La canasta mecánica

BREVE HISTORIA DE PODER Y OPRESIÓN - La tradición de la superioridad masculina es el modelo que causó relaciones de dominio y desigualdad entre hombres y mujeres, además de la práctica de la violencia contra ellas, a lo largo de la historia.

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La canasta mecánicaArchivo, ABC Color

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En las antiguas Roma y Grecia consideraban a la mujer propiedad del padre de familia que tenía poder incluso sobre su vida.

En el Medioevo, las mujeres de clase alta eran utilizadas como moneda de cambio en pactos y alianzas, a través del matrimonio. En las clases bajas eran relegadas al simple papel de reproductoras y cuidadoras de la prole, además de trabajadoras en las labores del campo, sin ningún derecho a la propiedad.

En el siglo XVIII se activan las ideas ilustradas que desembocan en la Revolución Francesa y sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad con la primera Declaración de los Derechos Humanos. Sin embargo, en la práctica, otra vez se excluye a las mujeres de la toma de decisiones de poder, se las vuelve a reasignar el papel de depositarias de los valores de la naturaleza, del cuidado y de la perpetuidad de la especie. En resumen se las hace responsables de lo primario, de lo doméstico que había que preservar, frente a la cultura de lo público. Engañosamente utilizada, esta teoría perpetuó la marginación de las mujeres en general, más la ocultación de las pensadoras y luchadoras para la historia. Una vez más las mujeres son relegadas al ámbito de lo privado, fuera del circuito económico y de las decisiones de poder que continuaron en manos masculinas.

Allí empieza la lucha organizada femenina en defensa de la igualdad y acontece el nacimiento del Movimiento Feminista.

Dentro del movimiento feminista, surge el movimiento sufragista en el siglo XIX, clamando por el derecho al voto universal, a la educación, a la propiedad privada, derechos en el matrimonio que se van consiguiendo en el siglo XX. Es durante los años 60 y70 que se pone en marcha el movimiento de liberación de la mujer, que reclama su lugar en el espacio público, en el mundo laboral y en las instituciones. Además exige sus derechos sexuales y reproductivos, en decir, el derecho a decidir sobre su propio cuerpo. Se consiguen hitos de emancipación de la mujer nunca antes conocidos, al menos en los llamados países del primer mundo. En el resto del planeta siguió y sigue intensa la lucha por la liberación de la mujer.

Hoy, muchas mujeres se encuentran en un espacio de culpa, como si estuvieran usurpando derechos que no le corresponden y aceptan el maltrato masculino de la pareja o el padre, porque históricamente estos ejercieron su autoridad sobre ellas. El riesgo, en caso de desobedecer es la pérdida del amor, de la valoración de ser una buena esposa y madre, mientras la paternidad irresponsable todavía es vista casi como un derecho machista. Lo bueno y cierto es que muchos varones ya reconocen los beneficios de compartir iguales derechos con sus compañeras humanas.

carlafabri@abc.com.py

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