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Cuando en la primera semana de noviembre de 1865 finalizaba el cruce de retorno de las tropas paraguayas que participaron en la Campaña de Corrientes, centenares de mujeres de Asunción y del resto del país, se precipitaron hacia los caminos que conducían a Paso de Patria, en el extremo sur del Paraguay, para saber si en aquel contingente, encontrarían a sus hijos, esposos o hermanos. O tener alguna noticia de ellos. Al no encontrarlos y sin noticias, algunas regresaron a sus lares. Pero muchas se quedaron y a partir de entonces, acompañarían las vicisitudes de los soldados y oficiales en los distintos campamentos: Paso Rojas después de Paso de Patria; Paso puku, San Fernando, Lomas Valentinas y Azcurra, hasta agosto de 1869. Cuando se iniciaba el sangriento derrotero que a través de la “diagonal de sangre”, terminaría el 1o. de marzo de 1870, en Cerro kora.
Durante ese largo trajinar, las mujeres cocinaban, lavaban, atendían a los heridos, buscaban alimentos o simplemente estaban al lado de los hombres, como el necesario respaldo que requerían aquellos que todos los días y a toda hora, debían exponer sus vidas por la causa de la patria. Y durante las noches compartidas de muchos campamentos, en medio de las carencias, el sufrimiento y la tensión permanente, también tuvo cabida el amor. Como el de Francisca Ignacia Ortíz y Juan Bautista Delvalle.
¿Quién fue Francisca Ignacia?
Del “paradero” histórico de Francisca Ignacia no se sabe mucho. Aunque su existencia se revelara en documentos, objetos, datos y relatos, muchos todavía niegan que haya existido (Su historia se revela en los ocho volúmenes de Jorge Rubiani y Jorge Jarolín publicados por ABC el pasado mes de setiembre, bajo la serie “Interrogando al Pasado”). Negación fuerte como fue resistida igualmente por los miembros de la familia López Carrillo, debido a que fue hija adúltera del Presidente Carlos Antonio López y protegida de su hermano de padre, el Mariscal. Circunstancias que terminaron otorgando a la muchacha, contradictoriamente, un protagonismo desconocido en el pasado histórico de nuestro país. Y probablemente más del que ninguna otra mujer haya tenido en América. Con distinciones, cargos y funciones de gran responsabilidad en tiempos de guerra. Y sin que Francisca se apeara de su condición de mujer como lo hizo la brasileña Jovita Alves Feitosa, quien también pudo ir a la misma guerra en defensa del Imperio … pero vestida de varón.
Pero… ¿porqué nadie habló de Francisca? Posiblemente, porque fuera hija adúltera del Presidente, aunque tan condición no fuera novedad en la época.
Pero …. ¿porqué no la mencionaron los sobrevivientes como Francisco I. Resquín, Juan C. Centurión o Silvestre Aveiro en sus respectivas memorias? ¿Por respetar el secreto de la familia? ¿Por instrucciones del mismo Mariscal? ¿Para protegerla de posibles atentados? Existe una carta de Venancio López -significativamente alarmante- admitiendo esta posibilidad. Existen otras del mismísimo Conde D’Eu, ordenando matar “a una tal Francisca Ignacia Ortíz” en caso de ser encontrada.
¿Quién fue Juan Bautista Delvalle?
La trayectoria de este oficial paraguayo es más conocida. Pues formó parte del segundo contingente de estudiantes paraguayos enviados a Europa por el Gobierno Nacional, en 1863. A mediados de este año recaló en París con dos compañeros, para estudiar Derecho. Pero a pesar de sus adelantados estudios en la materia, Juan Bautista optó por regresar cuando la guerra cubría ya de fuego y luto el territorio nacional. Pero con las fronteras del Paraguay bloqueadas, cruzó el océano para dirigirse hacia Panamá y desde allí arribar a Bolivia a través del Pacífico. Con la colaboración de las autoridades de este país, llegó hasta la costa del río Paraguay y en 1867 se presentó ante el Mariscal López, en el Campamento de Paso Puku.
En medio de esos avatares, conoció a Francisca Ignacia y se enamoró de ella. En las cartas siguientes se percibe el desarrollo de esta relación y las tribulaciones que afrontaban los amantes en medio de la guerra.
Primera carta enviada por Juan Bautista Delvalle a Francisca Ignacia, desde San Fernando
Campamento de San Fernando
Mi muy querida y amada
Francisca Ignacia:
Mi deseo en esta hora de la noche es la de que esta guerra acabe pronto, y así dar un feliz final a todo, me enteré que el Mariscal Presidente te encomendó varias diligencias secretas, pues aquí las versiones vuelan, espero que lo cumplas a cabalidad y mi deseo siempre es la que te guardes de no caer en manos de los macacos.
Dios te cuide mucho
Tu admirador y amado
Juan Bautista Delvalle
La misiva no tiene fecha pero la permanencia de la fuerza paraguaya en San Fernando se verificó desde los primeros días de abril hasta finales de Agosto de 1868.
Segunda carta de Juan Bautista a Francisca Ignacia
Campamento en Pikisyry
Mi muy querida y amada
Francisca Ignacia Ortiz
Mi amada Sargenta, gracias por tu atenta y carta y envío de los panes caseros hechos por tus manos, manos que son de ángeles pero (de) una de las leonas paraguayas.
