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A sus 48 años, Andrea lleva la vida que soñó desde niña: estudiar e investigar sobre animales. Como parte de su realización profesional, este año recibió el premio de American Society of Mammalogist (ASM), a través de la Asociación Paraguaya de Mastozoología (APM), que la postuló por su trabajo con mamíferos del Paraguay. Para la investigadora, docente y estudiante de posgrado de la carrera de mastozoología, este reconocimiento es muy importante porque la convierte en integrante de la organización.
Andrea Weiler es hija de productores agropecuarios, vivió su niñez entre el campo y la ciudad. Estudió biología en la UNA, que le otorgó una beca para cursar un posgrado en manejo de Fauna Silvestre en New México State University (USA). Actualmente cursa un doctorado en Biología y conservación de la ciodiversidad en la Universidad de Salamanca, España. Es directora de posgrado, docente titular de zoología e investigadora en la Facen-UNA. Está categorizada en el Programa Nacional de Incentivo a los Investigadores del Conacyt. Es autora de varias publicaciones científicas y libros sobre animales silvestres del Paraguay.
–¿Qué es la mastozoología?
–Es la ciencia que se dedica al estudio de los mamíferos. Se enfoca en aspectos como la evolución del grupo, de la ecología y su historia natural. Los mastozoólogos también trabajan en taxonomía, es decir, describen nuevas especies o estudian su grado de parentesco. Finalmente, realizamos acciones tendientes a la conservación.
–¿Cuántos mastozoólogos hay en Paraguay?
–Somos alrededor de 40 los que estamos asociados a la APM, algunos son generalistas como yo, y otros, especializados en un grupo específico de mamíferos como murciélagos, roedores o ungulados (es decir, con pezuñas).
–¿En qué estás trabajando en este momento?
–Trabajo en el Chaco, como en la región Oriental. En el Chaco estamos evaluando la biodiversidad asociada a paisajes ganaderos y trabajando en la disminución del conflicto entre jaguares, pumas y ganados. Además, estamos realizando una evaluación del estado genético de los carnívoros amenazados, con énfasis en el yaguareté, con Conacyt y la Facen-UNA. En Itapúa y Misiones participo de un proyecto de monitoreo de la biodiversidad asociado a arrozales. También estoy trabajando en el monitoreo del jaguar y sus presas naturales en el Bosque Atlántico en conjunto con la Fundación Moisés Bertoni y la WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza).
–Quizás porque nosotros lo somos, por los mamíferos tendemos a sentir una predilección.
–En la naturaleza cada especie cumple un rol y ocupa un nicho ecológico. Así tenemos las especies que captan la energía del sol y la transforman en alimento. También los herbívoros, encargados de regular el crecimiento vegetal, luego los carnívoros que controlan a los herbívoros. Los descomponedores que están encargados de devolver los nutrientes nuevamente al ciclo, incorporando al suelo los restos de otros seres vivos. Tenemos además especies especialistas, polinizadores, dispersores de semillas, etc. Para que el ecosistema funcione, todos son importantes.
–¿Cómo te sentís ejerciendo tu especialidad?
–No es tan fácil ser biólogo. Hay que reconocer que somos un poco raros, normalmente no tan sociables (risa). Sin embargo, trabajamos en un amplio espectro de especialidades, desde salud pública hasta genética humana y conservación. El campo de acción del biólogo no es muy conocido en el país, pero, a pesar de ello, contamos con excelentes profesionales, muy capacitados.
–Ganaderos y pumas, ¿es posible congeniar esta relación?
–El problema entre carnívoros y productores agropecuarios está ampliamente distribuido alrededor del mundo y es tan antiguo como la ganadería. La solución que el hombre ha aplicado a este problema fue, históricamente, eliminar a los depredadores. Esto ha ocasionado que la mayoría de ellos se encuentre hoy en día en peligro de extinción. Por eso se buscan alternativas.
