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Un suelto publicado en el diario Los Debates el 27 de diciembre de 1876 daba cuenta de un Festival en la Plaza: “Hoy por la noche, en la plaza Constitución, la banda de músicos de la Policía presentará festival de retreta. Según hemos sido informados, interpretará lindas piezas y también trozos de La Traviatta. Los jóvenes estarán de fiesta y los viejos, seguramente con nostalgia”.
Eran los primeros ensayos de la posguerra del 70 que intentaban animar el resurgir de la patria sobre los escombros. Y los protagonistas perseveraron una y otra vez hasta que aparecieron dos músicos italianos: Nicolino Pellegrini y Salvador Déntice, quienes dieron continuidad a los intentos anteriores de 1902, durante la presidencia del Cnel. Juan Antonio Escurra, y luego, en 1904, para la creación de la Banda de Músicos de la Policía de la Capital, que se concretó finalmente en 1912 junto con la Escuela de Aprendices, que permitió perpetuar la agrupación en el seno de la institución uniformada.
El martes por la noche, el Teatro Municipal vivió la Gala de la Gran Orquesta y Gran Banda por los 110 años con varios artistas invitados bajo la dirección del maestro Óscar Barreto, que tenía en la sangre la formación musical. “Nací en la zona de San Pedro de Ycuamandyyú, en medio de la campaña, en el seno de una familia de músicos. Mi papá y mis tíos me enseñaron desde los cinco años cuando comencé con el acordeón”, recuerda y cuenta que a los 13 años se escapó de la casa y vino hasta la capital para ingresar como aprendiz en la Banda de Policía. Nadie podría negar que corrió detrás de su profesión hasta alcanzarlo en su máximo grado, dirigiendo la orquesta de sus sueños con la pasión de servir al país.
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Una tradición centenaria
Lejos en el tiempo y la historia del espíritu bélico originario para la retirada de tropas, las retretas llevaron las marchas a la ciudadanía de las manos de la institución policial. “Las retretas fueron el principal escenario de actuación desde la creación de la Banda de Músicos de la Policía con piezas de la música clásica, Beethoven, Mozart y tantos otros. Luego vinieron las marchas paraguayas y la guarania, que nació en su mismo seno. Comúnmente utilizaban la Plaza Italia, hasta los años 90. Y era como una amenización del espacio público cuando caía la tarde. La gente iba con sus sillas a escucharlos y verlos. Las parejas que estaban en noviazgo también se acercaban. Actualmente, la retreta se hace más esporádicamente y por la noche, por la mayor actividad que tiene la gente. Es decir, se sigue realizando, pero con otro enfoque, no solo en Asunción, sino también en distintos puntos del país”, dice el maestro Óscar Barreto, quien lleva 13 años al frente de la banda.
Si esas plazas hablaran...
Un siglo después de aquellas modestas presentaciones, las retretas se convirtieron en una tradición, mientras la ciudad avanzaba sobre los sesenta y setenta. “A esta hora los rayos del sol ya atenuados se cuelan entre los chivatos florecidos. En la plaza se ha formado una alfombra natural de tono naranja. ¡Qué tarde tan hermosa!
La retreta se inserta perfectamente en este paisaje. Los de la banda tocan una música y luego descansan, se sientan en los bancos, toman tereré, fuman, forman grupos, conversan. Tienen estrecho contacto con la vendedora de refrescos y el chico heladero, el lustrabotas y los transeúntes más desocupados, que pueden darse el lujo de sentarse simplemente a mirar, a respirar pausadamente.
El sitio es muy transitado y en los escasos asientos la democracia es plena: un viejito comparte su lugar con una muchacha y un señor de aspecto elegante. A veces, algunos soberbios caminantes miran a los sentados con cierta displicencia, quizás porque la mayoría evidencia oficios modestos.
Alguien, con un globo inflado con gas, se pasea entre los instrumentos musicales depositados en el suelo, entre tema y tema del repertorio”, describía Nila López en un artículo de ABC Revista uno de esos calurosos días de enero de 1984.
Tocaban –según la crónica– “los martes, jueves y viernes de cinco a seis y media, haciendo rotación, en las plazas Juan E. O’Leary, la de Armas (frente al Cabildo) y la del Dr. Cubas (en barrio Previsión)”.
