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Un ficticio encuentro del periodista y su asesino es la excusa de la que se valen Alcibíades González Delvalle y José Luis Ardissone para presentarnos la situación política actual como en un espejo, cuyo reflejo, sin embargo, es de hace más de 100 años. El autor González Delvalle nos muestra a una figura que vivió, denunció y padeció hace más de un siglo las mismas circunstancias que estamos atravesando actualmente, Blas Garay.
Revela que hacía ya tiempo quería escribir sobre Blas Garay y hace dos años aprovechó el encierro de la cuarentena para redactar la obra. Ni bien la concluyó, se la envió a Ardissone, quien –para su sorpresa– se enganchó con ella.
“También tengo otra sobre la vida y obra de Rafael Barrett”, cuenta y añade sobre la de Garay que “frente a la situación que estamos viviendo, tenemos que rescatar la figura, la voz, la actitud, de un periodista como Blas Garay, quien se jugó la vida por denunciar la corrupción imperante en ese momento, como en muchos de nuestra historia”.
Desde un diario
A finales del siglo XIX, el abogado, historiador y diplomático, entonces con 25 años, Blas Garay creó y dirigió un diario, La Prensa, y redactó gran parte de su contenido.
Desde sus páginas realizó una campaña de denuncias en contra de un importante funcionario público de la época, que había sobrefacturado y se había quedado con una importante suma de dinero en una licitación hecha por la institución a su cargo. Ni bien los documentos cayeron en su poder, Garay comenzó a publicar la serie de denuncias.
“Pero antes de esto, él ya había demostrado su compromiso con el país y con el Partido Colorado, al que estaba afiliado, pero no ese compromiso de esclavo, como dice la doctrina del partido. A pesar de su juventud, siempre fue muy crítico y, además, un historiador de primera línea”, señala.
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Joven diplomático
“Un hombre con esa juventud, ¡a los 23 años ya era embajador en España!”, acota, por su parte, José Luis Ardissone, director de la puesta teatral. “Allí revisó 14.000 documentos de los Archivos de Indias para interiorizarse de la relación del Paraguay con el Chaco, con Bolivia y los demás países de América, por ejemplo”.
En 1896, el Gobierno encomendó a Garay, entonces encargado de Negocios en Madrid, y secretario de Legación en Londres y París, viajar a Sevilla a investigar en el Archivo de Indias y traer los documentos que justificaran plenamente los derechos del Paraguay sobre el Chaco.
“Le encargaron investigar y traer los documentos que servirían para la defensa jurídica del Paraguay en el litigio por el Chaco. Además de ser muy estudioso, su compromiso con el país era lo que enaltecía y lo hacía sobresalir entre los demás”, resalta de nuevo el autor.
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Ardissone admite que cuando recibió la obra de González Delvalle se sorprendió por las cualidades del protagonista, aunque no se entusiasmó demasiado, porque se trataba de un personaje del Partido Colorado. “Resulta que uno relaciona a todos los nombres de ese partido con la corrupción”, revela.
Pero ni bien inició la lectura de la obra, le entró la curiosidad. Entonces, empezó a investigar en libros de historia, en internet, todo lo referente a Blas Garay.
“Y me quedé absolutamente fascinado con su figura. Desde su diario se hace cargo de los editoriales y todos los artículos que denunciaban los casos de corrupción que encontraba, veía, escuchaba y, fundamentalmente, comprobaba. No hacía denuncias sin pruebas. Él acusaba, pero con los documentos en la mano”, destaca.
Trágico final de Blas Garay
Blas Garay falleció el 18 de diciembre de 1899. Tenía 26 años.
“Uno de los acusados fue Mateo Collar, quien se había quedado con una importante suma de dinero en una licitación que se había hecho en su ministerio y Garay lo denunció. Hubo una reacción de gran parte de los liberales, partido al cual pertenecía el Dr. Collar, y en la familia, a tal punto de que el hijo de 17 años acaba hiriendo de muerte a Garay en un acontecimiento social en Villa Hayes y tardó tres días en morir”, dice Ardissone.
