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Como todas las ciudades del país, Encarnación también fue afectada por la pandemia. Durante mucho tiempo sus calles quedaron totalmente vacías, con una economía que cada día empeoraba. Sin embargo, eso ya es parte del pasado pues nuevamente la “perla del sur” volvió a brillar prácticamente en todos los sentidos. Poco a poco fueron retornando sus actividades tradicionales, entre ellas el carnaval, con un éxito rotundo en las tres únicas noches de este año.
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La ciudad avanza y no se queda atrás. Cada día sigue perfeccionando y ampliando sus atractivos y los visitantes que lleguen a pasar un fin de semana en familia pueden disfrutar de su paseo gastronómico, con locales que mantienen las puertas abiertas todo el año, con la misma calidad y una excelente atención.
A principios de marzo se inauguró una ludoteca que lleva el nombre de “Kunu’û” y está equipada netamente para el deleite de los pequeños. El proyecto forma parte de la estrategia nacional de atención integral de la primera infancia. Está ubicada en plena costanera de la ciudad y en las primeras semanas. A pocos días de la inauguración ya recibió una importante cantidad de niños.
La ciudad está considerada ya como una de las mejores para hacer turismo en Paraguay. Está preparada, y de hecho recibe visitantes en todas las temporadas, ya que son varias las actividades que se pueden realizar fuera de la temporada veraniega. Ofrece visitas a museos y otros sitios de interés histórico o cultural. También es el punto de encuentro y partida para muchos extranjeros o paraguayos de otros lares que llegan con intenciones de recorrer el resto del departamento de Itapúa, especialmente las Ruinas Jesuíticas de Trinidad y Jesús y muchas otras ciudades ubicadas a orillas del Paraná o más en el interior itapuense. Lo más habitual es realizar los recorridos aledaños durante el día y por la noche hospedarse en un hotel de Encarnación y disfrutar de su gastronomía.
Estratégica ubicación
Encarnación dista unos 370 km de Asunción por la Ruta PY01. Sobre la margen derecha del río Paraná se encuentra en el límite con Argentina conectada a través del puente San Roque González de Santa Cruz, con la vecina ciudad de Posadas.
Es considerada la tercera ciudad más importante del país después de Asunción y Ciudad del Este gracias a su fuerte economía y su posición geopolítica. La circundan los distritos de San Juan del Paraná, Cambyretá, Capitán Miranda, Carmen del Paraná y Fram.
Actualmente es una de las ciudades más pobladas y desarrolladas del sur. Según datos de 2021 cuenta con 138.592 habitantes sumando en su área metropolitana 226.000. Junto con Posadas conforman un conglomerado urbano fronterizo de más de medio millón de habitantes.
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En los últimos años ha sido uno de los pasos de frontera más transitados e importantes de la región. Antes de la pandemia se daban 10 millones de ingresos y salidas de personas por el Puente Internacional San Roque González de Santa Cruz por año. También es considerada la tercera ciudad universitaria del país, con instituciones estatales y privadas como la Universidad Nacional de Itapúa y la Universidad Autónoma de Encarnación, entre otras. Tiene consulados de Alemania, Argentina, Brasil y Japón.
Una rica historia
La ciudad fue fundada por el jesuita San Roque González de Santa Cruz, el primer santo paraguayo en 1615. Tenía una gran pasión por trabajar con los nativos y convertirlos al cristianismo. Por eso, ingresó a la Compañía de Jesús en Asunción en 1609 y durante muchos años asumió la responsabilidad de ser misionero y fundador. En Asunción manifestó a su superior y al gobernador sus propósitos de fundar una misión en Itapúa y luego de que fuera aprobado retornó a Itapúa y el 25 de marzo de 1615 fundó la misión sobre el río Paraná, que bautizó como Nuestra Señora de la Encarnación de Itapúa por la fecha conmemorativa religiosa.
Roque González de Santa Cruz había llegado en 1914 a la margen izquierda del río Paraná, en la actual Posadas, en busca de las licencias de fundaciones, pero no permaneció en el sitio por las enfermedades, la amenaza de bandeirantes portugueses y la negación de los indígenas de dejarse dominar. En compañía del padre Diego de Boroa, se traslada a la margen derecha hasta la bahía San José y luego hasta la actual plaza central de Encarnación, en un lugar de chozas de los guaraníes, para su labor fundacional. Aquí les indicó y acompañó para construir capillas de materiales autóctonos de la zona, y el 31 de julio de 1615 se celebró la primera misa.
El 6 de julio de 1848, los guaraníes fueron desterrados de la ciudad. De esa manera desapareció la población civil de Encarnación. El gobierno de Carlos A. López dispuso que 112 ciudadanos fueran traídos desde Capiatá para poblar la Villa Encarnación.
El 6 de junio de 1907, la villa fue elevada a la categoría de ciudad tras su segregación del departamento de Misiones para convertirse en la capital de Itapúa. Además, tuvo un gran desarrollo económico propiciado por la llegada del Ferrocarril Carlos Antonio López en 1913, la celebración del carnaval en 1916 y la fuerte corriente migratoria, principalmente italianos.