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Bajo el nombre de “La tierra sagrada. De la idealización nacionalista a la abstracción pictórica en los paisajes paraguayos” fueron expuestos recientemente por primera vez en nuestro país obras clásicas de la colección privada de Nicolás Latourrette Bo. La muestra realizada en el Museo de Arte Sacro presentó una variada exhibición de arte pictórico que pasó por distintos autores y estilos.
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La interpretación de la tierra en el Paraguay es el eje temático que agrupa a diferentes pintores en esta exposición, comenta Latourrette Bo, y aclara que, sin embargo, no todos los artistas son paraguayos. La selección de obras fue hecha por el museólogo Luis Lataza, incluyendo desde un Da Ponte a Edith Jiménez, pasando por puntillismo, espátula y otras técnicas que representan un poco de lo que hay en la colección cuyo propietario afirma haberse interesado por el arte ya desde muy temprana edad, desde los 13 o 14 años, época en que empezó a buscar cosas relacionadas al arte y así fue juntando lo que hoy es una muy completa colección de objetos, incluyendo marfiles, objetos de Egipto, de la India, representaciones religiosas de distintos puntos del mundo; objetos que fue agrupando en distintas exposiciones que planea seguir ofreciendo en 2023 para el público en general.
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El recorrido
En cuanto a “La tierra sagrada”, se pudo apreciar, casi al inicio del recorrido, una caricatura a tinta sobre papel, de Juan Sorazábal, un óleo sobre tela de Luis Toranzos, denominado “Camino con dos burreritas”. Cabe recordar que en la carrera artística de Luis Toranzos el paisaje fue una constante, y las burreritas representan “una de las imágenes más entrañables acuñadas por nuestro nacionalismo”, como se explica en documentos de la muestra.
Destaca también una pintura de Pablo Alborno, “Paraguarí”, un óleo sobre tela de 1923; “Lapacho rosado”, un óleo sobre tela pintado en 1940 por Jaime Bestard, destacado paisajista. El lapacho rosado es quizá el motivo preferido del paisajismo paraguayo a lo largo de los tiempos, habiendo pasado por todo tipo de técnicas, estilos e intérpretes. “La naturaleza ha sido representada desde los comienzos del arte. Pero las características particulares de la geografía, animales y vegetales fueron siempre interpretados desde una perspectiva humana. Supeditados a los contenidos simbólicos, culturales o religiosos que una sociedad en particular le otorgora”, explica el texto curatorial que acompaña a la exposición.
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Más pinturas al óleo pertenecen a la vasta colección, como la obra “Tres chiperas” (1950), de Herminio Gamarra Frutos, quien con “técnica puntillista, de pinceladas cortas y rectangulares” plasma a las mujeres con sus canastos en la cabeza, quienes se integran al caserío, al camino y a la misma naturaleza, reza una descripción del curador de la muestra, Luis Lataza.
También se pudo apreciar “Paseo de la avenida” un óleo sobre tela de 1970, de Lilí del Mónico, exponente del grupo Arte Nuevo. Sobre los artistas de la primera modernidad paraguaya explican que es en el paisaje urbano “donde la naturaleza se ve fragmentada y encorsetada entre muros y avenidas y expresada con gruesas y empastadas pinceladas”.
No pueden faltar las obras de Roberto Holden Jara, Pablo Alborno, Pedro Di Lascio, Modesto Delgado Rodas, Wolf Bandurek y Andrés Cañete, este último presente con una xilografía a tinta sobre papel.
En la muestra también se pudo apreciar una pieza repujada en plata por Arana e hijos en 1920, y una madera tallada y policromada del siglo XVIII, obra anónima hispano-guaraní. Completaron el recorrido obras de Andrés Campos Cervera, Julián de la Herrería e Ignacio Núñez Soler.
“Para enmarcar la idealización del campesinado y la negación de su dura realidad, el nacionalismo paraguayo creó una nueva arcadia feliz”, se plasma en el texto curatorial, donde también se dice que “generaciones de pintores paraguayos a lo largo del siglo XX se abocaron a configurar, a construir y a deconstruir un repertorio pictórico nacionalista que aún hoy está vigente en nuestro imaginario colectivo”.
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