Magariños es un pequeño poblado ubicado al norte del fortín General Díaz, en el departamento de Boquerón; se encuentra ubicado a unos 650 kilómetros de Asunción.
La comunidad está asentada en la ribera de la cañada La Madrid, que conduce las aguas del Pilcomayo al interior del Chaco paraguayo. En aquellos meses en que el río ingresa, el poblado recibe a numerosos visitantes, sobre todo menonitas del Chaco Central.
Tras la derrota de Campo Vía, los bolivianos se instalaron en Magariños.
El nombre del lugar viene de tiempos de la ocupación boliviana del sector. Es en homenaje al expedicionario general Manuel Rodríguez Magariños (uruguayo), quien en diversas oportunidades navegó el Pilcomayo.
Al finalizar la Guerra del Chaco recibió el nombre de Tte. 1ro Leónidas Escobar, pero el nombre de Magariños sigue firme en la memoria de los lugareños.
Quienes habitan el poblado saben que allí existió un fortín boliviano; de ahí partía un camino que conducía al entonces fortín Muñoz, actualmente General Díaz. El trazado aún está visible, pero el río Pilcomayo llegó a ingresar y las aguas se acumulan en tiempos de crecida.
No es lo único que quedó
Magariños tuvo una gran importancia estratégica para el Ejercito boliviano. Allí se instaló el principal taller de reparación de vehículos y era el soporte en la retaguardia de Muñoz, el fortín que penetró en mayor profundidad en territorio paraguayo.
En medio del monte, en la propiedad de Jerónimo Ramón Lovera, bordeando el centro urbano de Magariños, se encuentra un cementerio boliviano. Las cruces de quebracho llevan impresos los nombres y fechas en que fallecieron los hombres que allí descansan.
En la cruz más antigua se puede leer mayo de 1926 y alrededor hay otras que denotan la antigüedad de la creación del cementerio, camposanto donde hermanos bolivianos se encuentran reposando por la eternidad.
El profesor Vidal Ávalos, director de la escuelita de Magariños, visita cada tanto el cementerio con los niños. Para los chicos, llegar al lugar es toda una aventura. Se ocupan de limpiar el lugar, juntar las hojas y ramas que cubren el camposanto.
La algarabía de los niños llena de vida un lugar sagrado.
El profesor Ávalos menciona que “el fortín forma parte de nuestra comunidad y si los niños no conocen el lugar, vamos a perderlo definitivamente. Por eso venimos aquí, a rendir homenaje a quienes descansan y, sobre todo, a mantener viva la memoria colectiva”.
Don Jerónimo, propietario del inmueble, es un hombre mayor, nació en General Díaz y toda su vida la dedicó al Chaco. En los alrededores del cementerio se encuentran los escombros de la estructura edilicia del fortín. Basta caminar unos pasos para encontrar los registros del pasado.
En Magariños poco o nada pueden hacer para recuperar los restos del fortín boliviano, apenas si pueden mantener limpio el cementerio. Establecer la recuperación de los escombros es tarea de profesionales, tiene un costo. Pero también un beneficio fundamental: mantener viva la memoria de nuestra historia.
Pocos saben que luego de la derrota de Campo Vía, el Ejército boliviano se reconstruyó. Estableció en torno a Magariños una poderosa línea defensiva, la mayor que se haya visto a lo largo de la guerra.
El 10 y 11 de febrero de 1934 se libró una serie de batallas, pero finalmente Magariños cayó el 12 de febrero. Buena parte de sus defensores eran soldados novatos, recién llegados del Altiplano y sin mayor experiencia bélica. La veterana 1ra. División de Infantería de nuestro ejército tomó Magariños. En el momento de la retirada, los bolivianos incendiarion el lugar.
Los otrora niños guiados por el profesor Vidal Ávalos se convirtieron en hombres y mujeres que sienten arraigo por su comunidad. Pero no dejan de lamentar que las ruinas del fortín y el cementerio boliviano sigan en poder del monte.
Quieren verlo con otros ojos, con aquella mirada que permita bucear en la historia paraguaya para construir un futuro mejor.
Cómo llegar
El poblado de Magariños se encuentra a 650 kilómetros de Asunción, aproximadamente. Hasta la localidad menonita de Neuland, el camino es asfaltado, luego se sigue un camino de tierra con dirección a la Línea 32. El terraplén se encuentra en buen estado, salvo en períodos de lluvia, entre diciembre y marzo. Llegar a Magariños es una aventura que permitirá conocer la inmensidad de nuestro Chaco.