Sabes Francisca que te apodaron la leona fiera del campamento, siempre con todo respeto hacia tu persona.
Francisca espero que estés bien y que esta batalla que se aproxima no nos (… no se entiende) y si Dios lo quiere la de volverte a ver en el mas alla.
Dios te proteja mucho
Tu amado
Juan Bautista Delvalle
Aunque esta carta tampoco tiene fecha, la estadía del ejército paraguayo en Pikisyry se extendió desde el 8 de setiembre de 1868 hasta el 27 de diciembre siguiente; último día de la batalla de Lomas Valentinas. Por lo que la “batalla que se aproxima” mencionada por Juan Bautista en la nota, sería la de Ytororö, acaecida el 6 de diciembre de aquel año.
Tercera carta de Juan Bautista para Francisca
Desde San Estanislao.
Mi muy amada Francisca Ignacia
Amada mía, yo he hablado con el que podrá ser nuestro padrino de enlace, deseo tanto la anuencia del Mariscal Presidente para poder estar juntos, así con la bendición del Altísimo llegar a formar una familia, he hablado con Isidora (*) y ella me comento que estaría muy feliz de ser una madrina, así como la señora Lynch, mas veo que tu antepones ante todo el amor a la patria y prefieres mil veces dar tu vida antes que caer ante los macacos.
Esa es una de las virtudes que más admiro de ti.
Espero llegar a verte haciéndote un tiempo para mi.
Dios te proteja amada mia.
Juan Bautista Delvalle
* Isidora Díaz, hermana del Gral. José Eduvigis Díaz y gran amiga de Francisca Ignacia hasta el final de sus días.
Muchos y tristes acontecimientos sucedieron entre los campamentos de Pikisyry y San Estanislao: la derrota de Lomas Valentinas, la de Pirivevyi, de Acosta Ñu y Ka’aguy Juru. Además del largo y sangriento derrotero iniciado en Azcurra y que finalizaría en Cerro kora, en marzo de 1870. Y es cuando empezaba a manifestarse “la voluntad del suicidio colectivo” que mentaron algunos historiadores …. y que se trasluce en la actitud de Francisca Ignacia.
Ultima carta de Juan Bautista para Francisca Ignacia
A seis días del final de la guerra y a 10 días de su propia muerte,
ocurrida en el lugar llamado Siete Cerros.
Mi muy amada Francisca Ignacia.
Estando tu allá en el campamento central yo a cargo de la División IV estoy como sabes al custodio de algunas carretas con el tesoro de la Nación. He escrito al Mariscal Presidente pidiéndole permiso para abandonar esta comisión, pues esta división se encuentra mas muerta que viva, tenemos mucha hambre, ya no contamos con alimentos, ayer unos soldados mas desertaron, fueron a buscar frutos y ya no volvieron mas. Te pido amada mía de explicarle al Mariscal Presidente que la decisión no es deserción mas bien es por fatiga que ya no podemos avanzar y que prefiero morir mil veces antes de servir a los macacos indicándote donde guardo una parte de los Carlos Cuarto (*) que son del estado.
Dios te guarde amada mia.
Juan Bautista Delvalle
* Las monedas “Carlos IV” eran de oro y son de gran valor en el mundo de la numismática. Fueron acuñadas en la asunción de dicho monarca al Reino de España en 1789, tras la muerte de su padre Carlos III.
Todo el patetismo verificado en otros relatos previos a los hechos de Cerro kora y los últimos días del Ejército en campaña, se amontonan en esta breve carta. Se conoce la nota que Delvalle le enviara a López con los mismos argumentos que expone ante Francisca Ignacia. Se conoce que enterraron los tesoros.
López llegó a recibir la nota enviada por el joven coronel. Al leerla, sólo murmuró:
“Asi que el coronel Delvalle también nos abandona…”. Ya no llegaría a saber que el sueño también terminaría para Juan Bautista, tres días después de los sucesos de Cerro kora.
Un final infeliz
Ya con galones de Coronel, en los últimos tramos de la guerra Delvalle se hallaba a cargo de las carretas que conducían enseres y valores del ejército detrás de la columna de López. Con el peso de la carga y la ausencia de caminos, perdió toda posibilidad de alcanzar a la columna en marcha. Dejó al Mariscal la carta mencionada ante la imposibilidad de seguir al grueso de la columna. Con algunos subordinados que sumaban “unas 200 personas” salieron del monte para rendirse ante las tropas del coronel brasileño Vasco Azevedo Freitas. Éste ordenó el degüello de los paraguayos. Simple asesinato en masa como muchos otros registrados en los mismos días, pues la guerra estaba ya concluida. El hecho sucedió en un lugar llamado “Siete Cerros”, el 4 de marzo de 1870.
Francisca Ignacia sobrevivió un tiempo más largo que su malogrado amante. Cuando finalizó el conflicto armado y pudo salir de su condición de prisionera de guerra, contaba con 21 años. Resistió en las sombras del olvido hasta los 94 años cuando en 1944, le alcanzó la muerte. Un pobre nicho de un ignoto cementerio guarda sus restos.