Actuaciones por doquier
Mirando los diarios de décadas atrás, no había fecha en el calendario citadino, o bien escolar, en que faltaran estas retretas. Día de los Héroes, Día del Árbol, el Día del Maestro, las fiestas patrias, Día de la Madre, recordaciones alusivas a la Guerra del Chaco y los inolvidables corsos de las flores del Parque Caballero... o la llegada de la primavera por la calle Palma. Hasta las victorias mundialistas y recibimientos de la Albirroja o partidos decisivos eran excusa para una presentación de la Banda de Músicos.
Las ferias y las festividades religiosas tampoco escapaban a la algarabía que traían los impecablemente uniformados músicos. Así tocaban en las festividades de San Blas, la Virgen de la Asunción, la Virgen de la Merced. Cuando venía de gira pastoral la Virgen de los Milagros de Caacupé entraba a los templos capitalinos al son de sus instrumentos. Y, por supuesto, no podían dejar de ser protagonistas en los honores a la patrona de la Policía, Santa Rosa de Lima, cada 30 de agosto, y de la patrona de la música, Santa Cecilia, cada 22 de noviembre.
La Banda de Músicos de la Policía en la actualidad, con todos sus grupos que lo conforman, tiene unas 700 presentaciones al año, afirma el maestro Óscar Barreto.
Semillero de grandes músicos
Pellegrini y Déntice, convertidos en fundadores y primeros directores de la Banda de Músicos, establecieron una metodología de enseñanza, una disciplina de formación y exaltación de virtudes musicales que permanecen hasta hoy entre los integrantes, dice Barreto.
En principio, la mayoría de los músicos que la conformaban eran extranjeros, especialmente italianos, pero con el correr de los años se convirtió en un verdadero semillero. De la Escuela de Aprendices surgieron las grandes figuras de la música paraguaya, entre ellos José Asunción Flores, Remberto Giménez, Herminio Giménez, Florentín Jiménez, Carlos Lara Bareiro y Emilio Biggi. Los nombres también incluyen a Virgilio Centurión, Mauricio Cardozo Ocampo, Félix Fernández, Darío Gómez Serrato, Santiago Aveiro, Carlos Dos Santos, Ramón Reyes, Amalio Da Silva y Juan de Dios Leguizamón, entre varios otros más. Entre los más recientes se cita a Luis Cañete y Remigio Pereira.
De José Asunción Flores, el creador de la guarania, Juan Pastoriza cuenta en el artículo Flores (ABC Suplemento Cultural, 22 de agosto de 1999) que “su acercamiento tan decisivo y fundamental a la Banda de Músicos de la Policía se produjo de la manera más insólita posible. Fue cuando tenía apenas 11 años, en 1915. Era uno de los muchos menores recluidos en el cuartel de la Guardia Cárcel, ya sea por vagancia o por pequeñas rapiñas movidas por la supervivencia en un universo tan complejo y cruel para un niño, según lo recordaría él mismo. Con la finalidad de encontrarle alguna profesión válida para el futuro, no muy promisorio para él, según se veía, lo llevaron a esta agrupación, donde pronto aprendió los primeros acordes musicales y de la mano de maestros de la talla de Mariano Godoy, Eugenio Campanini, Nicolino Pellegrini y Salvador Déntice o Félix Fernández, el más antiguo y aventajado alumno que fue su instructor inmediato”.
Y así también el gran maestro Florentín Giménez, de pequeño dejó la chacra donde trabajaba en Ybycuí para convertirse en un niño de la calle en Asunción y de allí se “enroló” a la Banda de Músicos, animado por un tahashi cuando todavía era director Salvador Déntice.
De las tinieblas del tiempo...
Miles de músicos, creadores e integrantes “anónimos” también pasaron por la Banda de Músicos de la Policía. Darío Gómez Serrato en sus Estampas del Terruño rescató en los ‘70 nombres olvidados por el tiempo y cita entre ellos a Manuel D. Cardozo: “Poeta y músico. Su libro de versos le editó Manuel Ortiz Guerrero en su imprenta Zurucu-a en 1927, la primera parte titulada Agua Mansa con versos en castellano, la segunda parte titulada Ycua Caaguy con muy sentidos versos en guaraní. Como músico, revista en la Banda de Músicos de la Policía, hasta que una maligna parálisis lo golpeó y fue ganando cuerpo hasta postrarlo en cama. Falleció en San Lorenzo atendido por su buena esposa consecuente. Remberto Giménez le prestó en sus últimos días solícita atención. Fue Manuel D. Cardozo tan bueno, callado y resignado en las adversidades, que pasó por este mundo casi desapercibido, sin que nadie hasta hoy le haya rendido memoria alguna”.
