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Además del infaltable Ave María, de Schubert, cada diciembre cobran fuerza las canciones dedicadas a la Virgen de los Milagros de Caacupé, cuya presencia está rodeada de mística, leyendas, religiosidad y la historia misma del Paraguay.
Las más conocidas como el Himno a la Virgen, Virgencita de Caacupé, Tupãsy Caacupépe, Peregrina de Caacupé se hacen oír desde el corazón en la Basílica, en todos los templos del país, oratorios y en las casas. Pero existen miles de canciones dedicadas a ella, incluso escritas en cada pueblo que visita en sus giras pastorales.
¿Pero cuándo y cómo surgieron las canciones más difundidas? Unas tienen una rica historia de fe y milagros, pero otras tienen orígenes que se pierden en el tiempo. El destacado investigador de la historia de Caacupé, Pedro Artemio Ruiz, autor del libro Caacupé, Pueblo mío, rescata en el tomo II que “por la década del 30 también se habría cantado por primera vez el Himno a la Virgen con música del maestro español Manuel Ochoa y letra del presbítero Manuel Gamarra”.
El periodista, que hurgó en varios documentos de la Villa Serrana y publicaciones de la época, agrega que “este himno era entonado todos los días de la Novena y el 8 de diciembre por un coro casi familiar. Mi madre tocaba el armonium, acompañada al violín por Asunción Odriozola de Toja y Etelvina Odriozola. Las cantoras eran Asunción Encina de Arbo, María Digna Encina de Meilicke, Olimpia Riquelme, Zenobia Odriozola y Guillermina Franco de Casamayouret”.
La obra de Artemio Ruiz se incluye en seis libros que ahora los quiere compendiar en un solo gran tomo con los nuevos resultados de sus investigaciones.
Los Tres Sudamericanos
Desde su formación en 1959, y la contratación por la CBS de Argentina al año siguiente para la grabación del primer disco de larga duración en Buenos Aires en la que está presente Virgencita de Caacupé, compuesta por Federico Riera, hasta la actualidad, cada diciembre nos llega la inconfundible versión de Los Tres Sudamericanos. Es innegable que desde el primer momento el éxito fue rotundo.
En dos entrevistas brindadas a ABC Color (2015 y 2018), Alma María Vaesken cuenta que fue su madre María Ruiz Portaluppi, presidenta de la Acción Católica, quien les dio la idea del nombre y la que los alentó a grabar la canción. “Mi mamá servía el cafecito y era ella la que insistía: ‘¿Por qué no graban Virgencita de Caacupé?’, esa tienen que grabar”, cuando se gestaban las reuniones para conformar el grupo musical. Está de más decir que la madre de la joven cantante era muy devota de la Virgen de los Milagros.
La primera voz de los Tres Sudamericanos recuerda en las publicaciones que ella cantaba el Ave María en los casamientos en la iglesia San Miguel Arcángel, “pero no como una soprano”.
Muchos consideran única la versión en la que Alma María canta el Ave María y su esposo Johnny Torales recita... “Oh Virgencita de Caacupé. Tú que eres buena, oye mis ruegos, vengo a pedirte que tus perdones y tus milagros lleguen a mí... Un día quisieron llevarte muy lejos y en un milagro dijiste tove...”.
“… esa oración escuchan los enfermos, los que buscan una sanación y peregrinan por esa fe inquebrantable hasta Caacupé. Eso les levanta el espíritu y las esperanzas de sanarse. Creen firmemente que la Virgencita va a obrar el milagro. Ese recitado emociona” (ABC Color, entrevista de Hugo Ruiz Olazar).
Una canción conmovedora
El periodista investigador Mario Rubén Álvarez, quien lleva al menos 11 libros titulados Las Voces de la Memoria, sobre las historias de las canciones populares y cientos de artículos difundidos en el diario Ultima Hora, también rescata dos músicas dedicadas a la Virgen de los Milagros de Caacupé. Una es Tupãsy Caacupépe, de Félix Fernández y Diosnel Chase, que califica como “un clásico del cancionero popular de inspiración religiosa”, y la otra es A la Virgen de Caacupé, el conocido Himno escrito por el padre Manuel Gamarra.
