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Ya sea a través del reciclaje, la producción de bolsas biodegradables, o bien con la formación del hábito de la reutilización –con bolsones de tela o cualquier otro material– la conciencia de la población va creciendo, de la mano con la información sobre las innumerables desventajas del hule. Algunas vertientes parecen ser más efectivas que otras para paliar la problemática ambiental mundial, pero sea cual fuere el camino que se elija, se estará poniendo un grano de arena de mucho valor.
Primera industria de bioplástico del Paraguay
Madre. Mejores empaques es una empresa que se lanzó el 28 de diciembre de 2020. María Nasta Bittar, fundadora y directora ejecutiva, comenta que por el momento están fabricando bolsas biodegradables y biocompostables en algunos modelos y tamaños y en siguientes etapas planean lanzar más empaques. Estas bolsas están hechas de bioplástico; esto es, enteramente a base de elementos biobasados, vegetales, como el almidón, aceites vegetales, proteínas y ácido poliláctico derivado del maíz. “El hecho de que todos sus componentes sean biobasados es lo que les da la tecnología de poder biodegradarse y reintegrarse a la tierra en 90 a 180 días en un ambiente de compostaje”.
La creadora explica que Madre nació con un doble propósito, uno de ellos es reducir la problemática asociada a los plásticos comunes y también –como el producto es compostable y se reintegra a la tierra– apuntan a aportar al sector de la basura orgánica. Según el Mades, 60% de los residuos en vertederos son orgánicos y estos, en su descomposición, generan una serie de contaminantes a nivel aire, suelo, agua, y todo eso afecta a nuestra calidad de vida.
En resistencia y peso, esta biobolsa se comporta igual que la bolsa común, dice y añade que podrían reutilizarse, pero desde Madre no se promociona esto, sino la utilización para compostaje. Si uno no tiene el tiempo o la motivación para compostar, existen empresas que se dedican a la recolección de basura orgánica. “Invitamos a la gente a reemplazar la bolsa común por la alternativa biocompostable, guardar ahí los residuos orgánicos y enterrar en el patio la bolsa cerrada, o bien contratar el servicio de recolección”.
Cuentan con varios tamaños de bolsas camisilla, riñón y otras, con medidas específicas y se adquieren desde la web de Madre. Para clientes de volumen (a partir de 5.000 unidades), también ofrecen las biobolsas personalizadas con color y logo de la empresa que lo solicite, inclusive del tamaño que deseen.
Comenta que en Paraguay aún no hay tintas compostables, por lo que por el momento todavía utilizan tintas comunes para los logos, pero el porcentaje de tinta que utiliza la bolsa es tan pequeño que no interfiere en el compostaje.
Esfuerzos para la reutilización
Jaguabolsas es una asociación que nace hace dos años de mano de Ignacio Lussich, presidente de 3R Paraguay. Comenta que hacía tiempo que quería acompañar su labor económica con algo de compromiso medioambiental y social, es decir, retribuir a la comunidad en la que desempeña sus actividades. Este proyecto tiene la particularidad de conjugar ambas: lo social, dándole trabajo a las personas privadas de su libertad, y lo medioambiental por medio de la reutilización de bolsas de alimento para perros.
Ellos retiran de las veterinarias las bolsas de alimento para vender su contenido a granel; con eso satisfacen por el momento su demanda de insumos, lo que no quita que más adelante opten por puntos de recolección de bolsas para la gente que las quiera donar, dice.
Jaguabolsas tiene un convenio con las reclusas del Centro Penitenciario Casa del Buen Pastor, a través del cual se les paga por la confección de las bolsas. El 50% de lo que se recauda por la venta de las mismas se destina a tal propósito, al tiempo que se les permite tener un trabajo digno y mayores oportunidades de reinserción cuando salgan, reduciendo el riesgo de reincidencia.
Las Jaguabolsas son resistentes, por lo que se pueden utilizar por largos períodos, reduciendo así el consumo del plástico y su confección no genera impacto en el medioambiente, ya que son recicladas, siendo su huella de carbono casi nula, comenta Lussich.
#Sinbolsasporfavor
Jerovia Orgánico es una empresa B Certificada y utiliza la fuerza del mercado para dar soluciones concretas a problemáticas sociales y ambientales, explica la CEO Deisy Sitjar Maluf. “Reconocimos la fuerza que tienen los consumidores y apostamos al cambio de hábito de uso de bolsas de plástico, en una forma sencilla. Así, detrás del propósito de generar un impacto positivo en la sociedad, la comunidad y el medioambiente, tuvimos la iniciativa de impulsar a nuestra campaña de #sinbolsasporfavor a nivel nacional”.
