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Al compositor conocido no solo por su gran talento, sino también por sus ideales universales se lo homenajea en un año marcado por una verdadera unión global, pero de las catastróficas. Lejos de un Himno a la Alegría, el 2020 vio el esparcimiento de un virus por todos los continentes, generando caos, enfermedad y muerte.
Nacido el 16 de diciembre de 1770, en la ciudad alemana de Bonn, Beethoven se destacó como un prolífico compositor musical. El también genio pianista y director de orquesta se ubica cronológicamente entre el clasicismo y el romanticismo, y hoy es celebrado como una de las almas musicales más grandes de toda la historia.
En el mundo entero estaban previstas colosales presentaciones durante todo el año de su nacimiento, que no se pudieron llevar a cabo, pero se apuntó, de todas maneras, a un contenido digital hasta que se puedan retomar las presentaciones presenciales oficiales a realizarse en Bonn, Alemania.
La luz que vence a la oscuridad
Bajo el nombre de La Gran Celebración, la OSCA tiene programada una serie de conciertos que ya habían iniciado en 2019, como preámbulo para el homenaje de este año, con la presentación de la Novena Joven junto a cuatro jóvenes solistas y el Coro de Niños de la Escuela de Música Herminio Giménez de Itá, explica el maestro Luis Szarán y agrega que “nadie imaginó por entonces que estaría, a esta altura del 2020, con un Beethoven sin Beethoven”. Aquel concierto tuvo que repetirse debido al exceso de público y hasta en la repetición volvió a quedar afuera mucha gente, por el interés en la obra, prosigue.
Para este año esperan como agrupación poder concretar al menos algunas presentaciones en vivo y, de acuerdo a las condiciones, continuarían con esta celebración en 2021. También con el apoyo de la Embajada de Alemania, el Instituto Cultural Paraguayo-Alemán Goethe-Zentrum, la Fundación Itaú y la Sociedad Filarmónica de Asunción editaron 1.000 copias del libro Beethoven, Música para la Eternidad –una guía didáctica para conocer al compositor y apreciar su grandiosa obra– a ser distribuido entre el público asistente, conservatorios y centros educativos.
Para el maestro Szarán, el legado del compositor alemán se puede apreciar en varios frentes; por un lado, es artífice de una creación musical monumental con obras musicales en los más diversos géneros –desde sus nueve sinfonías, pasando por conciertos para solista y orquesta, música de cámara de cantidad variada de conformación, música sacra y ópera– y, por otro lado, “la riqueza y valor musical pasa, sin prejuicios, de las profundidades máximas de los cuartetos de cuerda hasta la más simple melodía, hoy popular, como Para Elisa”.
Valores humanos
Beethoven se trata de uno de los artistas más influyentes en cuanto a valores humanos heredados de la Revolución francesa, en la búsqueda de un mundo más justo y fraterno; fue un creador independiente en sus ideas y derechos, ya no dependiente de ningún tipo de mecenazgo de tinte religioso o de la realeza, como sucedió con la mayoría de sus antecesores, expone el maestro: “Él fue pionero como autor libre, negociando sus derechos autorales y de edición y de la recaudación de sus conciertos. Su influencia como compositor fue muy grande para los músicos de la nueva generación”.
El Maestro cita una leyenda sobre la Quinta Sinfonía, acerca de unos supuestos golpes a la puerta, que representarían el destino que busca al hombre. Esta afamada obra representaría musicalmente la lucha entre la oscuridad y la luz y se adaptaría, a su parecer, a lo que estamos viviendo en el mundo en este momento, “lógicamente, esperando vencer con luz a la oscuridad”.
Se trata, sin duda alguna, de uno de los compositores que más ha calado hondo en músicos y público entusiasta de años posteriores. El director de la OSCA recuerda que, cuando tenía 14 años fue a ver una serie de cortos sobre arte en el CCPA y allí pasaron la Historia del Arte Universal, placa por placa, a una velocidad tremenda. “Se llamaba algo así como 5.000 años de arte en 5 minutos y se empleaba como fondo musical el primer movimiento de la Quinta de Beethoven. Quedé tan impactado por ambas cosas, ver el resumen de la creación artística humana sin poder respirar de la emoción y como fondo esa construcción absolutamente subyugante y de una perfección inaudita”, menciona.
Cuenta que a la mañana siguiente amaneció en el local de la OSCA y suplicó al secretario que le prestara la partitura para ver cómo Beethoven había escrito eso. “Por lo general no se prestaban las partituras y su director era muy celoso al respecto. Le juré al secretario (...) que iba a cuidar como un tesoro y me prestó a condición de que la revisara en el lugar y fuera de la mirada del director. Me escondí en el baño, como unas dos horas, para leer la música. Ese día se definió mi vida como director de orquesta y compositor”, confiesa Szarán.
Una batuta para Beethoven
Otra de las orquestas que vio frustradas sus presentaciones este año es la Orquesta Sinfónica del Congreso de la Nación (OSIC). “Teníamos programada una magnífica temporada en homenaje a Beethoven, con la integral de sus sinfonías. La misma quedó postergada para el momento en que retomemos completamente nuestras actividades. Mientras tanto, seguimos de manera virtual con el exitoso Taller de Dirección Orquestal Una batuta para Beethoven, del que participan directores del Paraguay, Argentina, Brasil, Venezuela, Bolivia, Corea y Estados Unidos, en el que estamos estudiando –bajo mi dirección– las nueve sinfonías de Beethoven”, comenta el maestro Diego Sánchez Haase.
