La canasta mecánica

SILENCIO - Silencio No todos los silencios son iguales. Hay silencios incómodos, de censura, de autocensura, de impedimentos, de inhibiciones, de represión, de miedo, silencios que son producto de amenazas.

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La canasta mecánicaArchivo, ABC Color

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También está el silencio que habilita, que da lugar, que suscita un acompañamiento, sin condiciones de obediencia. El silencio que refugia, el silencio como don para que la palabra del otro toque el cuerpo. Las orejas son los únicos orificios del cuerpo que no se pueden cerrar, dice Lacan. Y dice Pascal Quignard: “las orejas no tienen párpados”

A veces el análisis, a veces las amistades, a veces el amor, a veces la escritura, a veces la lectura, a veces la soledad, a veces todo junto, son párpados en las orejas.

Un proverbio árabe que deberíamos tener en cuenta reflexiona: “Del árbol del silencio cuelga el fruto de la seguridad”.

En el silencio se produce la maduración. A los problemas podríamos mirarlos con la calma del silencio, en tranquilidad serena. Los problemas piden mirada de jardinera, de agricultor, de quien se une a la naturaleza y acepta sin regateos el ritmo pausado del vegetal. De la planta que Goethe admiraba en su ventana: “a la tranquila espera de su futuro”.

A la criatura humana le fue dado el silencio como una fecundación. En él se engendran las palabras. El silencio las envuelve y las protege aun antes de que hayan salido a la luz. Guarda silencio, y yo te enseñaré la sabiduría, se lee en el libro de Job.

Abba Arsenio, al pedir a Dios que le mostrara el camino de salvación, recibe esta triple orden: fuge, tace, quiesce (“huye [de la gente], guarda silencio y mantente en la quietud”). Y es el silencio el que permite al monje estar de verdad en soledad y consciente para dedicarse al cuidado de su corazón y al encuentro con Dios, incluso cuando está rodeado de otras personas: “Si guardas silencio, en cualquier lugar que te encuentres hallarás reposo” dirá Abba Poimén en uno de sus apotegmas.

El monje del desierto aconseja: Cuando visites a alguien, no hables antes de que el otro te pregunte.

No se trata de prescindir de pensar, pero sí de tomar una cierta distancia de los pensamientos dejándolos de vez en cuando en stand by, que es lo que se hace en la oración silenciosa.

Eckhart Tolle escribe en su libro El Poder del Ahora : “Lo No Manifestado está presente en este mundo como silencio. Por eso se dice que en este mundo nada se parece tanto a Dios como el silencio. Lo único que tienes que hacer es prestarle atención. Incluso durante una conversación, toma conciencia de los silencios existentes entre las palabras, de los breves intervalos entre las frases. Mientras lo haces, la dimensión de quietud crece en tu interior. No puedes prestar atención al silencio sin aquietarte interiormente. Silencio por fuera, quietud por dentro. Has entrado en lo No Manifestado”.

carlafabri@abc.com.py

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