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La festividad de San Baltasar este año cobra de nuevo vida tras la pausa del 2020 por la pandemia. No se tienen datos exactos sobre los orígenes de la tradición en nuestro país, pero es evidente que arrancó durante la colonia y llegó con los negros desde el Uruguay.
Durante la colonia estuvo en auge hasta que el dictador José Gaspar Rodríguez de Francia –pese a ser el día de su natalicio– lo suspendió tras la conspiración de 1820. Wisner de Morgenstem así lo cuenta en El dictador del Paraguay José Gaspar del Francia.
“El 6 de enero de 1825 con motivo de ser el cumpleaños del dictador, varios vecinos, entre ellos don Carlos López, don Mariano Molas y don José Isasa (ese último abogado cordobés), solicitaron audiencia del dictador para ir a presentarle sus respetos, saludarlo y felicitarlo en su día onomástico. El objeto de esa visita era aprovechar el saludo que en el día de su cumpleaños le iban a hacer para pedirle también que permitiera en la Capital, las fiestas de San Baltasar, que con motivo del descubrimiento de la última conspiración se habían mandado suprimir”, dice Morgenstem.
Ante el pedido expreso de uno de los vecinos “el dictador contestole que lamentaba no poder acceder al pedido, porque si bien había mandado suprimir tales fiestas con motivo del movimiento anárquico (...), se producían hechos escandalosos y bochornosos” que no podía tolerar.
Muerto el rey, puesto el rey y San Baltasar volvió a reinar en varios puntos del país con celebraciones que llegan hasta nuestros días.
En Asunción y Lambaré
En el Bañado Norte de Asunción, específicamente en el barrio Santa Rosa, se encuentra la capilla de San Baltasar con la imagen del patrono y un Cristo negro, considerados muy milagrosos contra las enfermedades por toda la vecindad. Desde el 2017 toda la zona recibe el apoyo y orientación de Gustavo Farichelli, más conocido como Hermano Juan Bautista, quien creó y dirige la Fundación María Madre de los Pobres, que tiene a su cargo comedores comunitarios y aulas educativas para niños en situación vulnerable. El Día de Reyes se reparten 1.000 juguetes a los pequeños, hay una gran tallarinada al mediodía y, por la tarde, chocolate con masitas.
Durante la pandemia, la festividad de San Baltasar quedó suspendida, pero aún así la organización siguió muy activa con 18 comedores donde se entregaban 3.555 platos por día y también imparte educación a 400 niños en situación de calle y vulnerabilidad desde el prejardín al noveno grado.
Ahora nuevamente ya está en marcha la novena en honor a San Baltasar, aunque el religioso se queja porque al parecer la pandemia –durante la cual la capilla estuvo cerrada– hizo que la gente se volviera más fría y se alejara de los sitios de oración. Toda la obra se sostiene con donaciones.
En Lambaré también se encuentra la parroquia San Baltasar donde se realiza un novenario, hay pesebre y preparativos para el 6 de enero, como todos los años.
El santo que vino con Artigas
Cuando el prócer uruguayo José Gervasio Artigas se exilió en Paraguay, en 1820, sus fieles lanceros, todos de color, se trajeron la imagen que conservan hasta hoy los descendientes de Donato Pereira en la zona norte de Fernando de la Mora, en Kamba Cua.
Eduarda Espínola Pereira vda. de Zarza (97) cuenta que su bisabuelo Donato Pereira, uno de los “guardaespaldas” de Artigas fue quien les dejó como legado el santo que se mantiene en la familia de generación a generación y que ha vivido muchas peripecias y hecho cientos de milagros. Fue “apresado” por la Iglesia católica a raíz de un conflicto con otra familia, pero afortunadamente volvió con los descendientes del dueño original y por estas fechas preside las grandes celebraciones que tienen lugar en la zona.
Gran festival en Loma Campamento
Precisamente, en Loma Campamento, de Fernando de la Mora de Zona Norte, se alistan para el “Gran Festival de Kamba Cua” en homenaje a San Baltasar, patrono de la comunidad afrodescendiente. Las actividades arrancarán el 8 de enero con el grupo de la capilla, y el festival central organizado por el Ballet Kamba Cua de Lázaro Medina se realizará en el Club 6 de Enero el 15 de enero.
