El macramé, una artesanía que renace

Estuvo casi en el olvido, pero hace ya un tiempo tuvo una importante reaparición. Esta artesanía copa decoraciones de bodas y eventos playeros, hoteles y otros, con presencia entre lo hippie chic y el máximo lujo. Sus posibilidades son infinitas y va ganando adeptos sin parar.

El arte del macramé
El arte del macramé

Generalmente en colores crudos, pero pudiendo también presentarse con vivos colores, el macramé inunda las decoraciones de hoy en día, pero es un arte de antaño. Realizarlo otorga paz y concentración a quien lo hace y, como toda actividad artística, placer al ver el trabajo terminado y puesto en su lugar.

Quienes lo hacen están enamorados de esta práctica; tal es el caso de Gladys Lezcano Gill (68), quien nació en Asunción y está casada con Julio César Nicolicchia. Ella es docente jubilada y, luego de dejar las aulas, se dedicó a impartir apoyo pedagógico a domicilio y prepara para exámenes de ingreso. Cuenta que, con la pandemia y una inactividad no conocida –pues trabajó desde los 18 años– se esforzó en recordar esta técnica, que había aprendido de manera muy casual y por curiosidad hacía ya más de treinta años.

Con ayuda de la familia

“Me pareció muy complicado, pero me propuse aprender y pude lograr armar cosas básicas”, relata. Ella comenzó confeccionando un bolso para una de sus nietas y como recordó los pasos básicos del proceso, decidió intentar más opciones con ayuda de tutoriales de internet y las ganas de hacer más y más.

Casi todo lo que realiza es sobre pedido y es siempre muy variado. Le piden portaplanteras, posavasos, individuales, camineros, repisas, bolsos, espejos, tapices, alfombras, almohadones, portavelas, hamacas, etcétera. Sus primeros trabajos los hizo para familiares y amigos, quienes la alentaron a que armara una tienda online, la que creó con ayuda de su hija, su community manager.

“Realmente mi actividad con el macramé nació como un medio de generar algún ingreso extra durante la cuarentena; si bien conocía lo básico, la pandemia me empujó a ampliar mis conocimientos y ni yo creo todo lo que logré hacer, atando y desatando”, cuenta con satisfacción.

Su día arranca aproximadamente a las 7:00 con un buen desayuno y la planificación de lo que debe hacer dependiendo de los pedidos anotados en su agenda y luego empieza a trabajar. Primero, hace un boceto y calcula las medidas, luego corta los hilos y comienza la tarea. Además, su esposo la ayuda a la noche, puesto que algunos trabajos son grandes y pesados y requieren de más fuerza. Ahora también se dedica a enseñar esta artesanía y lo hace por módulos, según el grado de conocimientos que posee la interesada.

Un poco de historia

Gladys explica que el macramé es “el arte de los nudos” y ya lo utilizó el hombre del neolítico para amarrar troncos con cuerdas de cuero o fibras vegetales y para tejer redes para la pesca. Sin embargo, fueron los pueblos mesopotámicos, principalmente los asirios y persas, quienes primero lo utilizaron como adorno. Los árabes, pueblos que viajaban y entraban en contacto con diversas culturas, aprendieron esta técnica y la introdujeron a Europa y de allí vino a América.

Para hacerlo se utilizan cuerdas de algodón, yute, hilos sintéticos, lana, cuero o cualquier cuerda resistente y que sea anudable, dice y agrega que estas cuerdas deben tener un sostén que generalmente es un palo al cual se sujetan para realizar el tejido. “Hoy en día, como el mundo del macramé creció tanto, se usan piedras decorativas; armajes de mimbre, hierro o de madera; elementos de melanina; frascos de vidrio, entre muchos otros”.

En la calma del Chaco paraguayo

Otra persona dedicada a este arte es María Alejandra Melville Lavín (29). Ella nació en Santiago de Chile y es obstetra de profesión, pero artesana de corazón. Narra que siempre le han gustado las manualidades; ya de pequeña ayudaba a su abuela a pintar sobre yeso y también con ella aprendió a bordar; su mamá sabía un par de nudos de macramé y ambas hacían colgadores de plantas para la casa.

“Cuando me vine a vivir a Paraguay en el 2018 empecé a hacer cosas para mi casa, y ya en enero de 2019 habilité mi página en Instagram para vender. A la semana supe que estaba embarazada y fue una motivación extra, ya que me encantaba la idea de poder trabajar y criar en el campo”.

Ella explica que un mismo diseño se puede ver muy distinto según el material con el que se elabore. Ha hecho varios tipos de trabajos, desde llaveros y atrapasueños pequeños para entregar como recuerdos a invitados de bautizo o cumpleaños, hasta altares de tres metros para matrimonios, pero lo que más le piden son los almohadones y portamaceteros.

Para María Alejandra la cuarentena no fue algo nuevo, ya que vive en un campo a 200 kilómetros de Filadelfia; explica que desde antes de la pandemia eran solo tres en la casa (con su marido y su hija), así es que en un sentido social, solo les afectó que su familia no pudo viajar a verlos o ellos ir a Chile. “Lo que sí afectó bastante fue el abastecimiento de hilos; costaba mucho conseguir, por lo que tuve que buscar otras alternativas y empecé a trabajar más con trapillo, malla de hilo y yute, y sobre todo a teñir con elementos naturales, que me encantó y es algo a lo que me gustaría dedicarle más tiempo”, dice.

Cuenta que el momento en que trabaja en macramé depende de su hija, quien ama tirar los hilos (dice entre risas). “Va a ser toda una macramera en un par de años más”. Tiene todo a mano para poder trabajar y ver a su hija al mismo tiempo, una de las bondades de dedicarse en casa. La artesana también ayuda a su marido en el campo, ya sea para pesar animales o dar leche a los terneros o corderos.

Nudos de a dos

Samuel Lim (27) es un comerciante de Asunción. Junto con su esposa Noemí trabajan en el rubro decorativo. “La primera vez que tuvimos acercamiento al macramé fue cuando necesitábamos una portaplantera para terminar un interiorismo, y no lo encontramos, así que averiguamos cómo se hace y probamos y quedó excelente”, explica. La pareja comenta que el macramé cada día está más de moda; la palabra viene del francés macramé, que significa “nudos”.

Confiesa que a él siempre le gustaron las manualidades, crear algo novedoso: “En el colegio comencé con forrado de termos, luego creando lámparas y otros”. En el negocio con su esposa hacen todo tipo de trabajos, como portaplanteras, tapices, cortinas, repisas, llaveros, lámparas y hasta vestidos. Lo elaboran sobre pedido y también tienen en stock en locales comerciales. Durante la cuarentena tuvieron mucha actividad, ya que debían cumplir con una gran partida para exportación a Estados Unidos. Samuel cuenta que apenas está un poco más liberado, desarrolla nuevos modelos.

El creativo empresario explica que todos los trabajos que hace, tanto macramé como los otros negocios que comparte con su esposa, los realiza en la tranquilidad del hogar desde muy temprano con un buen mate. Ella lo acompaña cuando puede y su hijo siempre está cerca escuchando música o radio. Además, suelen impartir cursos con cupos limitados, para quienes deseen aprender esta versátil técnica.

/más info/

Instagram: @el_rincon_del_macramepy

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alba.acosta@abc.com.py

Fotos: ABC Color/Silvio Rojas/Gentileza.

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