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Una grave lesión deportiva y un burnout hace 10 años frenaron de golpe la vida de Marika Holst, quien ya había pasado los cuarenta. “Me acordé de cuánto me habían insistido familiares y amigos a que practicara yoga y meditación, pero pensaba que me aburriría, no me interesaba”, recuerda.
Imposibilitada de volver a trabajar por muchos meses, se sumergió en internet y probó todo tipo de yoga a escondidas. “Cuando un día descubrí lo que el yoga había hecho conmigo, decidí tomar clases y nunca más paré”, comenta y agrega que en ese ínterin su rodilla se había recuperado por completo, en contra de todo pronóstico médico, al igual que su recuperación total del burnout o síndrome de quemarse en el trabajo. “El yoga mejoró mi calidad de vida y me fortaleció en todo sentido, me dio balance, equilibrio. En lo físico, corrigió bastante mi escoliosis y me liberó de todo dolor de espalda. Con la práctica del Bikram Yoga desaparecieron mis ataques de migraña y también me ayudó a sanar unas hernias de disco”.
La hoy maestra de yoga cuenta que, además, este ayuda a aprender a querer y a cuidar el cuerpo y sentirlo más sano, fortalecido y flexible. “En cuanto a la mente y las emociones, me enseñó a regular el estrés, la ansiedad, los miedos. La práctica me brinda conciencia, presencia, concentración, claridad, calma y mucha paz interior. Hace que uno se cuide más y sea más noble con uno mismo”.
Instructora
“El haber descubierto personalmente los poderes de sanación del yoga en lo físico, en lo emocional y en lo mental, finalmente –aún viviendo en Europa– me llevó a formarme como profesora de esta disciplina, y así poder compartir esta magia”, dice.
“Hubo un tiempo en el que probaba todo lo que se me cruzaba por el camino. Cuanto más sentía lo que hacía el yoga conmigo, más curiosidad me daba por experimentar. Practiqué Power Yoga, Kundalini Yoga, Yin Yoga, Yogadance, Yoga Nidra, Ashtanga, Hipnoyoga, Yoga de la risa, Mindfulness, SUP Yoga y Bikram Yoga, del cual me enamoré y es mi práctica preferida. Lamentablemente no tenemos centros de Bikram en Paraguay”.
Con tanto conocimiento adquirido fue descubriendo lo que le gustaba y lo que no, o lo que era bueno para ella en ese momento. Hoy enseña “que no es una religión ni es una cosa de mujeres, que fue practicado primero por hombres, hace 3000 años, que es muy beneficioso también para niños y para practicar en familia, que no se trata de lograr posturas acrobáticas, sino de conectarse con uno mismo”. También añade que esta disciplina es una búsqueda de la paz interior, a veces una reflexión más que un entrenamiento físico.
En cuanto a estilos, instruye principalmente en Hatha, Vinyasa y Yin Yoga, en diferentes variaciones. “El Hathayoga es la base, el estilo tradicional de las asanas (posturas físicas) y pranayama (respiración). Se practican las posturas una a una, tonificando los músculos y flexibilizando el cuerpo”, explica.
En el Vinyasa se practican las posturas del Hatha, en una serie preestablecida, mediante una secuencia fluida y más dinámica, acompañada por la respiración. Ella lo llama “yoga danzante”.
El Yin yoga es el de la profundidad y la quietud, es más meditativo; en este estilo se sostienen las posturas por varios minutos, buscando elastizar los tejidos conectivos, lubricar las articulaciones y reducir el estrés. Tiene sus orígenes en el qi gong chino.
A Marika le gusta combinar estilos y prácticas; da clases de meditación alternativa adaptada a la vida moderna, y a través del método personalizado, orienta en el yoga terapéutico. También ofrece prácticas de hot yoga, en un ambiente de alta temperatura, en búsqueda de una desintoxicación física y mental.
La mayoría de sus clases son de 60 minutos (sobre todo las de niños y principiantes), y otras de 90 minutos. En cuanto a la frecuencia, dice, es mejor un hábito individual de yoga en casa de 5 a 10 minutos diarios, a 1 o 2 clases por semana.
Bikram yoga
Esta variante se practica a 40º de calor y 50% de humedad. Dicha temperatura hace que los músculos, los tejidos conectivos y las articulaciones entren en calentamiento y se lubriquen desde un primer momento, lo que permite ir rápidamente más profundo en las posturas, para aumentar así los respectivos beneficios, explica la experta.
“La práctica en el calor disminuye el riesgo de lesiones, mejora la flexibilidad, aumenta la circulación de la sangre, reduce los síntomas de algunas enfermedades crónicas (como la artritis, tiroides, reuma, entre otras). Además, el sudor ayuda a eliminar toxinas y la piel mejora enormemente, y también provoca la pérdida de peso”, sostiene. Debido al excesivo sudor, recomienda no perder de vista la importancia de tomar mucha agua antes y después de la práctica. Para quienes tengan alguna intolerancia al calor, ya sea por la edad o por alguna enfermedad, esta práctica no es recomendable.
“Cuando regresé al Paraguay hace dos años y algo, me asombró mucho encontrarme con una cultura deportiva en aire acondicionado. Es una lástima que esto se haya hecho costumbre y se pierda de vista que justamente el sudor es la clave de la actividad física. Estoy tratando de despertar nuevamente esta conciencia”, manifiesta.
Yogui en cuarentena
Marika aprovechó este momento de pausa para tomar clases ella misma, seguir formándose y hacer otro profesorado más, todo online, desde los EE.UU., Alemania, Holanda y Argentina. “Me sentí muy agradecida de tener la oportunidad de intensificar mi propia práctica y experimentar; además desarrollé programas pospandemia para mis alumnos. Y a todos aquellos que me pedían, les grababa pequeñas secuencias de videos para practicar en casa”, dice.
“En el yoga no se trata de cantidad, sino de calidad: un momento de respiración consciente ya es yoga, ya es meditación. Trato de hacer comprender la sencillez del yoga”, concluye.
Fotos: ABC Color/Diego Peralbo/Fernando Altamirano.
/más info/ @marika.holst