Como todos los años habrá danzas, tambores, artistas invitados y comidas típicas paraguayas, así como de la comunidad afrodescendiente del Paraguay, que prepara la famosa Kichima, hecha con ingredientes como la mandioca, mokaja ku´í (coco molido) y se lleva al fuego con un palo para que se cocine como un chipá asador.
Entre los artistas nacionales invitados estarán, Bohemia Urbana, Teta Kyre´y de la ciudad de San Lorenzo, Vivencia de Zevallos Cue, Grupo de Los Gemelos, Los Peñero, y grupos de danzas folclóricas.
El director del Ballet Kamba Cua, Benito Medina, explica que este año “será la edición Nº 31, y estamos invitando a muchos artistas para que puedan venir a celebrar con nosotros este día tan especial”.
El año pasado, debido a la gran cantidad de contagios por el covid-19, se realizó de forma virtual sin público, pero este año se quieren tomar la revancha con todos los resguardos dictados por el Ministerio de Salud.
El santo de oro en Capiatá
Con coloridos atuendos cada 6 de enero van niños, niñas y jóvenes acompañados de la gente adulta hasta el oratorio del Santo Rey Baltasar, en Capiatá. La tradición aquí viene de la época colonial y tiene unos 400 años de antigüedad. La familia Peña-Velázquez, que está a cargo del resguardo de la imagen es la quinta generación.
El oratorio anterior al actual se construyó en 1931, pero había sido demolido en su totalidad a causa del ensanchamiento de las calles. Parte de las piezas y materiales se utilizaron para el erigir el nuevo templo en 1986, entre ellas la gran cruz.
Don Valentín Arrúa, es el último de la generación de los adultos, que sigue con vida. Cuenta que la historia que envuelve a la imagen es de larga data, y que hasta le costó la vida de uno de sus familiares. “La imagen pertenecía a los Jesuitas. Ellos estuvieron en tierra guaraní en 1600, y cuando se fueron expulsados dejaron la imagen a uno de mis tatarata abuelos, que se llamaba Baltasar”, relata.
Recuerda que, desde entonces, la imagen fue legada a los descendientes: “Mi abuela Valentina Velázquez de Peña tuvo dos hijos: Taciano Peña y Lidia Peña. Ambos ya fallecieron. Mi madre, Lidia Peña, siguió la tradición como con su hermano hasta que yo heredé la tarea de seguir con la costumbre”.
La cabeza robada
Mucha gente creía que en tiempos de los jesuitas, el oro era guardado en lugares muy ocultos, como dentro de una imagen sacra. Precisamente eso pensaron algunos de la imagen que conserva la familia y la intriga hizo que malvivientes ingresaran un día al santuario a robarse la cabeza de la escultura. En ese lapso ocurrió una tragedia entre dos de los integrantes de la familia.
“Entraron y robaron la cabeza del santo. En esa ocasión fue asesinada mi hermana, Vilma Arrúa, y a mi mamá la apuñalaron, por suerte en esa ocasión ella sobrevivió. Hoy en día mamá ya descansa, y nosotros seguimos con la tradición que fue iniciada por nuestros antepasados”, recuerda con mucha tristeza.
Vestuarios y romería
Vestidos como el Rey Baltasar con corona, capa y chalecos rojo con amarillo, colores del atuendo de San Baltasar, llegan cada año los padres con sus hijos en brazos para cumplir las promesas. Ante el altar prenden velas, rezan y cantan.
Cuando el ritual culmina, los niños se lanzan al parque, en la parte posterior del santuario donde se instala la romería con variados juegos, como la ruleta rusa, juegos de apuestas carruseles de colores y la rueda gigante.
El karu guasu
El karu guasu (gran comilona) –organizado por la familia cada 4 de enero– es una de las actividades tradicionales que se ofrece a los que visiten al santo. El menú es abundante tallarín con suculentas salsas.
La novena empezó el 28 de diciembre, y en el acceso 10 jóvenes vestidos de San Baltasar se encargan del resguardo de las medidas sanitarias para que las personas puedan continuar con los cuidados y protecciones.
