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El nombre de Copacabana nos remonta mentalmente a las playas brasileñas, la zamba y el jugo de coco. Pero no. Entre los aventureros que llegan a Bolivia tiene fama esta pequeña ciudad, ubicada a orillas del Lago Titicaca, cuyo plato fuerte turístico es la mítica Isla del Sol.
Embelesado por la descripción de sus paisajes, historias y combinación de culturas indígenas, me embarqué en un viaje de casi dos horas en aguas del Titicaca, lago navegable más alto del mundo, hasta la peculiar isla que se encuentra a 3.800 metros de altura sobre el nivel del mar.
De acuerdo con la leyenda, el Dios Sol o Inti había creado una serie de islas dentro del Lago Titicaca y luego dio nacimiento a Manco Cápac y a su hermana y esposa Mama Ocllo, a quienes encomendó la misión de avanzar y fundar el Estado Inca.
Escalonadas laderas, pilcas y coloridas viviendas en las alturas son el mosaico que regocija la vista de quienes llegan al principal puerto de la isla. Además, sobre sus poco más de 100 hectáreas de territorio árido y rocoso reposan las comunidades Challapampa, Challa y Yamuri, de norte a sur respectivamente.
Son unas 700 familias de origen quechua y aimara dedicadas al turismo, la pesca de truchas y pejerreyes, y el cultivo de habas y quinuas en terrazas, manteniendo así el espíritu inca en sus hábitos.
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Al desembarcar, uno es inmediatamente abordado por propietarios de hostales que lanzan sus mejores ofertas e indican con el dedo cuál es su alojamiento, todos ellos anclados sobre la ladera. Una vez pactado dónde pasar la noche, es prematuro aún cantar victoria.
¿Por qué? Pues… si el choque con la altura no fue suficiente, el siguiente desafío es superar los “Escalones del Inca” hasta llegar a la cima. ¡Son unos 300 peldaños de piedra!
Afortunadamente, mientras se avanza cuesta arriba en busca del alojamiento, el manantial de la Fuente del Inca apacigua el cansancio con sonidos naturales y armoniosos.
Eso sí. Llegar a la cumbre, a la espina dorsal de la isla altiplana, expone un paisaje único, apacible, hermoso; un territorio que aún denota su pasado como territorio sagrado inca, acorazado por el Titicaca y vigilado por los picos nevados de los Andes.
La comunidad Yumari, en la zona Sur, alberga a los principales hostales y restaurantes del lugar. Podría catalogarlo como “el centro comercial y gastronómico de la isla”. En su mayoría son rústicos y con servicios básicos (incluyendo Wifi), pero todos ellos ofrecen paisajes de película al alcance de tu ventana o mesa. Por supuesto también hay despensas para surtirse de agua, snacks y golosinas.
Aquí se llega desde el puerto madero de Copacabana y desde este punto inicia la diversión.
¿Qué hacer en la Isla del Sol?
La temática en la isla del Sol es el senderismo. Aquí no existen vehículos movidos a motor. Viéndolo de un modo, es como volver al pasado.
Uno avanza de norte a sur por estrechos caminos de tierra, entre aglomeradas viviendas hechas a base de madera, quinua y barro, además del andar de pobladores que conversan en quechua o aimara.
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Hacia el sur uno puede llegar al Palacio de Pilkokaina, conocido también como “templo del Sol” o “lugar donde descansa el ave”. Es una construcción antigua hecha mediante enormes bloques de piedra con bóvedas y una puerta principal en la que resalta en una roca tallada la representación del Nevado Illampu, una montaña de la Cordillera Oriental de los Andes.
En tanto, avanzando unos kilómetros con destino al norte, a unos 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar, se encuentra el mirador Pallakasa, que llama la atención por su estructura de piedra en forma piramidal. Luce como un fuerte a medio terminar, solitario y silencioso.
Este es un punto de encuentro de turistas de todo el mundo. Es el escenario para conocer viajeros, compartir vivencias y descansar, mientras se aguarda con ansias la llegada del ocaso.
En el horizonte las nubes se extienden hasta el infinito, el pueblo reposa y los nevados regalan su frío abrazo.
Arqueología en el norte de la isla
Los vestigios de mayor trascendencia del imperio inca se encuentran en el norte, donde está la comunidad Challapampa. Se llega aquí en lancha desde el puerto de Yamuri, en un viaje de 45 minutos.
La primera parada son las ruinas arqueológicas incaicas del Templo Chinkana, o como indican los pobladores a los turistas, el “laberinto”. Ubicado a orillas del lago Titicaca, el lugar era utilizado por el clero y la aristocracia para ensalzarse en la cosmovisión indígena.
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Sobreviviente de la erosión y las masivas visitas, el templo conserva hasta hoy algunas de sus bóvedas edificadas piedra sobre piedra, sus pasillos y su sagrada calma.
Pero en el extremo norte resalta por su leyenda la “Roca Sagrada” o Roca de los Orígenes, pues, de aquí Manco Cápac y Mama Ocllo salieron y fueron camino a la fundación del imperio, llegando así al primer territorio al cual bautizaron como Cusco.
Es una formación de piedra arenisca, donde aún se conversan dos aberturas naturales. Son consideradas por los locales como la puerta de salida de los hijos del Sol.
Caminata de retorno al puerto
Retornar de norte a sur es un desafío. Por un conflicto interno entre las comunidades Challapampa y Challa, las lanchas solo hacen el recorrido de ida, no de vuelta. Es así que uno debe ajustar la mochila y las botas, preparar el agua y los snacks, e iniciar un recorrido de unas tres horas –unos 10 kilómetros- a través del camino Willka Thaki.
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La vista al horizonte compensa la travesía. El relieve de altos y bajos, praderas, cultivos en terraza y el abrazo de las aguas del Titicaca alrededor de la isla hacen llevadero el retorno al puerto de la comunidad Yamuri, desde donde se parte rumbo a Copacabana.
Es un sitio mágico, envolvente, espiritual. Uno deja atrás una isla paradisíaca, pero lleva consigo paisajes imposibles de olvidar.
Claves para el viaje
Ingreso a Bolivia: Por pandemia, se requiere PCR negativo en las últimas 72 horas antes del embarque, además del certificado de vacunación completo.
Transporte: Se llega a Copacabana desde La Paz con pasajes de buses que cuestan unos 30 bolivianos (Bs. 30), pasando previamente por el Estrecho de Tiquina (se cobran Bs. 2 por persona).
Desde el puerto de la ciudad se toma lanchas que cobran Bs. 20. hasta la isla del Sol, aunque el retorno el ticket es de Bs. 30.
Para ir al extremo norte se debe tomar una embarcación que cobra Bs. 200. Es un viaje de solo ida.
Moneda: Un boliviano es de 1.000 guaraníes al cambio de la fecha 24 de febrero de 2022.
Hostal y alimentación: Los hostales varían de acuerdo al gusto de cada turista. Hay habitaciones grupales con baño compartido desde Bs. 30 e individuales desde Bs. 50. Los platos más comunes son trucha asada, pizza y sopa de quinua, que se encuentran desde Bs. 35.
Para conocer otros destinos turísticos por conocer, tanto en Paraguay como en el exterior, visite la sección Viajes de ABC Color, haciendo clic aquí.
hugo.garay@abc.com.py