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Tal vez una de las devociones más antiguas, populares y pintorescas que se celebran en nuestro país y que perduran sea el Kurusu Ára, que consiste en ponerle a la cruz un paño limpio o nuevo y encender velas a sus pies. De ahí también la costumbre del kurusu jegua, que es colocar una cruz en el medio de un nicho hecho con tacuaras y cubierto con hojas de palma y laurel, similar a un pesebre. Uno de los lugares que sigue manteniendo esta tradición es la capilla San Cayetano, ubicada en avda. Mallorquín y Testanova, barrio Sajonia de Asunción.
Según el promotor cultural de esta capilla, Andrés Caballero, esta práctica se remonta a principios del cristianismo cuando Santa Helena viaja a Jerusalén para buscar las huellas de la Pasión. “Dicen que un 3 de mayo encuentra en Tierra Santa parte de la cruz, los clavos, así como restos de la corona de espinas. Es una fiesta antiquísima”.
Los franciscanos y jesuitas trajeron la tradición a América y la transmitieron a los indígenas. “Y perdura hasta hoy”, enfatiza. Agrega que cuando los primeros sacerdotes empezaron a evangelizar enseñaron que a través de la cruz viene la redención, y el chipá en forma de argolla representa la Eucaristía, la hostia. “El kurusu jegua representa la misa; entonces, se rezaba, se cantaba, con los estacioneros, se bailaba frente al kurusu jegua”.
También se preparan rosarios hechos con cuentas de maní y los granos grandes son de caramelo, se adorna con flores y velas.
En pandemia
Este año, al igual que el anterior, la capilla San Cayetano se une con la Fundación Casa Museo Ñembo’e Renda, de don Fernando Gómez Scifo, para la conmemoración y traer en préstamo el kurusu Nicanor, que tiene una rica historia. “Queremos reactivar todo lo que es la religiosidad en Sajonia. Nos ceden en préstamo para la actividad que realizaremos el próximo lunes 3 sobre la avenida Mallorquín. Este año tiene una connotación muy especial, debido a la pandemia. No queremos llamarle festividad”, resalta al destacar que cumplirán todos los protocolos y se evitarán aglomeraciones.
Es por eso que el almuerzo del karu guasu del Kurusu Ára se llevará al Hospital Barrio Obrero, al igual que los trescientos chipás que serán colocados en el kurusu jegua, para cuya elaboración se solicitaron en donación el almidón, huevo, queso Paraguay y margarina. “Les vamos a llevar a los enfermos y a sus familiares del hospital chipás con cocido”. Pero también se va a compartir con la gente que acuda a participar de la misa de las 17:00 y la otra mitad se llevará al hospital. El karu guasu va a ser al mediodía con una tallarinada para 200 personas; el ballet folclórico junto con la banda municipal estará a las 16:30, frente a la capilla, sobre Mallorquín.
Esta actividad cuenta con el apoyo de la Municipalidad de Asunción, que también presenta la visita virtual del Kurusu Ára en la Manzana de la Rivera, con la participación del promotor cultural Clemente Cáceres, el 3 de mayo, a las 19:00.
Kurusu jegua apo
Inicialmente, se construye el nicho de la cruz con tacuaras, hojas de ka’avove’i, y palma, donde luego serán colocados los chipás en forma de argolla, cruces y rosarios.
En el medio del cobertizo se coloca una cruz, alrededor del cual la familia, vecinos y amigos se reúnen para rezar y adorar la imagen. Los dueños de casa reparten el chipá a los visitantes con una taza de cocido. Aunque ahora ya no es común, hay todavía algunos estacioneros que, al igual que en Semana Santa, acompañan esta celebración con su tradicional y peculiar purahéi asy.
También se acostumbra visitar los cementerios, en este día, para cambiar los paños de las cruces de los difuntos, pero esta vez los camposantos estarán cerrados. Asimismo, las cruces, que se encuentran a la vera de los caminos, son visitadas, no solo por familiares de los difuntos, sino por los vecinos que quedan a encender una vela o elevar una oración.
En Asunción nunca pasan desapercibidos los oratorios de Julián Oviedo en la avenida Próceres de Mayo casi Ana Díaz y la capilla del Cadete Alberto Anastasio Benítez sobre Molas López en Trinidad.
Constantino, el impulsor
La conmemoración de la Santa Cruz tiene su origen en una antigua tradición cristiana, que data de la época del emperador romano Constantino I “el Grande” (272-377), en el siglo IV d. C. Se cuenta que el ejército de Constantino se aprestaba para la batalla contra el emperador, también romano, Majencio. El primero tenía un ejército muy reducido y sin posibilidades contra el enemigo. La noche anterior a la batalla, Constantino vio en sueños una cruz brillante que tenía escrita: “Con este signo vencerás”. Al amanecer, hizo construir la cruz que precedió a su ejército en la batalla. Contra los pronósticos, venció.
A raíz de este episodio, Constantino se convirtió al cristianismo, liberó a los cristianos y levantó varias iglesias. Luego, su madre, la emperatriz Helena de Constantinopla (250-329) fue a Jerusalén a buscar y logró encontrar en el calvario, la cruz del Salvador el 3 de mayo del año 326.
Se habla de que Helena halló tres cruces; según otros, tres pedazos viejos de madera. Para saber en cuál fue crucificado Jesucristo, decidió hacer una prueba. Llevaron a una joven mujer agonizante, quien, al tocar la primera cruz, agravó aún más su enfermedad. Al tocar la segunda cruz, se mantuvo igual, pero cuando tocó la tercera, se recuperó totalmente. Helena, junto al obispo y los fieles, llevaron esta cruz en procesión por las calles de Jerusalén. En el camino había una mujer viuda que llevaba a enterrar a su hijo, por lo que acercaron la cruz al fallecido y este resucitó.
También existe una versión de que la cruz hallada por santa Helena fue divida en tres partes y enviadas por separado a Roma, Jerusalén y Constantinopla. Ya en el año 700, la que pertenecía a Jerusalén fue robada por los persas, pero devuelta también un 3 de mayo. De ahí se refuerza la fecha para venerarla.
En Paraguay, la tradición comienza con los jesuitas y franciscanos, que impusieron sus cultos y costumbres a los indígenas. Luego de que Gaspar Rodríguez de Francia dispusiera el cierre de los templos y conventos, los españoles se vieron obligados a vivir su calvario de Semana Santa en sus casas, lo que llevó a la celebración tal cual la conocemos hoy día.
La festividad de la cruz está muy extendida en España e Hispanoamérica. Sin embargo, tras la reforma de la liturgia romana por Juan XXIII, en 1960, perdió importancia en el calendario romano, pero se mantuvo en la tradición.
Tradición religiosa popular
El Dr. Dionisio González Torres, en su libro Folklore del Paraguay, dice: “Kurusu Ára es una devoción popular fuertemente arraigada y extendida en todo el país. En el Día de la Cruz, el 3 de mayo, a todas las cruces del cementerio, de los caminos, en las casas, capillas, etc., se les coloca paño nuevo o limpio: se viste la cruz y se enciende velas al pie de ellas. En algunos lugares, las cruces son vestidas el 1º de mayo y desvestidas el 31. El paño de la cruz es una especie de estola blanca de fina tela, generalmente de hilo, cuidadosamente bordada, a veces, con encajes en los bordes o hechas en nuestro primoroso ñandutí. Con frecuencia, las cruces son adornadas con guirnaldas o coronas de flores, hojas de vista, de laurel… Y también con chipás que son obsequiadas a los que van a rezar ante las cruces”.
Fotos: ABC Color/Pedro Gómez Silgueira.
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