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Entre los muchos obsequios que recibimos generosamente de la naturaleza, hay uno que tiene particular relevancia: la miel de abeja.
A modo de ejemplo, para dimensionar la importancia de la miel, podemos mencionar que sus beneficios a nivel medicinal ya eran conocidos 2.500 años antes de Cristo. Los sumerios, en la Mesopotamia, la utilizaban en forma cotidiana.
Los antiguos egipcios, los asirios, los chinos, los griegos y los romanos la empleaban para el tratamiento de heridas diversas. La miel fue “redescubierta” por la medicina moderna debido a sus importantes propiedades bacteridas para el tratamiento de heridas infectadas.
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La miel es sumamente eficaz para tratar bacterias que son resistentes a los antibóticos. La misma Organización Mundial de la Salud recomienda su consumo para aliviar las vías respiratorias. La textura y dulzura calman el dolor de garganta, gracias a su alto contenido antioxidante y antiviral.
En nuestro país es muy popular la miel con jugo de limón, para el tratamiento de dolor de garganta y resfriados diversos. Tiene un valor agregado: la miel no genera efectos adversos como sí pueden presentar los productos químicos farmacéuticos.
No faltan los preparados de miel con caña blanca, eucalipto, menta y jenjibre para combatir afecciones bronquiales de mayor intensidad.
El uso de la miel se extiende también a las artes ocultas: un tarro con miel y un papel escrito con el nombre de la persona tiene como finalidad facilitar la conquista. No tengo idea de sí funciona o no, pero pude conocer gente que con mucho entusiasmo emplea esta “técnica”.
En medio de mis largos viajes al Pilcomayo tuve la oportunidad de conocer a Julio Jaime. Don Jaime se dedica a la producción de miel en el lejano poblado de Pozo Hondo. Lleva 13 años cuidando sus colmenares.
Pozo Hondo se encuentra a orillas del Pilcomayo, en la frontera compartida con Bolivia y Argentina. Los montes se extienden generosos como protectores del río.
“Nací en Pozo Hondo. Llevó 13 años aprendiendo sobre las abejas y la miel. Es un mundo fascinante. No dejo de sorprenderme de la importancia de las abejas en nuestra vida cotidiana. Todo nuestro mundo, todo lo que somos, depende de unos animalitos tan pequeños”, asegura.
Don Jaime participa en forma regular en cursos dictados para apicultores: “El Ministerio de Agricultura organiza en forma periódica talleres de entrenamiento y allí nos encontramos todos los apicultores. Es una forma de actualizar conocimiento”.
Floración y la miel
Por lo general, los apicultores tienen dos o tres cosechas de miel en forma anual, como máximo. “En Pozo Hondo cosechamos seis o siete veces al año. No todos pueden creer que sea cierto, pero la explicación es muy sencilla: en las cercanías del Pilcomayo tenemos floración en forma continua. Todo el año tenemos flores de diferentes especies de árboles”.
Agrega que “otra particularidad que tiene nuestra miel es que el sabor está determinado por la cosecha de flores de temporada. Por ejemplo, la flor de algarrobo genera una miel clara, con un aroma fuerte. Es una miel que sobresale por su sabor”.
Recuerda también al palobobo, que solo se encuentra a orillas del Pilcomayo: “Es una miel casi negra. Su sabor es fuerte así como su aroma”.
No olvida al palosanto: “Es una miel verduzca, casi transparente, con un aroma sumamente agradable. Realmente toda una delicia, pero en la zona de Pozo Hondo no hay mucho palosanto así que cuando podemos tener esta miel por lo general la reservamos para nuestro consumo porque solo se encuentra en el monte, en forma silvestre”.
Aparte del algarrobo y el palobobo otras plantas con buena floración son el chañar y el mistol, características del Chaco seco. “En la zona del Pilcomayo tenemos flores todo el tiempo. Si no es el algarrobo, es el chañar o bien, el palobobo. Eso nos permite trabajar en forma regular”.
Miel orgánica
En Pozo Hondo, cinco apicultores comparten la pasión por la producción de miel. Tienen todos los elementos necesarios, con centrifugadoras de acero inoxidable así como las bateas para la separación de la miel y el panal.
Menciona don Jaime que “cuidamos que todo el proceso sea absolutamente higiénico. La miel que producimos es orgánica, no tiene ningún aditivo, conservante ni componente fuera de lo elaborado por las mismas abejas. Ni agua ni azúcar, nada. Solo miel, así cómo extraemos de nuestras cajas”.
Un punto que resalta: “Nuestras cajas están en el monte. En Pozo Hondo no hay ningún elemento contaminante que pueda alterar la miel. No se tienen agroquímicos que puedan incorporarse en la floración. El monte es el gran protector de nuestras abejas. Podemos dar fe de que la miel que producimos es pura y así tal cuál llega a la gente”.
La miel de este emprendedor chaqueño se comercializa sobre todo en supermercados del Chaco Central, pero ahora está ingresando a Asunción. “Buscamos crecer. La miel del Pilcomayo es única en sabor, en calidad y en pureza. Esto tenemos que compartirlo con aquellas personas que saben que la miel es una medicina, aparte de un manjar”.
Más info: (0982) 77 22 11.