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Cuando se habla de teatro en nuestro país es casi ineludible mencionar a algunos actores y actrices que son verdaderos referentes de este arte en Paraguay. Y entre ellos está José Luis Ardissone, quien, aunque él mismo se encargó de aclararlo que no es el único, es uno de los que más años ha dedicado a la actividad teatral, no solo sobre el escenario, sino también como escenógrafo, guionista, autor, director, actor, iluminador.
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Desde niño, cuando sus maestras de la Escuela República Argentina lo convirtieron en protagonista de todos los festivales escolares, supo que su razón de ser estaba dentro de esa “mágica caja”, que es el escenario. “Por suerte, mis padres apoyaron esta vocación”, revela.
Y para contar estas vivencias dentro, fuera y sobre el escenario, escribió un libro que fue publicado recientemente. “En realidad, este volumen debió ser publicado en 2020. El 30 de abril de ese año se cumplieron, exactamente, 50 años de mi primera participación en un espectáculo teatral profesional”, cuenta. Pero con la pandemia tuvo que posponer el proyecto.
Cuando finalmente se volvió a la normalidad empezó su lucha por conseguir los recursos para concretar la anhelada impresión. Gracias a Margarita Morselli –quien consiguió apoyo del Congreso e Itaipú Binacional–, Vidalia Sánchez y la Fundación Roa Bastos se pudo materializar dos años después este libro. “Pero eso no importa. Yo quería que mi historia del teatro quedara, porque no solo es mi historia; es un poco también parte del teatro paraguayo de los últimos 50 años”, asegura.
Aunque reconoce que antes de que él empezara, ya existía un muy buen teatro en nuestro país. “Compañías como la del Ateneo Paraguayo, Julio Correa, Héctor de los Ríos, marcaron hitos en la historia de nuestro teatro”, refiere y agrega que hay gente que tiene más años de trayectoria en la escena nacional que él. “Como María Elena Sachero, quien tiene 70 años en las tablas, así como Margarita Irún, Rafael Rojas Doria, Graciela Pastor y muchos otros”.
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Con el correr de los años, todo ese bagaje de actuación de su niñez fue quedándose en ese tiempo. Cuando debió optar por una carrera profesional, decidió ir a Río de Janeiro, Brasil, a estudiar Arquitectura. “Y cuando regresé, mi profesión de arquitecto posibilitó mi ‘debut’ teatral profesional con la creación de la escenografía de Un rostro para Ana, obra de Mario Halley Mora, que era presentada por la Compañía de Comedias del Ateneo Paraguayo”. María Elena Sachero y Mario Prono dirigían la compañía y por sugerencia de Teresita Torcida le propusieron ser el escenógrafo.
Admite que si bien nunca estudió formalmente teatro, la influencia de trabajar junto a grandes figuras de la escena nacional, como María Elena Sachero, Mario Prono, y posteriormente Carlos Aguilera, fue consolidando su vocación. Por más de dos décadas se dedicó con la misma pasión al teatro y a su profesión de arquitecto. Incluso, ya había fundado Arlequín Teatro, en 1982.
Pero a inicios de la década del 90, finalmente, no pudo más y decidió optar por una de las dos actividades, antes de que comenzaran a complicarse las cosas y se arruinaran. “Hablé con Tessie, mi esposa, quien, generosamente, aceptó mi locura de dejar la arquitectura y dedicarme, exclusivamente, al teatro. Asumí ese riesgo cuando mis hijas mayores ya se habían casado, tenían su propio hogar, y entre los menores, Pablo ya trabajaba y Fabrizio se fue a estudiar al exterior, y solo quedaba Bruno, el más pequeño, bajo mi entera responsabilidad”.
Y aunque su vida, especialmente, la económica, ya no fue la misma, confiesa que nunca se arrepintió. “Por suerte, he contado siempre con el apoyo de toda mi familia. Mis hijos han estado a mi lado en todo momento, así como algunos de mis hermanos. Y así pude ir consolidando esta carrera”, destaca.
Y luego de más de medio siglo de carrera teatral, en que ha interpretado, puesto en escena, dirigido, guionado, escrito obras teatrales y, ahora, incluso, ha escrito este libro. “¿Vamos por más?”, preguntamos. “Claro que sí. ¡Todavía hay mucho para dar!”, responde sin dudar. Todo esto y mucho más cuenta en el libro “50 años de teatro”.
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