Cuenta Álvarez sobre la primera canción en guaraní que Félix Fernández interpreta “la angustia de una madre que acude junto a la Virgen para implorar por el regreso con vida de su hijo combatiente”.
Che diosa che Tupãsy, la Virgen Caacupé
eñatende che rehe porque nde avei ko sy
oimeva’ekue ne memby omanóva kurusúre
yvy póra ohayhúre, rejajáiva Tupãsy.
El colega investigador lo cataloga como un compuesto dado que relata situaciones de la vida real. “A pesar de que la Guerra del Chaco queda cada vez más lejos en el tiempo, es como si se recuperaran abruptamente aquellos dolorosos días en el sentimiento de una madre que llegaba hasta la Villa Serrana para hablarle a la Virgen casi de igual a igual”. Por ello –sostiene– que el autor debió haberlo escrito durante la Guerra con Bolivia, entre 1932 y 1935: “Lo que retrata en palabras es tan vívido que tuvo que tomar como punto de partida una experiencia que conocía de manera muy cercana”.
“El poeta se ubica en el alma de una madre que tiene a su hijo en el frente de batalla. Y acude, para pagar su promesa, junto a su madre celestial. De entrada, apela a la condición de mamá de la Inmaculada recordándole que su hijo murió en la cruz. De ahí en más, ya ubicada delante de la Virgen de Caacupé, le cuenta que ella también es madre sufriente...”.
Fernández sintetiza –continúa describiendo Mario Rubén– en la última estrofa el drama y la esperanza de la madre frente a la Virgen: “… la madre le implora a la Virgen de los Milagros de Caacupé que pronto haga retornar a su lado, sano y salvo, al fruto de sus entrañas. Esta canción es un alegato contra la guerra que separa a madres e hijos, como expresión de crueldad. En medio de ello, ante la incertidumbre, aparece el recurso de la fe que sirve como consuelo, pero también como posible tabla de salvación”.
Irreténgui akokuehe oscrivi chéve ipaha
oiko porãiténteha ikártape omyenyhê
techaga’u mante je ipy’áre ojapokói
pero ikatúnte vokói Tupãsy rerojere.
Explica luego que como en esa época Diosnel Chase ya estaba en Buenos Aires junto a Félix Pérez Cardozo, Ampelio Villalba y otros músicos tuvieron que haberle puesto la melodía en la capital argentina”.
El otro himno de los católicos
Es tu pueblo, Virgen pura...
y te da su amor y fe
dale tú, paz y ventura
en tu edén de Caacupé.
Así reza el coro del Himno a la Virgen de Caacupé, la segunda obra investigada por Mario Rubén Álvarez, quien logró rescatar relevantes datos de que la obra fue escrita por el padre Manuel Gamarra en 1911, “como aporte para el primer centenario de la independencia nacional”. Es el mismo autor de la conocida canción A Dios Queremos... y otras músicas religiosas que están siendo rescatadas por su sobrino nieto Pedro Gamarra Doldán.
Precisamente, Mario Rubén Álvarez se basa en los datos que le proporcionó Gamarra Doldán, quien prepara una obra biográfica sobre la vida del sacerdote, que llegó a ser cura párroco de Lambaré y luego de Itá.
“El autor de la letra y de la música fue el pa’i Manuel Gamarra, nacido en Lambaré en 1886 y fallecido en 1957 (...) Muy joven entró al Seminario Conciliar, donde fue tonsurado en 1909. Al recibirse, monseñor Juan Sinforiano Bogarín –quien lo apreciaba mucho– lo trajo como teniente cura de la Catedral. Se le otorgó una beca para hacer el doctorado en Teología en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, donde llegó en 1913. A poco más de un año de haber llegado –prosigue Gamarra Doldán–, y con estudios brillantes, le sorprendió la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Bélgica y Lovaina fueron destrozadas por las tropas alemanas del Káiser. Para más, en agosto de 1914, la biblioteca de la Universidad de Lovaina fue totalmente quemada por los alemanes. A raíz de esa afrenta a la cultura, el pa’i Gamarra salió a las calles a sumarse a los que protestaban por el atropello. Fue apresado y condenado a muerte por esa actitud”, sigue contando Mario Rubén Álvarez al hacerse eco de la historia que le acercara Pedro Gamarra Doldán.
