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“Empecé con mi mamá y era una carrera no oficial. Fui con ella como reemplazante de mi padre que falleció cuando yo tenía 10 años. A partir de ahí mi mamá me tomó como su arpista. Ella cantaba y yo tocaba. Cuando llegué a Francia a los 19 años tuve un trabajo pagado con un recibo y ahí empezó mi carrera realmente como profesional del arte”.
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Eso recuenta en una apretada síntesis Ismael Ledesma, el arpista paraguayo que con su inventiva, sus ganas de traspasar las fronteras y con sus deseos de hacer visible a nuestro país por el mundo, supo construir una carrera como músico profesional para ser reconocido en todo el globo.
“Actualmente tengo 24 discos y en todos está mi vida. No es fácil contar tu vida en música pero tengo gente que entiende y eso me da mucho placer”, expresa.
Por eso, la época de pandemia apenas fue un freno para él ya que tomó valor para aprender ya de adulto a trabajar con la tecnología. “Me las arreglé para no aburrirme e hice tres discos durante la pandemia”, señala como si su creatividad no tuviera límites.
Y es así. Según sus estados de ánimo esa creatividad fluye a borbotones, sin importar si esos sentimientos, de repente, no son los más felices. Todo vale. “En esos años me sentía tan lejos de mi país y empecé a experimentar la tecnología, algo que era nuevo para mí. Imaginate que no entendía cómo enviar música por partes, por internet, y esto me permitió comprender y entender mejor. Mis amigos que están lejos también me orientaron”, dijo, subrayando la importancia de las amistades nutritivas.
En ese marco de sentirse lejos nació “Normandía”, un homenaje a la región donde vive. El segundo disco fue “Ismael Ledesma Sinfónico”, algo que siempre deseó y que pudo cumplirlo con la ayuda de Sergio Cuquejo. Luego nació “Arpa Guaraní”, también sinfónico. “En estos dos años y medio traté de meter en estos discos ese potencial creativo en diferentes géneros, ya sea en folclore, world music, new age”, observa Ismael.
-El primer disco con Sergio Cuquejo abre justamente con una obra llamada “Mi origen”.
-Sí, a través de esa obra cuento quién soy yo y quiénes somos todos los paraguayos, porque somos una mezcla de indígenas y europeos. Es lo que yo traté de hacer comprender siempre por el mundo. Mi origen es la raíz indígena y la española que tuvieron mis abuelos, mis padres. Musicalmente trato de ilustrar con ritmos indígenas, trato de hacer entender que tenemos dos orígenes.
-Siempre te mostraste orgulloso de ello.
-Toda mi vida he reivindicado mi propio origen. También recibí muchísimas críticas desde el principio. Hay gente que dice que yo no represento al Paraguay porque tengo el pelo largo y eso es completamente absurdo; nuestros indígenas guaraníes siempre tuvieron el pelo así y yo no tengo vergüenza de eso. Hay gente que quizá no se quiere semejar a nuestro pueblo, pero ese es problema de ellos. Los artistas recibimos críticas así o sobre el aspecto físico, siempre hay mucha maldad pero bueno, hace parte del juego.
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-La crítica también puede ayudar a crecer, depende de lo que tomes.
-Sí, yo desde niño recibí choques, porque yo no podía proponer mis propias músicas. No hay que olvidar que viví esa época de dictadura donde todo era restringido, entonces no teníamos derecho a crear. Se creaba a la gloria del presidente, todo el mundo le cepillaba. A mí me decían “no, no hay nada que crear, tocá la polca del Partido Colorado, con eso vas a triunfar”. Yo no entendía por qué no tenía el derecho de exponer mi propia música, porque exponía para mi familia que tampoco me escuchaba. Todo eso hizo que yo me construya y me refugie en mí mismo, hasta que tuve la oportunidad a los 19 años de salir del país y de sentirme libre donde estoy. Igual cuando empecé a volver a Paraguay para mostrar lo que hacía al comienzo no me aceptaban, pero yo fui perseverante y el resultado está aquí.
-Igual muchos músicos han salido y encontrado un buen pasar con la música en el exterior.
-Porque estando en el país muchas veces al músico no se lo valoriza, porque es como que hace parte de la vida cotidiana. Uno está acostumbrado y ya ni se da cuenta quién está tocando. A veces hasta no quieren pagar a los músicos porque creen que no vivimos de eso. Pero realmente la música es una profesión y uno debe ganarse la vida. Yo no sé hacer otra cosa, querían que estudie Economía, pero no lo logré porque no era lo mío. Lo mío era la música y tuve que salir del país para que se me comprenda. Allá me trataban de vago, de alguien que no quería trabajar, pero no es así si yo trabajé desde mis 6 años con mi mamá tocando por todos lados.
