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Claro que generan desconfianza quienes cambian de postura de un día para otro. No es fácil hacer amistad con quien hoy se dice liberal y mañana amanece colorado, con quien hoy defiende estos valores y mañana los rechaza para adoptar completamente otros. No se trata de eso. En este caso tiene que ver con la capacidad de admitir que podemos estar en un error o que estamos en un error. Se trata de poseer la valentía e inteligencia para renunciar a una postura inflexible y asimilar un pensamiento diferente a otro anteriormente establecido, pese a que este es un proceso agresivo para nuestro cerebro. Hay investigaciones serias que sostienen que para un ser humano resulta muy amenazante admitir que no se tiene razón. Es que en gran parte de los casos, admitir una idea contraria a la propia, lleva a las personas a valorase como seres menos inteligentes. Porque nos acercamos a la realidad de la forma en la que más nos conviene, de manera subjetiva o de modo que no tambaleen las ideas asumidas previamente.
Por supuesto que no es fácil cambiar un modo de ver el comportamiento de alguien o la concepción que tenemos de una persona en concreto; sin embargo la facultad de cambiar de idea puede ser la oportunidad para asumir otras perspectivas y enfoques más útiles.
Cuanta más edad tenemos, más difícil resulta cambiar de religión, de idea política o de cualquiera otra convicción arraigada. Cuanto más tiempo pasa la rigidez de pensamiento es mayor y nuestro cerebro es menos flexible. Reconocer que somos parte de la imperfección humana podría llevarnos a sospechar que algunos de nuestros conceptos están fosilizados al igual que nuestros gustos estéticos. Los resultados de ciertas encuestas sugieren que la edad pico para descubrir nueva música es de 24 años. A partir de entonces, cada vez es más difícil descubrir y disfrutar de nuevas tendencias musicales.
En base al aprendizaje social o por simple imitación adquirimos nuestras creencias, ideas y nuestros puntos de vista, pero cambiar de opinión requiere esfuerzo, reflexión, un verdadero acto de voluntad y, en ciertos casos, de mucho amor.
Mantenerse inamovible en un juicio puede parecer más honesto, más romántico, más puro. Sin embargo la terquedad está más cerca de conservar ideas anticuadas ya superadas. Cambiando de opinión podemos tener ideas nuevas, más interesantes y profundas, a las que llegamos a través del análisis, la reflexión y un toque de humildad.
Se puede elegir entre cantar “Yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré”, o “Cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo. Cambia todo cambia, cambia todo cambia.”
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