“Por suerte, se enteró de esa situación el Gobierno paraguayo. El coronel Adolfo Chirife era entonces ministro de Guerra y Marina del presidente Eduardo Schaerer, alemanista, exbecario a Berlín. Chirife, en contacto con sus camaradas alemanes, logró evitar la ejecución. Una vez salvado de morir, retornó a Asunción. Ya de regreso al Paraguay escribió en la prensa, fue párroco de la iglesia de Lambaré, produjo poesía, componía música y participaba de la vida nacional con sus ideas progresistas. Sus composiciones musicales más conocidas se encuentran compiladas en ‘Himnos y cánticos religiosos populares’ escritos en diversas oportunidades por el presbítero Manuel Gamarra. Muchas de ellas como A la Virgen de Caacupé, A Dios queremos y otras son cantadas hasta ahora”, con mucha devoción y fe por todo el pueblo paraguayo.
Homenaje de una sobreviviente del covid
Al celebrar en 2021 sus 25 años con el canto lírico y popular, la soprano guarambareña Delia Picaguá Bordón grabó un videoclip dedicado a la Virgen de Caacupé, que generó gran impacto en las redes sociales con la canción Tupãsy Ka’akupépe, del poeta itaugüeño Félix Fernández y música del guaireño Diosnel Chase.
Ya nos ha contado Mario Rubén Álvarez sobre la historia y el significado de este canto. “Grabé el tema en el 2021 en Brasil, São Paulo, con Los Castillos, músicos villetanos, radicados en el vecino país, en homenaje a mi madre. Ella perdió un hijo, mi hermano, en un accidente, y la sentía muy identificada con este tema. Además, la dediqué a todas las madres de mi país, que deben rogar por sus hijos e hijas en su lucha constante por sobrevivir, en este mundo tan complicado de nuestros días. Y tras la pandemia y haber sobrevivido milagrosamente al covid, decidí realizar el video como un homenaje de gratitud a la Virgen de Caacupé”.
La destacada cantante y difusora de la cultura paraguaya explica que “para darle el toque, el aire bien de tierra adentro, y sobre todo profesional, acudí a Clotilde Cabral, quien gustosa recepcionó mi idea, respetando la esencia y los sentimientos que quería que trasmitan. Grabamos entre la ciudad de Caacupé (en el templo central) y la mayor parte en Guarambaré, en diversos lugares y con actores y actrices aficionados de mi ciudad. Tanto los sitios como los involucrados fueron elegidos por mí, pensando en lograr un óptimo resultado”.
Lea más: Delia Picagua canta a la Virgen de Caacupe
Como madre de la artista aparece en el videoclip doña Germana Penayo, reconocida galopera de Guarambaré. Como el hijo-soldado, Gastón Ledezma, estudiante bailarín folclórico y actor aficionado. Segundo hijo menor es Jesús Aranda, un vecino, estudiante, quien tomó con mucha seriedad y responsabilidad el proyecto aun con su corta edad, a decir de la cantante.
“Como soy una auténtica abuela memby, conozco todos los temas dedicados a la Virgen de Caacupé, pues mi abuela Fidelina –con quien me crié– era muy mariana y escuchaba ya desde mediados de noviembre todas las canciones dedicadas a Caacupé, las cuales me llegan al alma, aparte de lo espiritual, por formar parte de mi infancia. Por ello aún me falta interpretar otras obras del rico repertorio que poseemos en homenaje a la patrona del Paraguay”, cuenta Delia, al apuntar que las dos versiones que utilizó para esta interpretación fueron las de Juan Carlos Oviedo y los Hermanos Acuña, que considera “la más auténtica y emblemática”, y la de Francisco Russo.
Lizza Bogado, una eterna peregrina
“Virgencita vestida de azul en tu trono de amor,
peregrina a tu encuentro voy anhelante de fe.
No me niegues tus dones de luz, alimenta mi sed,
a tu amparo yo espero encontrar renovada ilusión...”
La canción Peregrina de Caacupé, de Numa Mallorquín y Luis Szarán, en la voz de Lizza Bogado se ha convertido en un clásico de la festividad mariana más grande del país.
No obstante, Lizza ha interpretado varias canciones populares, clásicas más conocidas y hasta grabó en honor a la Virgen de los Milagros.