-Ese pensamiento va muy ligado con la vida en dictadura. Es como el producto.
-Sí, si bien en el país donde yo vivo u otros de la región tienen su historia también, son historias de hace mucho tiempo. Ellos han superado todo esto, así como las guerras. Pero no critico a nuestro país, un lugar de gente noble y donde también me siento feliz, pero a veces hay regímenes que hacen que un pueblo esté oprimido. Igual aquí enfrenté obstáculos, no fue fácil y me fui formando con la base que tenía. Me siento bien acá pero no soy de acá, yo soy de Paraguay y es ahí a donde quiero volver.
-Claro, al final la satisfacción viene del origen, del crear y de los que conectan con tus obras.
-Sí, esa es la motivación principal que tengo, un público que me sigue, que comprende lo que yo quiero hacer entender, entonces eso para mí es suficiente y es lo que me da vida. Mi motivación principal es el público. Esta vez que fui a Paraguay me sentí realmente feliz porque el público me apoyó desde el principio, desde que entré en el escenario en el Festival Mundial del Arpa. Eso hace que uno siga creyendo en lo que uno hace.
-¿Qué te pasó cuando volviste a Paraguay para el Festival Mundial del Arpa?
-Me sentí muy querido por los amigos que siempre están ahí, muy querido por el público que me sorprendió bastante. Tuve muchos momentos felices con la familia y mis amigos. Yo quiero todo de allá, la tierra, el árbol, el mango, esa es mi esencia. Voy a mi país para vivirlo.
-¿Cómo viste a la escena referente al arpa?
-Asistí a todas las noches de festival y fue muy satisfactorio porque ví artistas jóvenes que mantienen la tradición musical del arpa paraguaya, o sea que hay una continuidad, y después está la parte progresiva o evolutiva con artistas que proponen cosas nuevas y quienes deberán luchar para mantener esa posición porque es lo más difícil. Hay renovación, hay ideas. A veces nos tratan de que traicionamos nuestra música pero no es así, solo exponemos las ideas que tenemos. Uno debe ser firme en sus convicciones, mantener su personalidad y no dejarse manipular por nadie.
-¿Cómo vivís esto de estar 40 años haciendo música?
-No voy a parar. Estos 40 años son como una misión cumplida con mi país porque lo he representado por todo este tiempo. Son 40 años de lucha por la música de nuestro país. Con estos discos creo que ya no tengo nada que justificar, porque en nuestro país nos piden mucho justificarnos. Me quiero liberar de eso para tener una vida más tranquila. Si yo quiero hacer jazz lo voy a hacer, si quiero hacer rock también y si me achacan pues diré que ya hice mucho antes, pero seguiré haciendo música paraguaya. Aún tengo mucho que dar y crear. Voy a reposar un poco porque a nivel discográfico hice mucho. Además, trato de cuidarme, cumplí 60 años de vida. Uno debe mantenerse joven en su cabeza también y en forma, hago deportes. Alguna vez pienso volver a mi país para retirarme. Soy un artista que vivió en los escenarios desde chiquito entonces quisiera alguna vez retirarme y vivir otras cosas, pero todavía no.
-Es toda una vida como artista.
-Sí porque estar activo internacionalmente no es fácil. Son 40 años de lucha, de existir, y eso cansa, pero logré ser artista aquí en Europa y en el mundo. Eso es lo que yo quería, lo deseaba en mi niñez y juventud. Estoy con la consciencia tranquila porque pude lograr lo que yo me propuse y eso es importante para los jóvenes, yo lo logré a pesar de las dificultades. La victoria más grande que puedo reivindicar es esta.
-¿Cómo te sentís viendo todo esto?
-Estoy en paz conmigo mismo, con todas las dudas que yo tenía logré todo lo que quise. La primera satisfacción es la de haber cumplido mis objetivos. Después estoy feliz porque tengo un equilibrio personal y familiar. Yo soy muy simple, básico. Me gusta tener un techo, algo para comer y afecto alrededor que son mis dos hijas y mi esposa, tenía un gato pero falleció, y tengo salud. Estoy feliz, en el apogeo de mi felicidad.
Todo construí gracias a mi arpa. Pude educar a mi familia, tengo una vida de profesional en el arte, lo único que no tengo es una casa propia pero bueno, por lo menos tengo para pagar el alquiler y eso es importante.