiscalización de general Alejandro Von Eckstein. Aparte de los médicos ya citados, iban de cocineras las señoras Lina Yegros y Máxima Pedro.
Los nadadores y remeros participantes fueron: Ramón Vera Franco, Arnaldo Bareiro, R. Ruiz Díaz, Manuel Mosciaro, Antonio Zalazar, Rogelio Espínola, Roberto Espínola, Roberto Kneup, Antonio Pedro, Félix Pedro, Víctor García, Raúl Tuma, Felidio Fernández, José E. Rojas, Fernando Cabrera, Saúl González, Modesto Vallejos, Fernández Villa, Eduardo Nissen, Ricardo Amarilla, Miguel Ángel Torales, Eduardo Amarilla, Eduardo Alcaraz, Alejandro Castillo, Natalicio González, comisario Carlos Duria y Emilio Aparicio.
“Pido disculpas por si olvido a alguien, porque por el tiempo transcurrido la memoria me puede fallar”, se disculpa don Aparicio.
El dato
Luis Gilberto Ruiz no había superado el récord en aquella travesía hacia Humaitá, pero lo logró dos años después, el 17 de diciembre de 1956, cuando logró una marca de 105 horas y 30 minutos, en un raid de Concepción hasta Asunción, superando a Candiotti. Tenía 33 años en ese momento.