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Una de ellas es Santa Hildegarda de Bingen, también llamada la Sibila del Rin y la profetisa teutónica. De familia noble, ya en su infancia ingresó a la Orden de San Benito. Fue compositora, filósofa, escritora, naturalista, artista visual, médica, abadesa, mística, líder monacal, toda una polímata. Dueña de una inteligencia extraordinaria, sobresalió en el mundo intelectual, espiritual y político del siglo XII. Creó la Lingua Ignota o lengua desconocida, el primer idioma artificial de la historia,
En uno de sus libros, “Cause et cure”, abordó el tema de la sexualidad sin mojigatería y describió el orgasmo femenino. Dijo que la sangre que manchaba no era la de la menstruación sino la que se derramaba en las guerras. A diferencia de escritores como Constantino el Africano, quien en su “De coitu” describió toda clase de placeres carnales sin mencionar a la mujer ni una sola vez, Hildegarda habló sin vueltas, tanto de la experiencia masculina como la femenina.
En una época en la cual las mujeres que hablaban de lo que no les correspondía terminaban en la hoguera, Hildegarda obtuvo el respeto y la admiración de gente poderosa y modesta. En casi 400 cartas archivadas, hay desde humildes penitentes pidiendo curas para sus males, hasta reyes pidiendo asesoramiento político. Fue la única mujer a quien la Iglesia permitió predicar al clero y al pueblo en iglesias y abadías. Pasó su vida describiéndose como una simple pluma en el aliento de Dios
En numerosas ocasiones de la historia sobresale la mujer como una figura de sabiduría y como intermediaria entre Dios y la humanidad. Mismo en el mito pagano griego, Apolo entrega su mensaje a la sacerdotisa, quien era el Oráculo y ella le comunica el contenido al sacerdote. Luego, el sacerdote interpreta el mensaje y da una respuesta a quien buscó la sabiduría de Apolo para resolver los principales problemas del día. Es la mujer la que está en contacto directo con la fuente espiritual.
Ejemplos inspiradores de mujeres influyentes nos llevan a Juana de Arco, siglo XV, la doncella de Orleans, quien con solo 17 años lideró un ejército de más de cinco mil hombres, consiguió derrotar al enemigo, levantar el cerco de Orleans y vencer la pretensión inglesa del trono francés, victoria que permitió la coronación de Carlos VII de Francia.
Sin olvidar a Teresa de Ávila, a Juana Inés de la Cruz, a Hipatia de Alejandría, matemática y filósofa, a Débora, quien según la Biblia desempeñó como juez en Israel, a Marie Curie y a muchas otras que cambiaron la historia de su tiempo y rompieron con lo establecido. Mujeres inteligentes y osadas que abrieron el camino a otras, que en su lucha por la igualdad, colaboraron y siguen colaborando para hacer de este mundo un lugar más justo.
carlafabri@abc.com.py
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