Cuenta que el objetivo era ofrecer un taller en el que la práctica de la dirección orquestal esté en primera línea y que también los músicos de la orquesta intervengan en las discusiones, pero con la actual coyuntura tuvieron que replantear el taller y, a pedido de los participantes, siguen de manera virtual con el estudio de todos los aspectos estilísticos, históricos y analíticos de las sinfonías. “Es una actividad muy enriquecedora, porque el nivel del debate es muy alto. Y me alegra haber encontrado un grupo de directores jóvenes que se acerquen a nuestra visión interpretativa, a esa búsqueda sonora que identifica a la OSIC, y que es la interpretación basada en la información histórica”, explica Sánchez Haase y agrega que cuando vuelvan a sus actividades los participantes activos del taller dirigirán nueve conciertos didácticos con las sinfonías.
Un encuentro personal
Sobre su historia personal con el homenajeado compositor alemán, Sánchez Haase relata que el día anterior a dirigir su última versión de la Novena sinfonía (en noviembre de 2013) falleció su padre, en Villarrica y, ante tal circunstancia, quiso cancelar el concierto, pero finalmente decidió hacerlo en su memoria y como agradecimiento, porque fue el primero en hacerle escuchar la música de Beethoven. “Al día siguiente fue su funeral en el cementerio de Villarrica y al terminar el mismo volví a Asunción para el concierto. Al final del segundo movimiento interrumpí la ejecución y me dirigí al público con una breve recordación a la memoria de mi padre. Fue una experiencia muy fuerte. Aún hoy me conmuevo cuando lo recuerdo. Pero creo que fue la mejor manera de agradecerle por todo lo que me enseñó”.
Cuenta que su primer encuentro con la música de Beethoven fue la Sinfonía Eroica, durante su infancia en Villarrica. “Recuerdo haber escuchado mil veces el inicio, porque me impresionaba tanto. Esos dos acordes secos de mi bemol mayor que parecen dos bofetadas, dos golpes beethovenianos que te ponen en alerta y que parecen decirte: ‘Escuchá, tengo algo que decirte’. En el tocadiscos de mi papá ponía una y otra vez ese disco de vinilo que hoy es un tesoro de mi colección”. También recuerda que le impresionaba el Concierto para piano y orquesta n.° 4, con su imponente y solemne inicio del piano solo.
Profesionalmente tiene el privilegio de haber dirigido –tanto en el Paraguay como en el exterior– cuatro veces la integral de sus sinfonías, todos sus conciertos para piano, su concierto para violín, sus oberturas, y como pianista abordó muchas de sus sonatas y, también, su magnífica música de cámara, dice.
Acompañamiento musical
Preguntamos cuál podría ser un soundtrack de Beethoven para este año tan particular y por qué, ante lo que Sánchez Haase contestó que sin duda alguna sería la Sinfonía Eroica (en italiano original), que es su obra favorita de Beethoven, porque además de su monumental construcción musical –que no tiene precedentes en la música sinfónica–, para él representa el triunfo del ser humano.
Sánchez Haase explica que Beethoven concibió la Eroica en un profundo estado de depresión (que lo llevó al borde del suicidio) por el avance terrible de su sordera; por recomendación de su médico se aisló un año en la ciudad balnearia de Heiligenstadt, y allí escribió una célebre carta a sus hermanos (documento conocido como el Testamento de Heiligenstadt), en el que describe su estado de ánimo, dice y añade que “es asombroso leer ese documento y pensar que con ese estado de ánimo tan oscuro, Beethoven concibe una obra tan luminosa y alegre como la Segunda Sinfonía, y una obra colosal como la Eroica, que para mí, en sus monumentales cuatro movimientos, describe la lucha, la muerte, la resurrección y la gloria del héroe”.
En este año tan atípico, el mensaje de la Eroica tiene aún mayor valor, dice el maestro y enfatiza que la humanidad volverá a resurgir de las cenizas de este tiempo tan doloroso. “Por eso, Beethoven y especialmente la Eroica serán siempre actuales y estarán siempre vigentes”.
Sobre la misma sinfonía se ha filmado incluso una película. Es una producción de la BBC y data del año 2003. Bajo el título de Eroica, la película narra exquisitamente la primera audición de la misma y evidencia la fuerza y transgresión de la que es muchas veces considerada como la primera sinfonía romántica.
La afamada Novena Sinfonía
Esta sinfonía se constituye en una de las obras de mayor influencia en la historia de la música, explica Szarán. Se trata de “el testamento de un hombre que amó la humanidad exaltando la alegría más profunda y redentora, aún en el peor momento de su vida: sordo, enfermo, olvidado, pobre, casi ciego. Su voz, a través de las palabras de Schiller, anima a los seres del mundo al encuentro, a la armonía más allá de las estrellas. Es la música para la eternidad”, dice el maestro Szarán.
Sánchez Haase, por su parte, considera que la escritura coral de esta sinfonía es difícil, con una recurrente utilización del registro agudo de las voces que, en partes (como en las sopranos) utilizan notas muy prolongadas y, también, intervalos muy difíciles de entonar, por lo cual demandan una acabada técnica vocal y una sólida técnica de proyección de la voz. “Se necesita de una masa coral grande para sobrepasar a esa orquesta agrandada”, prosigue. También aclara que las dimensiones de la orquesta son extraordinarias para la época, con la inclusión de trombones, el contrafagot, el flauto piccolo y la percusión, además de los instrumentos orquestales tradicionales.
El último movimiento de esta sinfonía es hoy el Himno de la Unión Europea y forma parte del imaginario colectivo musical universal.
Beethoven perduró y perdurará por su genio musical y perseverancia aún por encima de una terrible adversidad –para cualquier persona, pero más aún para un músico– como fue la sordera y una visión de la hermandad universal que seguirá por mucho como una utopía tras la cual el ser humano camina sin fin. ¡Feliz 250° aniversario, gran Beethoven!
Fotos: Gentileza.
Portada: Ernando Febrian/shutterstock.com