La pasión y fuerza en sus interpretaciones no tiene que ver simplemente con el sentir y el fervor popular, sino con una convicción personal: “Soy muy devota de la Virgencita. Ella me ha demostrado su amor y amparo en muchos momentos difíciles y hermosos de mi vida. Es para mí un gran refugio, siendo la madre de nuestro maestro Jesús. No es por el sentir popular, es porque creo en su amor y misericordia como toda madre de buen corazón. Soy una eterna peregrina a su casa. Lo hice por más de 15 años”, asegura.
Cuenta Lizza que esta canción fue grabada con arreglos del maestro Luis Szarán en noviembre de 1981, cuando se inició como cantante profesional. “La canción fue estrenada en el especial de Navidad de Canal 13 ese mismo año y desde que fue publicada en el álbum Lizza Bogado Vol II en 1982, con arreglos del maestro Luis Álvarez, el querido e inolvidable Humberto Rubin la usó para las coberturas de las festividades de nuestra Virgen Serrana. Fui la primera intérprete y creo que hasta hoy la única. Me gustaría escuchar nuevas versiones. La historia de cómo termina en mi voz la canción es bastante sencilla. Se estaban haciendo los preparativos para el especial de Navidad del Canal 13. Coincidía mi participación en la zarzuela Las Alegres Kygua Verá, con Alberto de Luque. La protagonista femenina era Doris Ferreira, una hermosa cantante que luego fue a residir a Italia. Nos dieron a elegir entre dos canciones, una de Navidad y otra la peregrina. Ella prefirió hacer la de Navidad y yo tuve la suerte de quedarme con la canción para la Virgen”.
La cantante asegura que es su madre quien le enseñó a amar a la Virgen de los Milagros, pues su fe “es fuerte como una roca”. Entre otros testimonios menciona el hecho de “encomendarle a ella a mis hijos Juan Pablo, Santiago y Jessica, bajo su amparo y protección, que dé paz a Benjamín cuando lo llevaron preso incomunicado solo por ejercer su derecho a trabajar, cuando nació mi nieta Máxima, a quien tuve el privilegio de ver nacer. Resalto la fuerza que me dio ella, mi mamá María de Caacupé, para aceptar, asumir, luchar y acompañar la lucha de mi hijo Santiago desde el día de su lamentable accidente. No quiero ahondar en detalles, pero solo puedo decir que los milagros existen y que la fe mueve montañas”, concluye.
Las Paraguayas y su historia de devoción
Maribel Pedrozo es la matrona de la familia Pedrozo, una de las más tradicionales y conocidas de Caacupé y, sobre todo, asociadas con la devoción a la Virgen de los Milagros, desde el coro o a través de sus serenatas.
“Nuestra relación musical con la Virgen comenzó en 1996 cuando el padre Adriano Ávalos, párroco de nuestra parroquia y a la vez del santuario de la Virgen de los Milagros de Caacupé, vino a nuestra casa y nos pidió que armemos un coro para el Santuario entre 30 y 40 integrantes. Nos pidió músicos que canten bien y que elijamos las mejores voces para integrar el coro. Así lo hicimos ese mismo año con el primer coro de 40 integrantes y salió muy bien, con muchos músicos de la época”, relata Maribel, hermana de las cantantes Perla y Fanny.
Al año siguiente –agrega– surgió otra vez la propuesta y la cantidad de voces subió a 55 y así, a través de los años, en 2013 llegaron a crear un gran coro de 150 jóvenes y músicos de todas las diócesis. “Recibíamos entre 400 y 500 jóvenes aspirantes y teníamos que hacer una especie de audición y casting para elegir a los mejores”.
Y ese mismo año de éxitos en que se llegó a la mayor cantidad de 150, a su vez fue el último año de ese coro, producto de algunas desavenencias con la jerarquía eclesial del Santuario. “Se debió –digamos– a una desobediencia, en el sentido de que cuando estaba monseñor Claudio Giménez al frente de la Diócesis nos pidió que solo sean 100 jóvenes los del coro, porque ese año iba a venir el Papa, pero al final no vino aquella vez. Entonces, a los cien jóvenes que pidió Monseñor se congregaron otra vez 150 para la fiesta de la Virgen. Eso le molestó a Monseñor y me mandó llamar en el Obispado. Pero yo ya no podía sacar a ningún joven porque cada uno tenía una promesa y estaba muy ilusionado con cantar en el coro. Le rogué al padre Arnaldo Godoy, quien era rector del Santuario, para que pudiéramos terminar de cantar los 150 jóvenes y después ver qué hacer, pero al final terminó allí, porque no quisimos armar ningún alboroto, pese a que algunos hasta quisieron manifestarse”.