Y Alcibíades añade: “Garay realizó una campaña en contra de un personaje de la época, que había sobrefacturado algunos de los artículos de la institución que dirigía y los documentos cayeron en su poder. No dudó en publicar la serie de denuncias”.
González Delvalle menciona que era también una época, como ahora, en que se gritaba mucho y se decía cualquier cosa, y él anteponía su reflexiva y serena voz, y razonaba. Por lo cual, sus palabras tenían mucha fuerza y era muy respetado.
“Por eso, hasta hoy, tienen vigencia. Siempre lo he admirado mucho y creo necesario rescatar figuras, como la de él y la de Rafael Barrett, quienes han contribuido enormemente, no solamente con la literatura, el periodismo y la política, sino con el país en su totalidad”, explica.
Y afirma que frente a los políticos que tenemos actualmente, la figura de Blas Garay sobresale enormemente, por su sabiduría, su amor al país, su espíritu crítico, su patriotismo. Este tipo de políticos no tienen cabida hoy, porque se los rechaza o ellos mismos no quieren mezclarse con el estiércol.
Hoy vemos a diputados y senadores peleando entre sí para ver qué marca de cigarrillos es contrabando, quién es el que más defiende la corrupción o se oponen a que se investigue el lavado de dinero.
“Que yo recuerde, ¡esto es nuevo! ¡Nunca ha pasado en el país y sale nada menos que del Congreso! Y lo peor es que esos mismos son los van a seguir gobernándonos, porque nuestro civismo es demasiado pobre. El porvenir se ve bastante negro”, asevera.
No hemos aprendido
Para Ardissone, saber lo que ocurre hoy y comparar con lo que publicaba Garay hace más de cien años y leer lo que se publica en nuestros medios nos dan la pauta de que no hemos aprendido nada en 130 años de historia. “Porque seguimos cometiendo los mismos errores al elegir a nuestros representantes políticos, que siguen perpetrando las mismas trapisondas. ¡Es horrible que sigamos en esas condiciones más de un siglo después!”.
Añade que, así como se usan los casi 35 años dictadura como excusa de todos nuestros males, Garay decía que se usaba la Guerra contra la Triple Alianza, que, entonces había finalizado 30 años atrás, como la culpable de los males que se estaban viviendo en esa época. “Siempre encontramos en el pasado alguna excusa para seguir cometiendo los mismos errores”, enfatiza.
González Delvalle considera que Blas Garay y Rafael Barrett son figuras que hay que rescatar, pero que el rescate solo tiene sentido si esa figura del pasado tiene presencia hoy; de lo contrario, sería meramente anecdótico. Y para conocerlo, el público debe ver la obra.
“Principalmente, para saber qué está pasando en el país. Nuestra historia da vueltas en círculos y los ciudadanos no nos animamos a romper ese círculo vicioso. El ciudadano no tiene noción de la fuerza de su voto, de que en sus manos está cambiar el país”.
Para el director, el público debe ver esta obra porque los paraguayos tenemos muy mala memoria y es bueno recordar lo que nos pasó para ir construyendo un futuro mejor. “Por eso insto, especialmente a los jóvenes, a que vengan a ver el ejemplo de cómo un hombre de 26 años fue capaz de mover las bases más firmes de la corrupción de aquella época. Considero que es lo que los jóvenes de hoy deberían hacerlo también. Al leer un poco más sobre él, su historia, resalta la dimensión humana que tenía este joven hombre, su valor y la probidad en la que él siempre se manejó”, concluye.
La puesta y el elenco
Hoy domingo 10 de julio a las 19:30, Arlequín Teatro (Antequera 1061) presenta la última de las seis exclusivas funciones de esta valiosa obra teatral.
El elenco está integrado por Ariel Galeano, Jorge Ramos, Juan Carlos Moreno, Marcelo Buenahora, Derlis Esquivel, Julieta Portillo, Ariel López Sabino, Manu Meza, Marcos Moreno, Tania Vargas y Omar Ocampos.
Mas info: (0992) 442-152