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Pensada de manera amigable con la naturaleza, se erige por fuera mayormente de concreto con diseños y movimientos que simulan la brisa y por dentro guarda una admirable colección de arte de ambos países que discurre como un soplo de colores en diversos rincones.
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Así el arte y la diplomacia van de la mano en una fusión concebida por numerosas personas que han trabajado para dar una imagen renovada a la sede de la embajada de los Estados Unidos en Paraguay. Tras casi nueve años desde el primer diseño hasta la concreción del proyecto lo transversal es la preservación de la naturaleza, el mensaje poderoso del concreto y el pragmatismo de la utilización de los espacios abiertos de manera a un mejor aprovechamiento del espacio y de la luz solar.
Desde la vereda sobre la calle Brasilia, donde será el nuevo acceso principal, se puede ver una colorida estructura geométrica que evoca el mapa del Paraguay y es la primera aproximación artística que abre un recorrido artístico de la NEC (Nuevo Complejo de la Embajada), según explica la curadora Welmoed Laanstra, quien junto a un equipo de montadores ultima detalles para dejar lista una gran galería de arte permanente en la que artistas norteamericanos y paraguayos se unen para ornamentar el complejo con diversos tipos de obras.
La idea es establecer una conexión artística basada en la naturaleza con sus colores, formas y movimientos. Las plumas, las texturas, las tradiciones y las vivencias se entrelazan en estas piezas que cobran forma desde el barro, pasando por el lienzo de gran formato, móviles, óleos, tejidos inspirados en ñandutí, cerámicas esmaltadas hasta dibujos a bolígrafo hechos por artistas indígenas del Chaco paraguayo.
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Una de las obras más resaltantes que saludará a quienes visiten la sede de la nueva embajada es un lienzo de gran formato que evoca los bosques paraguayos que se entremezclan con formas de la fauna norteamericana. También destacan obras de Julia Isidrez y otros artistas nacionales y de origen estadounidense.
Respecto a la construcción de la sede en sí existen tres grandes bloques conceptuales que conviven armoniosamente con la naturaleza, según explica la arquitecta Rina Simon. De acuerdo con la profesional el proceso para crear este edificio se inició hace casi nueve años y lo más relevante fue entender la importancia del paisaje natural y cómo encajar la estructura sin perder esa riqueza de la flora del terreno.
“Tener una vista privilegiada de la naturaleza en un espacio comunitario, que antes solo era un privilegio de pocos es un hecho poderoso dentro del diseño de este nuevo complejo”, expresa Simon. Por otra parte, la arquitecta Milena Di Tomaso, quien es parte del team de diseñadores, agrega que el edificio homenajea y eleva a un nivel más alto la cultura local.
“Una vez que establecimos que debíamos hacer el edificio… debíamos diseñar el proceso. Así visitamos diversos lugares y edificios locales para entender el lenguaje arquitectónico del Paraguay… los materiales que se utilizaban, para mezclar la cultura local con lo que se requiere para un lugar como este”, agregó.
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“Empezamos con tres conceptos y fue fantástico que lo que se diseñó en primer término es lo que se realizó”, remarca Di Tomaso. El concepto de ser un edificio amigable con la ecología fue un asunto importante, ya que desde el primer momento se ha preservado parte del paisaje.
Sin embargo, para llegar a este punto el recorrido visual se inicia con una especie de mole de concreto que a primera vista “atropella” por su majestuosidad. Pero al acostumbrar la vista se avizoran los primeros atisbos de cercanía con los diseños de los techos y paredes que emulan ondas de la brisa que sopla en el corredor principal del edificio.
De a poco la naturaleza va asomando para terminar por dentro en una atmósfera que sigue la línea de paredes en 3D que siguen emulando el trazado que lleva la brisa inicial del corredor a todos los rincones visibles del edificio.
“Quisimos ser honestas en nuestro lenguaje arquitectónico y en eso el concreto es parte importante de la estructura. En vez de esconderlo, lo celebramos. De manera pragmática lo incorporamos al paisaje, aprovechamos la luz solar, la iluminación natural maximizándola y lo hacemos lo más abierta posible”, agrega Di Tomaso como una metáfora que se extendería a la interacción entre Estados Unidos y Paraguay en términos diplomáticos.
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En cuanto a un rótulo de estilo, el edificio no está encasillado en uno en particular, sino que sigue de manera intuitiva la identidad de su espacio local con los estándares internacionales. Finalmente, el concepto de amabilidad permea en toda la estructura pues es la imagen que desean proyectar más allá de lo que impliquen las estrictas normas de seguridad para el ingreso.
“Aquí vendrán familias, niños y mucha gente a la que esperamos brindar una nueva experiencia celebrando la amistad”, finalizan las profesionales que han trabajado por la fusión del arte, la cultura, la naturaleza y la diplomacia en esta gran obra arquitectónica.