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Hace unos años Instagram y YouTube fueron su pasaporte al mundo, ya que era allí donde ella subía videos cantando covers y temas propios. Pero cantar, tocar y componer pueden hacerlo muchos, entonces ¿qué es lo que diferencia, lo que hace brillar a alguien, de entre un montón de personas? Zoe Gotusso es ella misma, no finge. Cantaba desde su cama, en su casa de Córdoba, y hoy está a las puertas de lanzar su primer disco de larga duración producido por el reconocido músico, productor y DJ uruguayo Juan Campodónico, ganador de Grammys y la mente creativa detrás de discos de Jorge Drexler, Bajofondo Tango Club, No Te Va Gustar y otros.
Si bien antes de este plan solista ella atravesó un intenso “tour de force” con el dúo Salvapantallas, que formó con su amigo y colega Santi Celli y con quien lanzaron el disco SMS, este amor intenso tuvo su pausa. Pero esa experiencia llevó a ambos, en poco tiempo, por grandes escenarios ante públicos masivos. La artista recuerda con cariño esas vivencias, agradeciendo la oportunidad que, según ella, les dio la gente. Además, durante este trayecto tuvo la oportunidad de lanzar sencillos como solista, tales como Un bossa +, Monoambiente en Capital y Calefón, que ya fueron midiendo la temperatura de la gente, pues en poco tiempo cosechó millones de reproducciones en plataformas digitales.
–¿Cómo estás viviendo este contexto de la pandemia que estamos atravesando?
–De repente encontré la paz. Entendí que esto iba a seguir por un tiempo y me di cuenta de que tengo mi guitarra, mi casa, mi comida; vivo con una persona y estoy acompañada. Como que no me falta nada; es más, soy una privilegiada. La situación es muy terrible para la gente que no puede trabajar o para quienes están perdiendo seres queridos, ni hablar. Además, me tiene muy encendida este proyecto solista porque está llegando a las casas en un momento que un montón de gente necesita el mimo ese. Nunca es lo que me hubiera esperado (esta situación) pero puedo verle el lado positivo.
–Hoy estamos hablando gracias a este viaje humano que hacés lanzándote como solista de una manera casi vertiginosa.
–Es el viaje más sincero para mí ahora, así como el anterior con Salvapantallas lo era. En este tour nuevo estoy sola con mis canciones y mis decisiones, comandando todo un equipo que es hermoso y pienso que aprendí mucho de Salvapantallas. Si hacés una vez algo, a la segunda lo encarás mejor. Ahora estoy acompañada de Sony y me encuentro muy contenta de tener un backup de los sueños, deseos y delirios.
–Te tomaste un buen tiempo, cauteloso y medido para preparar el disco.
–Me emociona un poco pensarlo, fue un momento muy saturado de tres años en los que yo pasé de tener 17 a más edad. Ahora tengo 23 y fueron años de mucho desgaste, pero lindos. He vivido giras, salimos del país, hicimos shows enormes acá. Ahora empecé a encarar esta segunda etapa con tranquilidad; no me corre nadie. Es una palabra muy común decir hoy ansiedad o velocidad. Salen singles todas las semanas, entonces, quizás sea atípica a este mundo, pero yo tengo ganas de ir a mi velocidad, no quiero que nadie me marque el paso, lo prefiero marcar yo, y si quiero sacar un disco cuando esté listo en 5 años, pero no es de egoísta, sino desde un lindo egoísmo. Tengo mis tiempos porque soy una persona y necesitaba curarme. No es que estaba lastimada, pero necesitaba sanar algunas cosas conmigo, como entender qué quería hacer, el porqué estaba dejando un proyecto en el momento más alto. De ahí sale toda esta flor, porque después de un momento incómodo viene el brote hermoso y digo: “¡Fa, qué bueno!”.
–Es inevitable hablar de tu relación con Santi.
–Somos como unos hermanitos. Siempre tenemos contacto, yo escuché su disco, él escuchó el mío. Compuso dos canciones conmigo. Si surge, yo puedo decirle: “Santi, vení a tocar”, porque no me interesan las formas, ni las etiquetas ni que seamos Salvapantallas. Ahora como que estamos volviendo al amor en un sentido lindo de amistad.
–Tampoco se puede dejar de hablar de Jorge Drexler ¿Cómo influye este artista en tu vida? De hecho terminaste grabando el disco en Montevideo, Uruguay, de donde es él, y trabajaste con Juan Campodónico.
–Admiro a Drexler y a Juan porque es su productor; ha sido muy importante en sus discos. Yo fui a buscarlo para laburar con él. Drexler me mostró a este productor. Ni hablar que ahora puedo cumplir estos deseos de irme a Uruguay a grabar. Fui con Diego Mema e incluso hay un documental que se llama Retrato en movimiento, realizado por mi amigo Sepia, y es hermoso. Registra un poco lo que pasó allá en Uruguay. Estoy laburando todo con amigos y es un momento hermoso, muy mágico.
–¿Cómo fuiste encontrando el sonido en esta era donde todo es como prefabricado?
–Coincido y es difícil, pero yo no pienso, sino me dejo ser; sigo mi instinto. Hay que hacer lo que a uno le sale sin estar pensando demasiado. Estoy en una búsqueda más regional, más latinoamericana, que urbana o internacional, porque me siento más cerca de eso. Me parece como muy mágico algo del contexto geográfico de un lugar, por eso me fui a Uruguay también para nutrirme del candombe. Hice un bossa en el disco, estoy viendo shows de Mercedes Sosa, de Atahualpa Yupanqui, y hay algo que responde a lo geográfico que me está empezando a gustar.
–Claro, lo geográfico hablando de que somos de diferentes puntos y eso se refleja.
–La música es un habla, puede ser un canto, una melodía, pero es algo que piensa la mente, traduce el cuerpo. Después tenés miles de personas viviendo en un mundo y cada individuo tiene su arte. Pasa que cuando mucha gente convive en una sociedad se arma la misma música, entonces tenemos los tangueros acá, los candomberos en Uruguay porque vinieron unos afro y se armó el candombe. Es reloco. Parece muy obvio, pero lo he pensado hace no mucho, o sea, empecé a dimensionar el peso de la región ahora, por eso me encantó hacer un disco en un viaje para empezar a poner a prueba cómo nutrirme de los ritmos regionales y autóctonos.
Fotos: Gentileza Sony Music Argentina y Fausto Elizalde.