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A veces me pongo juguetona y escribo tontxs, para fastidiar nomás. Allí percibo cómo la ira se desata e inteligencias preclaras me saltan directo a la yugular carajeándome de lo lindo. El Lenguaje contiene el pensamiento, construye la realidad, por eso se enfadan tanto quienes sienten que su existencia está amenazada por esa pequeña equis. Esa diminuta equis metida en la palabra tontxs desata miedos ancestrales a que lo nuevo venga a desordenar ese preciado rincón de una seguridad inventada por el diccionario. ¿Tontos? No tontas.
La vida se volvió planetaria y veloz, desde el momento en que esto que escribo lo puede leer alguien de Luque, de Australia o de Emiratos Árabes, gracias a Internet. ¿Ok? También el lenguaje se volvió planetario cuando una amiga dice que su marido es manager de un lobby que vende hardware por sistema de franchising, según Sendra.
O por ahí recuerdo que mi primo Marcelo quien vive muy bien es un bon vivant al que le gusta ir a restaurantes con atmósfera refinada, de gran ambiance, porque él siempre conoce lugares tops. Por supuesto él nunca mete la pata, como mucho da un paso en falso o sea un faux pas, se codea todo el tiempo con la élite, con la crème de la crème, y se comporta con gran corrección comme il faut (como debe ser). Estas palabras en francés es mejor españolizarlas un poco para que no suene pedante.
Si aceptamos que el lenguaje está expuesto a los neologismos, a una actualización permanente que se debe a la forma en que habla la gente ¿Por qué la satanización del lenguaje inclusivo que da visibilidad a la mujer? El masculino como supuesto genérico ignora la presencia femenina, eso es imposible de negar. Se habla en masculino cuando citamos a los campesinos, a los paraguayos a los ciudadanos. Si una maestra dice: “Los niños se pueden retirar” ¿Qué hacen las niñas? ¿Se quedan? ¿Se retiran? ¿Se puede ser padres sin tener hijos? Sí, teniendo hijas.
Veamos los iguales aparentes: Hombre público es el que tiene presencia e influjo en la vida social. Mujer pública es una prostituta. Zorro se le puede decir a un hombre astuto, zorra es una prostituta. Un hombre frío es sereno, una mujer fría es frígida. Y sigue la lista que demuestra el desprecio con que el idioma sexista trata a la mujer.
No sé qué irá a pasar con el lenguaje inclusivo, a lo mejor quedará como parte del lenguaje oral. Lo importante es que está en el tapete y obliga a pensar antes de escribir, si estás expresándote como hablan les chiques o si te da tanta rabia que por eso mismo tecleás: El hombre es la medida de todas las cosas.