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El hilo conductor de la serie de obras expuestas parte de una pulsión, como la vida y la muerte, explica Silvana Domínguez y cita las distintas salas de que se compone el recorrido. Cada sala representaría a un sector de la casa.
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Poiesis y autopoiesis
La primera, que es la autopoiesis sería como el comedor de la sala, el lugar en el que nos alimentamos con palabras. Se compone de una serie fotográfica de cápsulas -algunas vacías y otras rellenas con palabras que fueron recortadas de un libro de criminología de José Ingenieros-. “Juega con la cuestión de la palabra como alimento”, añade. Hay un cruce entre imagen y palabra en la obra de Domínguez, Autopoiesis trata de la capacidad de crearnos a nosotros mismos.
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La segunda sala es la de la Poiesis, como una biblioteca de la sala, describe. “Me hacen llegar un gabinete tipográfico de una imprenta que cerró hace mucho tiempo atrás. Son tipografías en plomo; en esas dos cajas que yo intervengo están todas las letras de las infinitas e innumerables palabras que podemos formar para armar cualquier texto de comunicación”. A esto hace un cruce con sus “poesías de madrugada”, unas capturas de pantalla de celular que hace cada vez que sufre de insomnio.
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El lenguaje de las flores
La tercera es la sala de la floriografía, un lenguaje secreto utilizado en la época victoriana, cuando las flores estaban codificadas para enviar mensajes que de otra manera no se podían mandar. Este recinto sería como la sala de la casa, con una vista al jardín, sentencia. En ella se observan retratos varios con flores prensadas, así como vastas descripciones de plantas y sus significados, así como muestras de las investigaciones de la artista, una especie de cuaderno de artista en curso, un work in progress.
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Además de un trabajo constante en el mundo de las instalaciones, las búsquedas de la artista van más allá del concepto y también se sumergen en la práctica artística del cortar y pegar, prensar las flores, fotografiar, etc. “Con la pandemia sentí una necesidad de crear yo las cosas”, dice, y agrega que “antes mis ideas y conceptos se materializaban por un tercero, yo no tocaba la materia; sin embargo el encierro hizo que yo me vuelque mucho a mi interior, a mi jardín y sus plantas, y empecé a cortar, hacer collages, cosas que yo antes no hacía, pero siempre con la palabra como eje”.
Se pudo visitar en Fábrica Galería / Club de Arte hasta el 12 de agosto de 2022.
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Instagram: @fabricagaleria @silva_dominguez