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Lo que hizo el gobernador Carlos Mophi hacia 1770 de establecer la Villa de Caacupé como centro religioso y lugar de peregrinaciones fue simplemente consolidar el llamado que hacía la Virgen de los Milagros a sus devotos.
Registros oficiales, archivos de la comuna, libros eclesiales y la hemeroteca de la Biblioteca Nacional son una fuente inagotable para los investigadores.
En los seis tomos de Caacupé, pueblo mío, el historiador y docente Pedro Artemio Ruiz destaca pasajes de las peregrinaciones de antaño en la prensa nacional desde 1899 hasta la década de 1926. También en nuestro Archivo de ABC Color se reflejan las caravanas de promeseros y sus sacrificios desde 1967 hasta nuestros días.
Precisamente, en 1899, la fiesta patronal fue suspendida debido a la peste bubónica.
Cuando arrancó el siglo XX, desde el mes de noviembre los diarios capitalinos ya anunciaban las conocidas familias asuncenas que se aprestaban a participar de las festividades.
En 1903 se anunciaba que desde el 1 de diciembre saldrían a diario ómnibus desde un hotel de Tacuaral (Ypacaraí) con destino a Caacupé y los lugares se podían reservar por carta o telégrafo.
Los servicios ordinarios y extraordinarios del ferrocarril llegaban desde Asunción hasta Tacuaral y Pirayú para luego dirigirse en carretas o a pie hasta Caacupé. “El viernes 4 de diciembre era ya muy fluida la peregrinación; muchas familias han abandonado la Capital sin temor a los crecidos arroyos y los pantanos en que los campos están convertidos”, con las lluvias.
El 8 de diciembre de 1910 El Diario, según los datos recogidos por Ruiz, se leía: “Hoy es el día de la Virgen de Caacupé. De todos los lugares de la República van caravanas de creyentes hacia la capilla que eleva la firmeza de sus torres albas, en medio de los cerros (...). Van los peregrinos, a pie, en marchas heroicas animados por la fe, en carreta, a caballo. La cinta del camino polvorea con el continuo trajín y se anima en la noche...”
Hasta después de la Guerra del Chaco no existía el trazado de la ruta II a través de los cerros tal como lo conocemos hoy, pues ese camino fue abierto con la mano de obra de prisioneros de guerra bolivianos.
En 1967 y en toda la década de 1970 y 1980, según publicaciones del Archivo de ABC Color, cada año al llegar el 8 de diciembre se establecieron una veintena de paradas de ómnibus que partían hacia Caacupé desde distintos barrios y puntos estratégicos de Asunción. Debían tener un cartel obligatorio “A Caacupé”.
El año pasado la pandemia ha privado al Paraguay de su mayor fiesta mariana, pero este año la población ha empezado a tomarse la revancha desde que comenzó el novenario el 28 de noviembre. Las peregrinaciones retornaron en las más diversas modalidades en las que el uso de tapabocas es un distintivo, así como las medidas sanitarias de prevención.