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Sonriente y siempre amable, Justo Villar hizo una pausa durante el partido que disputaban España y Marruecos por el Mundial de Qatar y nos abrió las puertas del rincón de su casa, donde durante la pandemia desempolvó un montón de recuerdos y montó una suerte de museo con todos los balones, incluso con los que empezó a jugar. Se completa con camisetas, banderines, guantes, botines, trofeos y especialmente siete pelotas mundialistas, todo organizado en una suerte de set a modo de estadio y una mesa de póker en el centro con los elementos de su actual pasatiempo a un lado, el golf.
La colección de Villar tiene los balones mundialistas de 2002 (Japón y Corea del Sur), 2006 (Alemania), 2010 (Sudáfrica), 2014 (Brasil), 2018 (Rusia) y, por supuesto, también ya la de Qatar 2022.
“El balón del que guardo los mejores recuerdos es sin dudas el de 2010, porque fue nuestra mejor campaña en los mundiales. Pero la pelota que más me gustó fue la de 2006″, señala el excapitán de la selección nacional.
El exguardameta asegura que “el balón de Sudáfrica 2010 habrá sido el que recibió más críticas, no solo de los arqueros, sino de todos los jugadores en general, porque era una pelota muy liviana e impredecible. Tanto es así que muchos de los goles se debieron a esa causa y también muchos errores de los jugadores en sí. Pero, sin dudas, es la que mejores recuerdos tendrá en mi vida”, asegura el ídolo futbolero que llegó a cuartos de final por primera vez en la historia del fútbol paraguayo en un mundial de mayores.
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El orgullo de representar al país
–¿Qué se siente estar allí, en pleno mundial?
–Es una honra tremenda, increíble, un orgullo muy grande poder representar al país en un deporte. A muchos atletas les pasará lo mismo, pero como lo nuestro es colectivo y tan popular, todo se magnifica. Todo lo que va bien se magnifica para bien, y también se magnifica para mal cuando las cosas no van bien. Creo que es algo que a nosotros nos representa como identidad el jugar al fútbol, como país, como Sudamérica. Y como latinos de sangre caliente que somos, creo que a veces confundimos con una guerra, pero es un juego, un deporte, en el que tomamos la bandera para representar al país en un juego que debe servir para unir a los pueblos y no para separar. A veces lo tomamos con un tinte distinto. Pero se entiende, por la pasión que tiene el futbolero en sí, antes que por un raciocinio que pueda tener alguien que le apasione el fútbol.
Para Justo Villar, cada mundial del que participó fue diferente. “Mi primera copa del mundo, la del 2002, fue para mí increíble. Era muy joven todavía, y estar ahí con las grandes figuras que habían pasado por la selección, compartir con (José Luis) Chilavert, (Roberto) Toro Acuña, (Carlos) Gamarra, Chiqui Arce, José Cardozo, grandes exponentes del fútbol y tener que convivir con ellos... Y después en el 2006 me tocó vivir una dura lesión, a los 7 minutos del juego, que me dejó fuera, y eso impactó muchísimo porque tenía mucha ilusión de jugar en el Mundial, hacer algo grande dentro de la selección, y lastimosamente me tocó jugar muy poco. Pero en el 2010 se dio la revancha con nuestra mejor campaña en la historia de los mundiales con la selección Albirroja. Entonces, me ha tocado diferentes cosas en los mundiales: comenzar de cero, como principiante mundialista en el 2002; sufrir el sabor amargo de la eliminación en primera ronda en 2006, por la lesión tan tempranera, y en 2010, no tocar el cielo, como se dice, pero sí vivir la mejor y mayor experiencia del Paraguay en los mundiales con un grupo maravilloso, que fue el de Sudáfrica.
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–¿Podría aparecer de nuevo un Justo Villar en la Selección Nacional?
–(Se ríe). Creo que cada uno de los porteros tuvimos nuestra época en la selección, desde Artemio Villanueva, pasando por Florentín, Chilavert, Almeida, Gato Fernández, veníamos con Ricardo Tavarelli y Justo Villar, Bobadilla, hasta llegar a Antony Silva. Creo que van a seguir surgiendo porteros que prestigien a la selección, una posición que para nosotros siempre fue algo representativo a nivel nacional y mundial.