A raíz del incidente, sigue comentando Maribel, cuando vino el papa Francisco apareció ya otro coro. “Fue muy triste para nosotros haber sido excluidos de la iglesia, pero bueno, ya pasó y nosotros seguimos cantando a la Virgen”.
Devoción y testimonio de fe
Maribel relata que su familia tiene una estrecha relación de fe y milagros con la Virgen. Por ejemplo, su hermana Perla siempre fue muy devota y tiene un milagro que agradecer. “Las veces que viene a Paraguay, lo primero que hace es ir junto a la Virgen, a ponerse de rodillas en el Santuario, y –sobre todo– si le da el tiempo siempre viene a cantar. Desde muy niña le cantó a la Virgen y fue muy ferviente porque tenía problemas de asma, y mi madre, Lidia Yurtz de Pedrozo, la trajo e hizo una promesa que si se curaba siempre iba a cantar a la Virgen. Se curó y ahora con sus 72 años sigue siendo guapa y cantando”, relata.
Maribel añade que toda su familia, incluyendo la de su esposo, el profesor Roberto Gaona, tiene una estrecha relación de fe con la Virgen de Caacupé. “Mi esposo proviene de una familia de músicos, con mi suegro Pedro Regalado Gaona y mis cuñados Pedro Ramón Gaona y Valerio Gaona son los pioneros y los primeros músicos que han estado con la orquesta y el coro en el Santuario con el recordado monseñor Demetrio Aquino. Ellos empezaron a poner música en las misas en las décadas del 70 y del 80″.
La tradición sigue ya con las dos familias unidas Pedrozo y Gaona. “Hasta ahora tenemos un coro de adultos y el grupo Las Paraguayas que servimos a la iglesia; nos piden en ciertas fechas y vamos con gusto a hacer el servicio. Los miércoles estamos como familia en la misa comunitaria, con mi esposo Roberto y mis hijas Maciela, Belinda, Milka y nuestra nieta Maraleiza, así como nuestro yerno Richard Servín”.
Maribel agradece a la Virgen un milagro muy grande que obró en su vida cuando tenía 48 años y en pleno novenario cayó ya muy enferma con un diagnóstico para nada alentador, pues tenía que someterse a una cirugía muy grande en que debían extirparle varios órganos. Entre llantos recuerda: “Fui y me postré ante la imagen de Virgen en el Santuario y dije: Madrecita Santa, quítame esto que tengo para poder servirte de la mejor manera y siempre te voy a servir y siempre voy a estar a tu lado. Ayúdame por favor. Cheayudamína che Tupãsy, che symi porã, eipe’a chehegui kóa”.
Señala que la cirugía estaba prevista para el término del novenario. “Ahora tengo 58 años y terminó mi dolencia. Aquel diciembre estaba muy mal, pero en enero me encontraba totalmente curada. No me operé, mi ginecóloga se sorprendió, pues todos los problemas desaparecieron. Todo estaba en perfectas condiciones. Y es el milagro más grande y emocionante que pudo pasarme en la vida. No voy a dejar de amarla y respetarla, porque estoy sana y salva y demasiado feliz. Es la historia más grande de mi vida y mi familia”, dice entre sollozos.
La cantante caacupeña recuerda que estuvieron al frente del coro entre 1996 y 2013, periodo en que vivieron experiencias maravillosas con jóvenes que venían de todos lados para unirse y cantar a la Virgen. Aunque alejadas del coro, Las Paraguayas hoy siguen cantando con mucha fe durante todas las misas solemnes del año, en la serenata del 7 de diciembre con canciones patrióticas como Bravo Paraguay, Mi bandera y músicas religiosas como Santa María del Camino, María de Nazareth y, por supuesto, nada iguala a la nunca infaltable interpretación cuando empiezan a decir: Ya las caravanas de los promeseros...