–¿Cómo cuáles?
–Acá en Paraguay lo que promovemos con los ganaderos es hacer primero manejo, o sea, tratar de alejar las vacas con cría de las áreas de reserva, también usamos cencerros en las vacas que dan a luz, para que sus terneros estén un poco más protegidos, y eso funciona muy bien, con esa técnica llegamos a reducir más del 60% de los ataques sobre ganado de puma y yaguareté. Utilizamos también luces led sobre las pasturas, esas luces de noche se prenden y apagan, y es algo extraño que hace que los felinos no se acerquen tanto al ganado. Finalmente, colocamos cercos eléctricos, no son líneas como para matar a los animales, solo les da una pequeña descarga.
–Pero los grandes felinos tienen que comer…
–Es una relación complicada, ahí pierde el depredador, pierde la presa, pierde el productor agropecuario, hay un triángulo difícil. En teoría, del puma y el yaguareté esperamos que coman sus presas silvestres: pecaríes –tenemos 3 especies kure’i, tañi katî y taguá–, también los felinos comen venado, tatú bolita, carpincho, ñandú, zorro, entre otros. Lo central es que esos ambientes productivos mantengan mucha diversidad de especies-presa, para que esa disponibilidad le lleve al felino a comer más animales silvestres que domésticos y reducimos el conflicto.
–¿Existe en la gente conciencia sobre la extinción de especies animal, vegetal?
–La gente se preocupa mucho por lo que ve en las noticias acerca de la pérdida de hábitat y desaparición de las especies, pero no sabe qué hacer. Muchas veces creemos que es un problema del agro y que la gente que vive en el campo es la responsable de solucionarlo. Cuesta, pero deberíamos todos, como sociedad, mirar al interior de nuestras acciones y costumbres. El consumismo es un factor clave en este tema. Cada uno de nosotros adquiere productos que tal vez no necesita (ropa, tecnologías, etc.) porque está de moda o hay algo nuevo y lo queremos. Todo lo que utilizamos proviene directa o indirectamente de la naturaleza y el planeta tiene un límite. Esto lleva a buscar formas más sustentables de producir. Muchas cosas lentamente están cambiando. A los jóvenes se los ve mucho más comprometidos que a los de mi generación.
–¿En qué persona te ha ido convirtiendo la mastozoología?
–En general, la biología me convirtió en una persona más empática. Para solucionar conflictos, tenés que mediar, ponerte en el lado de cada una de las partes y usar todas tus capacidades para proponer y llevar adelante alternativas. Sigo siendo una soñadora que cambia los “no” por un “¿por qué no?”
–Tu contacto con la naturaleza salvaje te hará atesorar anécdotas únicas.
–Sí, tengo muchísimas, pero hubo un encuentro con un yaguareté que me quedó grabado a fuego. El Chaco estaba seco, era enero, 54 ºC, atardecía y sonaba un gran concierto de cigarras. Fuimos con mi marido y los chicos a refrescarnos a un tajamar. Y ahí estaba él. Nos miramos largo, de orilla a orilla, le saqué una foto y cada cual siguió su camino.
“Mi familia es una manada”
“Elegí la carrera científica simplemente porque me gustaban los animales y siempre quería saber más sobre ellos. Mamá y papá siempre nos impulsaron a seguir nuestros sueños. No había científicos en mi entorno familiar cercano, pero sí muchos amantes de la naturaleza”, cuenta esta bióloga de campo casada con un veterinario, madre de 7 hijos. “También tenemos 1 perra y dos gatos adoptados, todos son familia”, afirma. “Mi esposo se dedica a la producción de ganado para consumo, él me apoya en mis iniciativas contactándome con distintos grupos de productores agropecuarios a fin de ofrecerles apoyo para evaluar la biodiversidad y diseñar iniciativas de conservación en ambientes productivos.
Fotos: ABC Color/Arcenio Acuña/Gentileza.