Otro gran maestro que pasó desde su juventud por la Banda de Músicos fue Cirilo Fretes Franco.
Óscar Barreto asegura que la Policía Nacional, a través de la música, busca realizar una “extensión social y cultural” en la sociedad paraguaya. Es una forma de inculcar a los jóvenes una cultura y el gusto por el arte musical para que a través de esta disciplina se mantengan alejados de los vicios como las drogas y el alcohol, la delincuencia juvenil y de la violencia.
Madre de otros grupos musicales
La Banda de Músicos de la Policía y la Escuela de Aprendices también dieron sus frutos en la formación de otros grupos musicales. Una de las primeras que se formó también en las primeras décadas del siglo XX es la Banda Sinfónica para obras clásicas. “Su característica principal es que en ella predominan los instrumentos de viento, de metales, de madera, de percusión y excepcionalmente se agrega chelo y contrabajo. Nunca lleva violín ni viola”, aclara Barreto.
En 1975 se formó la Jazz Band, a inspiración de la Banda Unitas de los Estados Unidos, que en los años 60 venía a actuar en Asunción, especialmente en el Estadio Comuneros. Tenía una conformación de Big Band, una gran banda de jazz, y el maestro Chocho Alvarenga tuvo la iniciativa, durante la dirección de Carlos Villagra, a decir de Barreto.
En 1989 se crea otro grupo, la Orquesta de Cámara, que estaba compuesta principalmente por instrumentos de cuerda, y también el Conjunto Folclórico, que se dedica a música paraguaya. “Ya con nuestra generación hemos formado la Orquesta Sinfónica en el 2014, que se diferencia de la Banda Sinfónica en la sección de cuerdas, pues utiliza una gran cantidad de violines, violas, chelos y contrabajos. Algo de metales, madera y percusión. Instrumentos de viento y madera en menor cantidad de la Banda Sinfónica. Actúa en conciertos líricos, sinfónicos y de música paraguaya con arreglos sinfónicos”, explica.
En el 2018 surge la última agrupación que se formó con la Orquesta Popular, que tiene instrumentos como batería eléctrica, acordeón, bajo eléctrico, guitarra eléctrica y un cantante que ejecuta música popular, ritmo internacional y, por supuesto, música paraguaya.
Otros grupos que se desprenden de la Banda Sinfónica y la Orquesta Sinfónica son la Banda Ceremonial, con los mismos músicos de la orquesta grande para presentaciones en desfiles, ceremonias, himnos, actos de embajadas, ministerios, programas educativos.
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Asimismo, participan continuamente en actuaciones didácticas en colegios, iglesias, plazas, instituciones públicas, lugares históricos y conciertos de temporada en los teatros.
Con tantos grupos musicales y talentos que van naciendo de la Banda de Músicos de la Policía, hay conciertos para rato. Los aplausos y la aceptación del público gritan: ¡Que viva la música!
Pléyade de directores
Brillantes directores tuvo la Banda de Músicos de la Policía desde su creación. En 1912, cuando aún era la Policía de la Capital que actuaba en Asunción y alrededores, estuvieron Nicolino Pellegrini y Salvador Déntice, ambos italianos, que dejaron el gran legado.
El tercer director de la banda, y a la vez el primer director paraguayo, fue el maestro Gerardo Fernández Moreno. Le siguieron Manuel Rivas Ortellado, Carlos Villagra, Wilfrido Chocho Alvarenga y Carlos Alvarenga González.
En el año 1993, con la creación de la Policía Nacional, vinieron directores que no eran músicos, pero ocuparon el cargo como autoridad policial. “Actualmente nuestro jefe de unidad académica es el Crio. Principal Cristhian Cuevas. Yo estoy como director musical y jefe de cuerpos de las agrupaciones musicales, prácticamente toda el área musical y técnica está a mi cargo”, concluye el actual director Óscar Barreto.