La fiesta de las máscaras en Tobatí
Por Luz Ocampos luz.ocampos@abc.com.py
La festividad de los Reyes Magos en la compañía Rosado de Tobatí viene de antaño. Se remonta a los tiempos de la colonización y tiene que ver con la presencia afrodescendiente en Paraguay.
Antes de la Guerra de la Triple Alianza la comunidad ya tenía un santo rey que representa a los tres reyes magos. Durante la guerra, en zonas como Piribebuy y Barrero, mucha gente se encomendaba y hacía promesas para recibir sus milagros. Al término de la contienda se descargaban a la zona promeseros de lugares como Primero de Marzo, Isla Pucú, Caraguaty y Barrero Grande. De este modo, se fue acrecentando la feligresía y la imagen fue ganando notoriedad y más devotos.
La celebración comienza el 4 de enero, día cuando se realiza el alba. Al despuntar el sol, los promeseros van llegando mucho antes de la fiesta mayor a la comunidad. Se congregan en una casa particular para preparar la comida y hacer los regalos a la gente, luego de pagar las promesas.
La Serenata del Alba recorre casa por casa donde haya una imagen del santo rey –muy común en las viviendas de la zona–, para brindarle sus canciones a través de la Banda Para’i y recibir el 6 de enero cuando se reparten golosinas y jugos a los niños. Es infaltable el kamba ra’anga, que en guaraní es el mulato, el negro, y tiene gran significado a nivel histórico. Por eso la gente se disfraza y utiliza máscaras para pagar la promesa.
En las vísperas, el 5 de enero, se llevan todas las imágenes de las casas de la comunidad hasta la capilla de San Blas y se aguarda la llegada de la magna fecha.
En la actualidad, en la comunidad se cuenta con 16 imágenes del santo rey a quienes se dedica la fiesta patronal que ya forma parte de la tradición folclórica de la zona y sus mayordomos se esmeran para recibir con golosinas a los devotos.
Las máscaras que utilizan los feligreses son disfraces hechos con madera de timbó. La gente extrae la raíz de esta planta, la hace secar y empieza a tallar en forma rústica. Utilizando punzantes se logra moldear fácilmente y es una forma de devoción a los tres reyes magos, aunque la mayoría prefiere a San Baltasar.
Sueños e ilusiones en el Chaco
Por Carlos Almirón calmiron@abc.com.py
A diferencia de otras regiones del país, en Fuerte Olimpo en el Alto Paraguay, la llegada de los reyes magos sigue generando verdaderos sueños en la gran mayoría de los niños, quienes, ilusionados, esperan recibir su obsequio desde una pelota o un pequeño camioncito, o la tradicional muñeca para las niñas.
Los regalos, por lo general, no son costosos, como en otras partes del país, donde hay bicicletas, los autos a control remoto, y todo lo relacionado con la tecnología, hasta celulares.
En esta lejana comunidad aún se puede observar la alegría contagiante que irradian los pequeños, cuando reciben sus regalos, aunque sean de poco valor monetario.
Es tradicional que instituciones públicas, como la gobernación o los municipios, se encarguen de organizar actividades recreativas para los niños en el Día de los Reyes Magos y, además de distribuir regalos, también se entregan golosinas y el tradicional chocolate.
Los más pequeños muestran orgullosos sus regalitos que les trajeron Gaspar, Melchor y Baltasar. No existe envidia entre ellos y, por el contrario, si toda una gran alegría compartida jugando entre todos.
Los niños de Fuerte Olimpo, como no cuentan con parques de diversiones o shopping, se conforman con balancearse en las tradicionales hamacas de los parques infantiles, que no son muchos. Hay partidos de fútbol con las nuevas pelotas sin importar el calor de estos días.
La gran mayoría de los niños olimpeños integran grupos parroquiales de su comunidad y acuden a las celebraciones religiosas donde participan de las tradiciones.
A escasos kilómetros de la población se ubican dos comunidades de los Ishir, que en las fiestas de los reyes magos participan confundiéndose con los demás infantes.
En este lejano rincón del país todavía hay una fuerte creencia en la llegada de los reyes magos y se mantiene viva la ilusión y los sueños. La colaboración de las instituciones soluciona el inconveniente de que para algún niño que no haya recibido su obsequio en la casa se cumpla aquella triste frase de una canción popular que dice: “Que malo son los reyes magos no me trajo un regalito”.