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Clericó: Según la RAE, deriva del inglés claret cup. “Bebida refrescante compuesta por vino blanco y trozos de frutas”. Desde la antigüedad, el vino siempre se ha mezclado, sobre todo cuando se trataba de vinos de poca calidad a los que se les añadían otros ingredientes para volverlos más bebibles.
El madeira, el oporto y el jerez fueron las primeras estrellas de la coctelería, así como también los vinos de Málaga y Canarias, especialmente en el siglo XVII en Inglaterra gracias al purl royal que se hacía mezclando vino con hierbas y ajenjo. En el siglo XIX, el claret de Burdeos era el protagonista del claret cup, mucho más suave que otros cócteles tradicionales.
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¿Cómo vino el clericó a parar al Paraguay? Según la historiadora, investigadora, docente y escritora Margarita Miró, “el clericó es una bebida mestiza, hecha con frutas y vino, principalmente, que se utiliza durante las fiestas de fin de año”. Cuenta que con la introducción de la vid y el vino por los españoles y otras frutas que maduran en verano se creó el clericó paraguayo. Los guaraníes realizaban bebidas fermentadas con distintos ingredientes que le llamaban kagui.
También tenían el kagui de frutas, utilizando las disponibles e incluso frutos del pindó, que se guardaba en bateas, se cubría con hojas para que fermentara y luego de dos o tres días se consumía. Era de sabor agradable. “El clericó se toma y se come, por eso se sirve con cuchara. Es muy antiguo, nació entre los años 50 y 40 a.C. Los celtas festejaban el 31 de octubre a Samhain, caballero de la muerte, con un tradicional vino tinto con frutas remojadas”, concluye Miró.
(*) Fuente: https://dle.rae.es/