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Los detalles se los llevó don Gilberto Ferro a la tumba. Pero de lo poco que pudo rescatar su hijo Daniel Ferro se puede colegir que era un diario, tal vez itinerante, de los campos de batalla.
El único y raro ejemplar de Nanawa, de elaboración prácticamente artesanal (a máquina de escribir y mimeógrafo), está datado en Campos de Villa Montes, 1º de julio de 1935, Año III, Número 42.
En una página lleva los dibujos de los presidentes de Argentina y Brasil con los escudos patrios. “Exmo. Señor presidente de la República Argentina, General Agustín P. Justo, militar e ingeniero civil, que con su visita a los Estados Unidos del Brasil inició la Gran Cruzada pacifista de América, que acaba de culminar en Buenos Aires con la terminación de la Guerra del Chaco”.
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Y también más abajo, presenta al “Exmo. Señor presidente de los Estados Unidos del Brasil, doctor Getulio Vargas, que con el prestigio diplomático y la grandeza efectiva de la República del Noreste, colaboró decididamente en la solución pacifista del sangriento conflicto”.
En la siguiente página, presenta al “Exmo. Señor presidente de Bolivia, doctor don José Luis Tejada Sorzano…”.
También presenta a “Macedo Soares, ministro de Relaciones Exteriores de la República del Brasil, tuvo brillante participación en el seno del Grupo Mediador” y al “diplomático chileno, Nieto del Río, de descollante participación en los trabajos sobre la Paz del Chaco, donde la República de Chile colaboró efectivamente”.
Una de las páginas sueltas está dedicada al discurso del Sr. coronel D. Nicolás Delgado, comandante del III Cuerpo de Ejército, quien arranca pidiendo “un minuto de silencio en homenaje a nuestros heroicos compañeros caídos en el Chaco en defensa de la Patria”.
Sus palabras son de aliento: “...pero antes de partir, quiero recordaros que vuestra tarea no está aun terminada. Pensad en la Post-Guerra, cuando la patria necesitará más que nunca de vuestra inteligencia, de vuestras energías, de vuestro patriotismo sin pasiones bastardas, envilecedoras, que envenenan el ambiente y anulan hasta a los hombres de buena voluntad”.
Luego se refiere en elogiosos términos hacia el presidente Eusebio Ayala y el conductor general Estigarribia.
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También trae la proclama a los jefes, oficiales, clases y soldados del Ejército en Campaña –con párrafos borroneados por el paso del tiempo– del general José Félix Estigarribia y una crónica titulada El compás de espera.
Finalmente, presenta más datos del “III Cuerpo de Ejército y sus tres coroneles: Cnel. don Luis Irrazábal, ex Cmte. del III Cuerpo de Ejército; Cnel. don Nicolás Delgado, actual Cmte. del Cuerpo, y coronel don Francisco Brizuela, ex Cmte. del Cuerpo”.
Además, presenta al “Tte. Cnel. don Ramón L. Paredes, actual Jefe de Estado Mayor del III C. de Ejército; Tte. Cnel. Francisco Caballero Álvarez, exjefe del Estado Mayor del III Cuerpo de Ejército; Tte. Cnel. Dn. Eduardo Torreani Viera, Cmte. de la IV División y Tte. Cnel. Dn. Alfredo Ramos, Cmte. de la II División de Caballería”.
¿Qué es este extraño diario?
No se han podido precisar más datos sobre el extraño “periódico” editado al parecer durante la Guerra del Chaco y del cual casi no se tienen noticias.
Daniel Ferro recuerda que su padre, don Gilberto Ferro (1914-2018), había prestado servicios durante la Guerra del Chaco en la Sanidad Naval, pero hablaba muy poco de su participación durante la contienda. Entre las pocas cosas que sabían es que era muy humanitario, que hasta hacía de enfermero y ponía inyecciones mejor que cualquier personal de blanco. Para ello, como se suele decir, “tenía unas manos” de las que todos hablaban.
Don Gilberto había estado a bordo del buque El Tirador, prestado por la Argentina. Una de las pocas anécdotas compartidas con sus hijos tiene relación con esta embarcación y como protagonista, a un prisionero boliviano al que le había salvado la vida. “En una de las pocas ocasiones que habló de la guerra, compartió con nosotros. Nos había contado sobre un lienzo que extendió en el patio, lleno de moho, con la figura de una calavera con escritos y símbolos; junto con una daga en miniatura y un anillo. Se lo había regalado precisamente ese bolí llamado Antonio Clavijo, al que le salvó la vida”.
Los hechos habrían ocurrido así. El Tirador subía el río Paraguay tocando distintos puertos llevando medicamentos y víveres hacia el norte. Los prisioneros bolivianos hacían de estivadores en varios puntos y bajaban sobre sus hombros bolsas y bolsas utilizando una tabla entre el barco y el barranco. En una de esas, el boliviano cayó al agua, pero don Gilberto Ferro, haciendo gala de buen nadador y dotes de remero, lo sacó del agua y lo libró de un ahogamiento seguro.
El episodio terminó con un final feliz aquella ocasión y el barco siguió aguas arriba hasta Bahía Negra. De regreso, volvía a parar en los mismos puertos para dejar y alzar pedidos para la tropa, y en una de esas paradas, se le acerca el boliviano que saca de la chaqueta el lienzo. Durante mucho tiempo lo tenía colgado de un remo en una de las habitaciones de su casa sobre la calle Jejuí, pero luego se lo regaló al Arq. Jorge Rubiani.
Además del lienzo, le había entregado la daga y el misterioso anillo de color oscuro y con un rostro esculpido.
Don Gilberto Ferro fue profesor de la Escuela de Especialidades de la Armada y admiraba al capitán José Bozzano –inventor de las granadas karumbe’i–, al monseñor Juan Sinforiano Bogarín y al mariscal José Félix Estigarribia, a quienes tenía como mentores.
Fue uno de los protagonistas del histórico raid de 1942, en el que un grupo de diez jóvenes remeros unió por agua Asunción, Buenos Aires y Montevideo surcando los cursos de los ríos Paraguay y Paraná.
Esta historia inspiró a otro grupo de jóvenes en 1967 a realizar una travesía hasta Concepción.
Protagonista en varios ámbitos
Don Gilberto Ferro tuvo activo protagonismo en varios ámbitos de la vida nacional. Por citar algunos: de joven se desempeñó con Secretario General de Aduanas. En el ámbito deportivo, tuvo una destacada y larga carrera entre las que se destacan su activa participación en el Club Guaraní, donde fue representante ante la Liga Paraguaya de Fútbol llegando a vicepresidente y representando con la selección en el exterior. También fue presidente del Tribunal de Penas, primero, y luego reemplazó al Dr. José Emilio Gorostiaga en el Tribunal de Justicia Deportiva.