Cargando...
Hace más de cinco siglos (525 años) que el avañe'ẽ tomó contacto con el castellano en esta parte del mundo. Vilipendiado y perseguido por los conquistadores, pero amado y protegido por sus hablantes originarios, libró increíbles batallas con la siempre minoritaria pero poderosa lengua de los conquistadores; cambió de su carácter ágrafa para convertirse en lengua escrita. Creció tanto que en 1580 llegó a una relación de diez a uno con el castellano. Dicho de otra forma: por 100 criollos había 900 mestizos. Los primeros, como hablantes del castellano, y los segundos, como hablantes del guaraní. Esa relación sembró en la mente de los españoles y españolistas la idea de que la lengua guaraní, en contados años más, desplazaría al castellano en esta parte del nuevo mundo. Esto dio origen a la cédula real de Carlos V que prohibió el uso de las lenguas originarias en América.
El Paraguay independiente
A partir de la independencia proclamada en 1811, la lucha por la lengua fue entre paraguayos detractores y paraguayos defensores del guaraní. La primera Junta Gubernativa, presidida por Fulgencio Yegros, dictó un bando que prohibía el uso del guaraní en todas las escuelas públicas. La lucha fue tenaz, hasta que se llegó a la dictadura del Dr. Francia, quien defendió y promovió el uso del idioma guaraní que utilizó hasta en forma oficial para comunicarse con sus delegados de frontera. Por su parte, cuando Carlos Antonio López asumió la Presidencia del país, empezó a perseguir el guaraní e inauguró el sistema de persecución denominado de “las argollas”, que se aplicó en las escuelas para castigar a los niños que hablaban en guaraní y siguió durante todo su gobierno hasta su muerte. Su hijo, Francisco Solano, quien le sucedió en la Presidencia ya cuando teníamos encima la Triple Alianza, cambió la política anterior y empezó a proteger el guaraní; convocó un Congreso de guaranistas en su campamento de Paso Puku para fortalecer el uso y unificar su grafía.
En esa época, se crearon las llamadas Revistas de Trinchera (Kavichu’i, Estrella, Cacique Lambaré y Centinela). Cuando el mariscal presidente aún estaba con vida, los aliados instalaron como nuevo gobierno en Asunción el triunvirato presidido por Cirilo Antonio Rivarola. Los propios integrantes de ese triunvirato vociferaban en la explanada de la Catedral, en agosto de 1869, que había que sepultar dos cosas en el Paraguay: “La memoria de Francisco Solano López y el idioma guaraní”. Crearon un periódico con el título de La Regeneración. Con este medio aquel gobierno inauguró la persecución más pertinaz contra el guaraní. Llegamos a 1932, en que tuvimos que enfrentar a Bolivia por la defensa del Chaco. El Gral. Estigarribia, en el Comanchaco, dictó la Orden General N° 51 en la que se disponía que todas las comunicaciones debían hacerse en guaraní en el frente de operaciones. La lengua guaraní, por segunda vez, asumió su rol de signo indiscutible de unidad nacional y fuerte factor de cohesión social entre los paraguayos.
La lengua guaraní hoy
La Constitución Nacional de 1967, aprobada el 25 de agosto de 1967, en cuyo homenaje se ha declarado esa fecha como Día del Idioma Guaraní, fue la primera Constitución Nacional que se ocupó de nuestra lengua nativa declarándola en su artículo 5 lengua nacional. Esto fue como un trampolín para saltar en 1992 a la oficialización junto con el castellano. Convertido así en lengua oficial, en paridad de condiciones con el castellano, tenemos hoy también una Ley de Lenguas y una Secretaría de Políticas Lingüísticas, con rango ministerial, una Academia de Lengua Guaraní creada por la misma Ley de Lenguas, una gramática y un alfabeto oficiales del guaraní. Su enseñanza es obligatoria en todo el país; se enseña en las escuelas, en los colegios y en universidades. Hay dos universidades nacionales y una privada que forman profesores de nivel superior en lengua guaraní y varias universidades que enseñan como materia en diferentes carreras.
Fotos: Gentileza/Javier Yubi/Gherardo La Francesca.