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Ambos papeles son fundamentales, porque se trata de vidas humanas que dependen de otro ser humano que considera a sus hijos y esposa héroes por soportar estoicamente su ausencia prolongada y, muchas veces, sin días libres para compartir con la familia, porque algún colega terapista enferma y hay que suplirlo atendiendo a que los especialistas de UTI son pocos.
Con apenas 40 años, el doctor Federico Fretes tiene sobre sus espaldas “grandes responsabilidades que conllevan compromiso, entrega y gran concentración”, afirma. Fundamental es el apoyo y comprensión de su esposa, Micaela, que tiene su misma edad, así como el de sus hijos Jimena de 12 años, Sofía de 10, Facundo de 7, Nicole de 4 y en la espera de Elías, que viene en octubre.
Hace un año que todo cambió. Cuando llega a su casa ya no puede ser “atropellado” por sus hijos, quienes corrían para recibirlo y hasta jugaban quién lo abrazaba primero al grito de ¡Papá! Actualmente, para prevenir contagios, antes de entrar, debe asearse y cambiarse de ropa, y tras ese protocolo sanitario sus pequeños se pueden turnar para darle una efusiva bienvenida.
Nicole, por el momento la más pequeña, era quien se resistía a los cambios, pero ahora hasta ya deja que su padre coordine tranquilamente por teléfono cuestiones laborales del hospital.
Aprovechar el tiempo
El doctor Federico Fretes dice que trata de aprovechar al máximo el poco tiempo que tiene para compartir con su familia, una cena o un almuerzo cuando no está de guardia, incluso para ir todos juntos a pasear, asistir a misa un domingo, como suele hacerlo en la parroquia Medalla Milagrosa de Fernando de la Mora. Pero hay semanas muy duras para todos en que no puede tener un día libre, porque debe cubrir a quienes se enferman. Últimamente ha sido la regla, pues son pocos los terapistas a nivel país.
En los intervalos de su guardia, mientras almuerza, cena o se da un breve descanso, revisa los mensajes en el celular para ayudar a sus hijos con sus tareas, en especial de guaraní, que es lo que más les cuesta a sus niños, sostiene.
“A veces escucho que dicen los héroes de blanco, pero en realidad hay unos héroes que son invisibles, a quien nadie ve, que son la familia de uno. A mí me tocó en un año de pandemia reemplazar en mi día libre a colegas que estuvieron enfermos. Tuve que hacer varias guardias que no me correspondían, pero alguien tenía que hacerlo. Al comienzo mis hijos se frustraban un tanto, pero poco a poco fueron entendiendo que a papá le toca una misión complicada que ojalá pronto se supere”, resalta.
En su trabajo ve a otros padres, hijos, madres, y hacen lo posible por sacar adelante, pero también deben aprender a lidiar con los familiares de los internados al momento de darles el parte médico, a veces con noticias felices y otras con resultados devastadores. Ya se dieron casos de personas que tienen a sus parientes en el exterior y con los cuales solamente deben manejarse por teléfono. Además, debe tener un espíritu de administrar junto a familiares de los pacientes las situaciones apremiantes de falta de fármacos, porque muchas veces la ayuda social del Gobierno no cubre todas las necesidades, y el hospital tampoco tiene todos los medicamentos.
Últimamente no son pocos los pacientes de su edad y entiende el miedo que sienten al ingresar, porque dejan todo y no saben si podrán vencer al covid. Se identifica con ellos, que están en plena edad productiva, con mucho aún por hacer y con familiares y amigos esperando con toda ansiedad su salida de la terapia.
“Es duro para nosotros también ver sufrir a tantas personas. Cuando se acercan días especiales, como el Día de la Madre, del Padre, es más pesado el ambiente”, afirma.
Dice que sobradamente ya se pidió a la gente que se cuide, por lo que el mensaje que quiere dar es que valoren su vida y hagan buen uso de su tiempo invirtiendo en la práctica de hábitos saludables como actividad física, cuidarse con la ingesta de comidas y bebidas, siempre. También que aprovechen para dar tiempo de calidad a sus hijos.
Mis domingos...
Los domingos son para compartir en familia en la casita que tenemos en Ypané, o subimos al auto, tomamos la ruta y salimos a conocer otra ciudad del interior. Visitar algún sitio histórico o paisaje lindo es un placer. Estas últimas semanas tuve prácticas de bicicleta con Facundo. Además, me gusta preparar el asado dominguero y desconectarme un momento del trabajo. Cargamos pilas todos para arrancar una semana más.