Dulce sabor del Pantanal paraguayo

La rica biodiversidad en la flora hace que la región del Pantanal, en el norte de nuestro país, sea un verdadero paraíso para las abejas. Esto ayuda al desarrollo de la actividad melífera, que da por resultado a una de las mejores mieles del mundo.

Apis mellifera en un panal.
Apis mellifera en un panal.

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La diversidad de flores que alberga la vasta región del Pantanal permite la cosecha de una miel de abeja de gran calidad y variedad. Así lo testimonian pequeños productores, entre quienes se encuentran doña Fidelina Paredes, una de las tantas mujeres que trabaja en esta actividad, acompañada de sus hijos.

Su conocimiento empírico le permite hablar con mucha propiedad y, sin dudar, asegura que la miel de color claro es utilizada preferentemente para los postres, por su agradable sabor. En tanto aquellas de tonos más oscuros sirven para usos medicinales.

Francisco Samaniego, otro de los productores, detalla los pasos a seguir para dedicarse a esta actividad, que genera importantes aportes económicos para las familias.

En primer lugar –explica– se debe capturar la abeja reina. Este proceso tiene sus secretos y técnicas, por lo que se procede a buscar en el monte los sitios donde abundan las abejas y una vez atrapada la reina se la introduce dentro de la caja de madera donde previamente se colocan las ceras o panales. Por el olor o las feromonas que expide la reina, las demás abejas que son las obreras y zánganos se introducen también dentro de la caja para formar la colonia. Los estudios científicos señalan que las abejas tienen un sentido del olfato mucho más desarrollado que los humanos (diez veces más) y que los perros (tres a cuatro veces más), lo que les permite hallar el alimento en la más absoluta oscuridad.

“A partir de ubicar a la reina tenemos que controlar permanentemente los cajones, a fin de evitar el ingreso de otros insectos, como las hormigas o gusanos, que pueden causar daños a la población”, aclara.

Dependiendo de la temporada, y si no se desatan largas sequías, los apicultores pueden lograr de tres a cuatro cosechas anuales, sostiene don Francisco.

La labor de la apicultura no es excluyente, pues se puede realizar entre tantas otras actividades, ya que no ocupa mucho tiempo, pero sí genera importantes ingresos para sus cultores.

Magdalena Rolón, otra de las mujeres dedicadas a esta tarea, demuestra que está abocada a la actividad con mucho orgullo y dedicación, pues no genera mucho trabajo y ayuda a conseguir ingresos en estos tiempos difíciles.

“Por de pronto solo tengo unas cinco cajas de las cuales con cada cosecha, suelo obtener un promedio de 15 litros de miel por cada cajón”, refiere Magdalena.

Miel viva

Denis Bazán Paredes es un joven apicultor, muy avezado en la actividad en compañía de su madre y hermanos. Desde hace un tiempo se encarga de potenciar un nuevo producto denominado miel viva.

En este proceso la mano del ser humano casi no es necesaria, ya que las abejas forman el panal y producen la miel dentro de un recipiente de vidrio que el joven coloca en el interior de la caja de madera principal.

El frasco es colocado en un rincón de la colmena, apartado de los panales principales. Las abejas entran al recipiente y forman otro panal que se va llenando de miel y al cabo de unas tres semanas se completa el proceso que, habitualmente, es más prolongado en el colmenar tradicional. “Lo único que hago es colocar la tapa del frasco y retirar del lugar ya con la miel lista para la venta”, resalta.

La cosecha de la miel de abeja que implica el retiro de los panales y el filtrado requiere mucha participación de la mano del hombre; en cambio, en el caso de la miel viva es prácticamente un proceso natural. El ser humano solo se limita a colocar la cera en el pote de vidrio. El resto lo hacen las abejas y como es un recipiente pequeño no demanda mucho tiempo.

El joven apicultor explica que esto se trata de un producto nuevo con mucha aceptación en Asunción, pero lastimosamente la comercialización está paralizada de momento como consecuencia de la pandemia del covid-19.

Bazán espera potenciar la variedad de miel viva para la próxima temporada de cosecha, prevista para la primavera.

Eirete Pantanal

Los apicultores del Alto Paraguay están agrupados en la Asociación Eirete Pantanal, cuya presidenta, Blanca Vaccari, valora el crecimiento del grupo que en la actualidad reúne a unos 200 pequeños productores, todos del distrito de Fuerte Olimpo.

