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Se suele decir que “quien canta, sus males espanta” y en lo espiritual que “quien canta, ora dos veces”. Sin lugar a dudas, la música es una medicina para el alma, y el cuerpo también.
Hoy día, la musicoterapia es una profesión de la salud que utiliza la música como medio para lograr objetivos terapéuticos de estimulación o rehabilitación de las áreas cognitiva, social, de lenguaje, sensorial, motora y emocional. Por ejemplo, se cantan canciones para estimular el lenguaje o trabajar las emociones, se tocan instrumentos de maneras determinadas para trabajar la atención, memoria o las habilidades sociales y se pueden escuchar ciertas músicas para analizarlas y trabajar emociones como la ansiedad, la depresión o el estrés.
Gabriela Mariana Costantini Ávalos (30) es egresada de la carrera de Psicología con énfasis en Clínica de la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción y Máster en Musicoterapia por el Instituto de Formación Continua de la Universitat de Barcelona, casa de estudios a la que pudo acceder gracias al programa de becas Carlos Antonio López en su edición 2018. Comenta que, a su vuelta a nuestro país, junto con una colega psicóloga clínica y máster en Neurorrehabilitación abrieron el Centro Guiarte, Espacio de Atención Integral en el que cuentan con un plantel de profesionales de las áreas de psicología clínica y educacional, neuropsicología, fonoaudiología, terapia ocupacional, fisioterapia, psicomotricidad, estimulación temprana, psicopedagogía y musicoterapia.
Metodología del sonido
Esta terapia se basa en cuatro técnicas o métodos principales de las cuales se desglosan después las actividades en consultorio, dice la experta. La primera es la improvisación musical; es decir, se parte de la creación de la música. “Se le ofrecen al paciente varios instrumentos y se tocan de manera libre según el objetivo. No es clase de música, entonces no existe el ‘tocar bien o mal’, sino usar la música como un medio para trabajar una habilidad”, aclara.
Luego se recurre a la recreación o interpretación: se cantan o se tocan canciones que son significativas para la persona, información que se recaba en la primera entrevista en la parte de canciones favoritas. Luego se da lugar a la escucha y análisis de canciones que son significativas para la persona, con el fin de inducir a un estado de relajación o para abordar alguna temática de índole emocional y, por último, se recurre a la composición o songwritting. Dependiendo de la predisposición del paciente, se utilizan melodías de canciones conocidas o se crea la melodía para componer letras con el fin de expresar y canalizar alguna problemática que esté pasando el paciente, dice.
Para un sinfín de problemas
La especialista señala que toda persona que quiera trabajar con música, algún objetivo terapéutico puede hacer musicoterapia, y se realizan sesiones en todas las etapas de la vida: embarazo, bebés, niños, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores. “Existe mucha evidencia científica que demuestra los beneficios de la musicoterapia en casos de autismo, déficit de atención, discapacidad intelectual, síndrome de Down o Williams y trastornos del neurodesarrollo en general. Así también, para casos de estrés, ansiedad, depresión, ACV y enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer, Parkinson, etc”.
Es bueno saber que en cualquier momento se puede acudir al musicoterapeuta, y también es importante aclarar que no es lo mismo estimulación musical que musicoterapia. La profesional enfatiza que la diferencia fundamental es el objetivo. “En clases de estimulación musical o clases de música el fin es aprender las notas o aprender a cantar o tocar un instrumento. En musicoterapia no enseñamos música, trabajamos habilidades con actividades musicales”.
Generalmente, las sesiones de musicoterapia tienen una frecuencia de una vez por semana y duran 40 minutos. En el caso de niños, en una primera entrevista con los padres se completa un cuestionario de “Historial musical”, con el que se recaban los datos personales del paciente y los datos musicales que serán claves para el diseño de las sesiones. Costantini explica que se utilizan las canciones y músicas que le gustan a la persona, luego se realiza una evaluación de musicoterapia –que puede durar 4 sesiones, aproximadamente, para evaluar y observar a la persona de todas las áreas–, y al terminar se entrega un informe a los padres con el plan de tratamiento, según el motivo de consulta y lo observado en la evaluación. También aclara que no es necesario tener habilidades musicales para realizar musicoterapia, solamente estar abierto a la experiencia.
Una experiencia muy personal
Hoy en día, gracias a la neurociencia, podemos saber exactamente qué pasa en nuestro cerebro cuando escuchamos música, dice. “Cuando lo hacemos, la música ingresa e impacta de manera global y profunda en todas nuestras zonas cerebrales, especialmente en el sistema límbico, donde se encuentran las emociones. Tiene un canal directo con ellas, por eso cuando escuchamos una canción que conocemos automáticamente nos transporta a una experiencia, un recuerdo, y nos activa una emoción”, explica y agrega que esta es la premisa principal de musicoterapia, porque no existen recetas musicales ni canciones ideales, por ejemplo, para dormir o relajarse, algo que depende mucho del gusto musical de la persona.
¿Por qué nos relajamos mucho con algunas canciones y no con otras? La respuesta es que esas canciones que nos gustan están ligadas a experiencias de vida y emociones que hacen que cuando las escuchemos se genere una sensación de bienestar, explica Costantini. Incluso, de manera casi inconsciente, cada uno sabe qué canción (sin importar el estilo ni género) le sirve para hacer ejercicio, trabajar, estudiar o entrar a un estado de relajación.
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