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Por miles de años la humanidad se enfrentó a devastadoras epidemias solo con hierbas, pócimas, oraciones y rituales religiosos que no pudieron evitar millones de muertes. Gracias a aparentes causas perdidas como el estudio e investigación de la peste, el cólera o la malaria, pudo encontrarse la inmunidad a estas enfermedades que dan las vacunas que salvaron y siguen salvando vidas.
En medio de esta pandemia actual que nos ataca con un virus que tomó de sorpresa a toda la sociedad mundial, el Covid19 genera, en todas partes, un extraño y fanático movimiento antivacuna.
Según el NYtimes, Oliver Nachtwey, sociólogo de la Universidad de Basilea que estudió el movimiento de protestas contra el coronavirus en Alemania, dice: “La gente se resiste a la vacunación. Es un movimiento nuevo y sorprendente porque conecta dos ambientes muy separados: gente que tiene un origen alternativo y que quizá haya votado antes a los Verdes o a la izquierda, y gente que está en la derecha dura”.
En las últimas semanas, los gobernadores de dos estados del este recibieron amenazas de muerte por parte de quienes rechazan la vacunación.
El fanatismo se sostiene sobre un único pilar: la superioridad moral. El fanático se cree mejor que los demás y partiendo de esa hipótesis absurda, pretende redimir y salvar a quienes no ven, logrando que, por fin, vean la luz. En caso de que opongas excesiva resistencia, te volarán por los aires para que no contamines el mundo con tu mal ejemplo.
El sentido del humor es el mejor antídoto contra el fanatismo. Un fanático puede ser sarcástico pero no puede tener sentido del humor porque el humor implica la habilidad de reírse de uno mismo y esto es incompatible con el dogmatismo severo de los fanáticos, que ignorando la sabiduría de la duda, habitan un angosto universo de prejuicios severos y certezas inamovibles.
La reacción alemana contra la vacuna es más general que marginal, dice Miro Dittrich, fundador e investigador principal de CeMAS, una organización de investigación con sede en Berlín centrada en la desinformación y las teorías conspirativas.
“Hay una cierta visión del mundo regresiva y anticientífica que proviene del rincón esotérico en el que las curas alternativas se han generalizado durante mucho tiempo en un cierto entorno verde e inconformista de izquierda”, añadió. “Son personas de clase media que confían más en sus sentimientos que en los expertos, y en la pandemia eso es un problema”. En nuestro entorno local, la gente que no se quiere vacunar, todavía se maneja de manera racional, reflexiva y con inteligente prudencia.