Desde 1974, el Día Mundial del Ambiente se celebra cada 5 de junio; Jerovia Orgánico lanzó su campaña el 5 de junio de 2019 en honor a esto. “Se habló tanto del problema del uso de plásticos de un solo uso, especialmente de las bolsas plásticas, que decidimos que era momento de dejar de hablar; ya era inminente actuar”. Comenta que les sorprendió gratamente la conciencia del consumidor paraguayo, y la gran cantidad de empresas, empresarios jóvenes, y personas que acompañaron la iniciativa. Dicha campaña fue declarada De Interés Municipal por la Municipalidad de Asunción.
Ser una empresa conscientemente responsable es la otra cara del éxito en la economía mundial, dice y añade que realizaron un profundo estudio de mercado para apuntar al sector en el que más impacto podían tener, destacando que sus bolsas son multiuso, es decir, están pensadas para innumerables usos y finalidades dentro de la rutina del consumidor consciente.
El primer sector seleccionado fue el de las verduras, con el pack de seis unidades, que contiene dos bolsas de 3 tamaños diferentes, confeccionadas en tela de malla. Estas soportan hasta 3 kilos y la versión XL hasta 5 kilos. Agrega que estas son muy prácticas, ya que por las características del tejido las verduras pueden ser lavadas y guardadas en las mismas bolsas en el refrigerador, siendo esta la manera correcta de utilizarlas, sin necesidad de descargar las hortalizas, con lo que se ahorra un montón de tiempo en la descarga y lavado de los productos.
Cada bolsita puede ser lavada y reutilizada un mínimo de 10 veces, dependiendo del cuidado que se le dé. Un pack representa 300 bolsas de plástico menos, explica la CEO y añade que “detrás de cada pack no existe solo una persona, sino una familia consciente y responsable, y un ejemplo para miles más”.
Cuenta que un segundo rubro al que apuntan es el de panificados, con mucho éxito, pero penosamente con la llegada de la pandemia por covid-19 mermó, por el protocolo sanitario. Estas bolsas fueron inspiradas en las épocas de nuestras abuelas, cuando íbamos a la despensa con las bolsas de pan, señala Deisy.
Un tercer sector es el de la caja o bolsa de carga de compra final. Se trata de bolsas de lienzo nacional con bolsillos de jeans, y las de tela no tejida con manijas. Indica que muchas empresas se han sumado a esta campaña, pidiéndoles bolsas personalizadas.
La vía del reciclaje
Gabriela Talavera está especializada en desarrollo y desafíos comunitarios, y se encarga de la logística y atención dentro de Angiru, un emprendimiento “que busca mitigar el impacto que genera la mala disposición de las bolsas plásticas” y persigue este objetivo a partir de la activación ciudadana, la innovación en diseño y la producción de artículos amigables con el medioambiente. Explica que la empresa recolecta y transforma las bolsas plásticas en productos únicos, prácticos y eco-friendly, desde octubre de 2019. Algunas de sus opciones incluyen bolsos, cartucheras, riñoneras o billeteras.
Las bolsas plásticas representan el mayor símbolo de contaminación actual. “De todos los tipos de basura, una bolsa plástica es el parámetro principal de que nuestro paisaje está dañado. Este perjuicio pudo haberse producido hace 150 años y aún sigue ahí. Los plásticos tardan décadas en degradarse y más aún si no han tenido una correcta disposición”. Añade que la mala disposición de estos desperdicios en la ciudad bloquea los desagües, lo cual en un día de lluvia se traduce en grandes raudales.
La experta señala que una bolsa plástica tiene un uso medio de 12 minutos y se estima que una persona puede llegar a utilizar hasta 200 bolsitas de plástico al año, pero no hay estimaciones sobre la reutilización, lo que indica que toda esa producción, luego de su único uso, es basura. “A todos y a todas nos afecta que hoy en Paraguay existan más bolsas plásticas que personas en todo el mundo”, expresa y agrega que, para que una solución sea sostenible, debe estar acompañada de conciencia ambiental y cambios de hábitos.
“Las bolsas reutilizables de telas de algodón son resistentes, pero habría que analizar el proceso de producción, la cantidad de fósiles que se utilizan, el manejo de los recursos, y otros aspectos. En cuanto a las bolsas biodegradables, sí, se degradan, pero bajo ciertas condiciones; se necesita un ambiente óptimo para la biodegradación o si no termina siendo el mismo problema, afectando los mismos paisajes y ecosistemas”, explica Gabriela para quien el problema no pasa por el material, sino más bien por el modelo de uso y consumo.