Recordar y valorar
Aunque muchos objetos se le perdieron con los ajetreos de mudanzas, conserva la mayor parte y nos muestra camisetas de Messi y otras celebridades de partidos importantes. Por supuesto, no faltan las firmadas por todos los integrantes del equipo albirrojo de cada competencia.
Este lugar –explica– es “para no olvidar, porque al final el recuerdo uno se lo guarda para sí, pero con esos recuerdos se revive cada instante, con quién fue, qué momento, y eso ayuda mucho a valorar lo que uno consiguió con el tiempo. Esto no es para alardear o demostrar orgullo solamente, sino para valorar el esfuerzo que hicimos con mi familia, arrancando con mi papá, y luego con mi esposa junto con mis hijos, que me acompañaron en todo momento en la cancha”.
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Sobre la incorporación de la tecnología en los balones, como ocurre con el de Qatar 2022, destaca don Justo: “Me parece buena mientras ayude a mejorar y sea utilizada para que haya menos equivocaciones de parte de los árbitros. En cambio, no me gusta cuando se abusa de su uso ya por cosas muy mínimas”.
La primera camiseta
Una verdadera joyita guarda Justo Villar entre las cosas de sus afectos: la primera camiseta albirroja TP que usó en su infancia. “Cantalicio Villar, mi abuelo –que, según cuenta mi papá, me mimaba muchísimo por ser el primer nieto varón–, me la compró cuando tenía dos o tres años. Mi mamá la guardó, está rota y muy cosida, pero tiene un valor emotivo e histórico para mí porque fue mi primera albirroja”.
Nelson y la Jabulani
El León Guaraní, Nelson Haedo Valdez (39), desde Alemania también comenta a ABC Revista que tiene una sola pelota mundialista que es el Jabulani, el balón oficial utilizado durante el mundial de Sudáfrica 2010. “Fue una de las más recordadas de los mundiales, sobre todo para nosotros los paraguayos. Personalmente es el que más me gusta”, confiesa el delantero quien se retiró del fútbol profesional en 2021.
Entre sus anécdotas relacionadas con la pelota cuenta que cuando experimentaron los juegos con las Jabulani, la diferencia era abismal con otros balones porque tenía una gran velocidad con cada pelotazo. El balón de ahora incluso ha avanzado mucho más.
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Para Haedo Valdez con la incorporación de la tecnología que llega al balón, los árbitros al parecer tienen cada vez menos que hacer en la cancha, y aún así no están garantizados que no haya errores en las decisiones que se toman. “Creo que la tecnología en el balón ayuda a mejorar muchísimo o por lo menos está mejorando mucho. Yo no sé lo que están en la línea qué función llevan hoy en día, porque hay que esperar hasta lo último para levantar el banderín. Ahora el balón es el que decide si es off side o no”.
Romerito y sus goles
El ídolo de la selección albirroja, Julio César Romero (62) tuvo dos encuentros con el balón mundialista en la Copa del Mundo de México, 1986. Antes estuvo en el Mundial Juvenil en 1979.
“No me queda nada de objetos, más que las fotografías”, responde el querido Romerito sobre algún objeto que guarda de las competencias. “Todo lo que tenía envié a un museo internacional. Tenía balones del Cosmos, viejos, pero los del mundial eran naturalmente Adidas. Creo que el que lo guarda es porque marcó goles con esa pelota”.
Entre sus mejores recuerdos atesora los goles contra Irak con el gran pase de Adolfino Cañete y el gol de cabeza en México 86 también pase de Adolfino. “Todo el mundial es siempre una fiesta de fútbol, de alegría, pero deportivamente recuerdo muy bien esos dos goles”, menciona.
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A su criterio la tecnología actual como la incorporada en el balón de Qatar 2022 es “muy ficticio, no resuelve casi nada. Hubo jugadas en las que la pelota no avisó, no aportó nada y creo que es más bien para marketing”, reflexiona.
Está bien que llegue la tecnología al fútbol -continúa- pero los hombres se equivocan, algunos por error y otros tal vez intencionalmente. Es lo que uno piensa cuando ve que le dan un penal que nunca fue penal a Messi, Ronaldo y Lewandowski. “Son errores humanos con o sin intención, por tanto la tecnología tampoco es infalible en el fútbol”, concluye.