“Nos iniciamos tímidamente, pero tras las jornadas de capacitación que recibimos del Ministerio de Agricultura, más el aporte de instituciones locales, departamentales y de organismos no gubernamentales, estamos logrando posicionarnos en la producción de miel de abeja de muy alta calidad”, dice Vaccari.

Anuncia que para la próxima temporada de cosecha en setiembre se dará la visita de inspectores internacionales, buscando la certificación internacional con un sello propio de identidad, que ayude a potenciar eventuales exportaciones de la miel de abeja desde esta zona del país.

“Actualmente estamos completando nuestro local de laboratorio, donde se procesará la miel durante la temporada de recolección con la cual continuaremos asegurando la calidad, a fin de brindar seguridad al consumidor”.

El “doctor de la miel”

Don Bernardo Gallagher, otro de los productores, más conocido como el “doctor de la miel”, menciona las cualidades medicinales para las personas.

“Nos criamos con mis hermanos en una estancia en el interior del Chaco, y recuerdo que mi madre utilizaba la miel de abeja para diferentes dolencias con excelentes resultados. Cuando teníamos problemas respiratorios, dolores de garganta, golpes o heridas en el cuerpo, se convertía siempre en la medicina ideal”, menciona.

“Hoy en día conocemos a la perfección las propiedades de la miel, que se utiliza de hecho como componente de varios medicamentos. Pero en su estado natural es recomendable el consumo diario de al menos una cuchara”, sostiene don Bernardo.

Almacenado en tambores

El “doctor de la miel” menciona que se dedica a este rubro hace bastante tiempo. “Anteriormente, la miel que cosechábamos en la estancia almacenábamos en tambores, para su envío hacia los mercados de la capital del país”.

Su establecimiento ganadero se ubica a unos 60 kilómetros del casco urbano de Fuerte Olimpo, y como no existían caminos en esa época, los tambores de miel eran transportados a bordo de carros estirados por bueyes, en viajes que duraban entre dos y tres días hasta Olimpo, y allí utilizaban los servicios de embarcaciones hasta Asunción.

“Con el correr del tiempo y debido a estas dificultades, tuve que dejar esta actividad, y hoy gracias al nacimiento de este grupo de la Asociación Eirete Pantanal, de nuevo pude unirme a la tarea, aportando además mi experiencia en el ramo”, manifiesta.

Apicultores Ishir

Los nativos conocen a la perfección las cualidades de la miel de abeja, ya que desde antaño se dedican a extraerla de los panales que encuentran en los montes en su estado natural.

Según los entendidos, los indígenas buscan en el monte el sendero o camino por donde transitan las abejas. Al detectar la colmena, por lo general dentro del hueco de algún árbol, proceden a realizar pequeñas humaredas para alejar a la mayor cantidad y poder atrapar a la reina que está dentro del panal. Se la diferencia de las demás por el tamaño, pues es mucho más grande que todos. Una vez atrapada, la transportan en la caja y las demás abejas la siguen por el olor o las feromonas que despide.

Con la creación de la asociación, numerosos integrantes de los pueblos Ishir y de los Tomarahos de Fuerte Olimpo decidieron unirse al grupo y ya no tienen que recorrer los varios kilómetros en busca de la preciada miel, ya que poseen su propio colmenar donde cosechar el producto.

Con los constantes adiestramientos que reciben, además de sus conocimientos ancestrales para la captura de la reina, los nativos son excelentes apicultores, y el rubro les genera importantes ingresos económicos.

La abundancia de flores en la región del Pantanal surcado por el río Paraguay, asegurando el agua, hace que las abejas puedan trabajar en la producción de la miel y, a la vez, permite a los apicultores realizar de tres a cuatro cosechas cada año.

Actualmente, la producción en el Pantanal llega a unos 20.000 kilos anuales, ya que la miel –a diferencia de otros lugares del país– lo venden por kilo y no por litro.

Pero como ya dijimos, el mayor peligro con que tropiezan son los incendios forestales, ya que esto además de destruir la flora, puede también afectar la población de las abejas, que de por sí están en peligro en el mundo.

Incendios forestales

El mayor peligro para los productores son los incendios forestales, ya que el fuego además de destruir la flora de donde las abejas consiguen el alimento, también pone en riesgo a la propia población. Las intensas humaredas suelen hacer que las abejas abandonen las colmenas, lo que representa una tremenda pérdida económica.

[el dato]

En el 2017, la miel del Pantanal se ubicó en segundo lugar en calidad y sabor en un evento de apicultores paraguayos realizado en Itapúa.

/más info/

blanca.vaccari@outlook.com

calmiron@abc.com.py

Portada: Foto de ABC Color/Marta Escurra.

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