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Durante tres largos y sufridos años (1932-1935), Bolivia y Paraguay lucharon por el control del Chaco Boreal; una cruenta guerra que movilizó a 120.000 soldados paraguayos y en la que fallecieron unos 30.000 compatriotas.
El Protocolo de Paz del Chaco se firmó un 12 de junio, hace 85 años, y esos 90.000 veteranos, lisiados y mutilados que regresaron para contar lo vivido en la guerra más importante de Sudamérica del siglo XX han sido muchas veces laureados como grandes héroes de la historia nacional. Así también, en varias ocasiones fueron reconocidos y en otras, incluso, olvidados..
A la fecha, quedan menos de 60 protagonistas de aquella gran hazaña, excombatientes que año tras año solicitan mayor visibilidad, una vida más digna y que la historia que marcó el futuro de Paraguay nunca sea relegada.
Memorias y tesoros
A 85 años del cese de hostilidades, pocas son las historias lúcidas de estos héroes, pero cientos son los recuerdos guardados en algunos museos del país o atesorados por sus familias. Isabel Barrientos vda. de Velilla atesora en su memoria y en un rincón de su hogar un sinfín de reliquias acumuladas en vida por su esposo, el Gral. de Brig. Felipe Neri Velilla Ávalos, último jefe chaqueño en fallecer el 21 de mayo de 2008.
A los 15 años se me declaró y dos años después me casé; él tenía 57 años. Durante el tiempo que convivimos, conocí y valoré el gran sacrificio y entrega de los excombatientes de la Guerra del Chaco. Estuvimos casados 44 años”, dice Isabel, quien tuvo tres hijos con Mandi’i, apodo puesto a Velilla por el Mariscal José Félix Estigarribia, quien le tenía un gran aprecio.
Durante sus años en la guerra, el general Velilla demostró destacada actuación en Boquerón, Zenteno, Pozo Favorito, Capirendá, Campo Vía, Falcón, Nanawa, Cañada El Carmen, y muchos otros puntos, incluso estuvo en la primera y segunda batalla de Villa Montes, y llegó hasta la ribera del río Parapití. En los años posteriores a la guerra, sus hazañas le otorgaron un sinfín de condecoraciones, entre las que se destacan la Cruz del Chaco, Cruz del Defensor y Medalla de Boquerón, así como también la condecoración de Honor al Mérito, la Medalla de Ingeniería y la Medalla del Ejército.
“Él siempre me habló de la guerra, de sus anécdotas y su participación durante esos años. Apreciaba mucho a los soldados y hasta sus últimos días de vida estuvo pendiente de las necesidades de los excombatientes”, explica su viuda, quien en una gran maleta boliviana guarda con mucho celo numerosas piezas importantes que fueron parte de la vida de su marido durante esos años de batalla, así como una invalorable colección de fotos.
Isabel tampoco olvida que en 1954, injustamente, el general Velilla fue confinado a Arroyos y Esteros por el dictador Alfredo Stroessner. Durante ese tiempo, su primera esposa Elsa –con quien Velilla tuvo también tres hijos– sobrellevaba en cama el cáncer. “Siempre recuerdo con pesar esos momentos, pues según me contaba, la casa era inspeccionada constantemente y sin razón aparente. Él nada tuvo contra Stroessner, a quien le mal informaban que el general conspiraba en su contra para ocupar el cargo de Presidente de la República. Él nunca tuvo esas intenciones”, sostiene Isabel.
Museo en su memoria
Evocado siempre por su gran participación en la Guerra de Chaco y su atención a las penurias de los excombatientes, desde hace algunos años Isabel procura fundar un museo en su memoria. No obstante, el escaso apoyo que recibe para llevar adelante este proyecto le impide avanzar. “Él falleció hace 12 años, pero todavía hoy es recordado como un gran ejemplo de lucha. Mi intención es crear un museo en su memoria en la casa que ocupó durante 92 años en Arroyos y Esteros; pero varios son los contratiempos que lo impiden”, lamenta.
Entre las adversidades para lograr su aspiración, Isabel destaca la falta de apoyo del Gobierno, pues el escaso monto que recibe de pensión como viuda de excombatiente no alcanza para lograr semejante propósito. A esto se suma que en Arroyos y Esteros, los vecinos han cerrado el paso del camino que utilizaba para llegar a la propiedad, y ahora su única entrada es cruzando un arroyo. “En esa casa vivió un gran veterano, y su gran sueño siempre fue que ese sitio sea una granja escuela y un museo que se pueda visitar para rememorar y nunca olvidar la historia paraguaya”, asegura.
Héroes olvidados
“¿Por qué los políticos que poco o nada hacen por el país tienen un sueldo tan gordo, mientras que los soldados que defendieron heroicamente nuestras tierras viven olvidados?”, es la pregunta que se hace Isabel. Y replica: “Este país tiene una deuda muy grande con los excombatientes, que supieron sobrellevar penurias durante esos años de guerra y todavía hoy sufren privaciones. Gracias a ellos somos paraguayos”, enfatiza.
En este sentido, Isabel resalta el desacertado dictamen establecido hace algunos años por el Gobierno que cambia de día, fechas tan importantes y significativas como el 12 de junio. “Conviví con él todos sus recuerdos, y en su memoria y de todos esos compatriotas paraguayos que entregaron su vida en defensa del país, pido que de ahora en más el feriado del 12 de junio se celebre como corresponde. Los excombatientes tienen tan poco, y que también le quiten esa fecha tan significativa para ellos es muy injusto”, lamenta.
El general Felipe Neri Velilla vivió los últimos tres años de su vida en cama y, aunque no sufría de enfermedad alguna, cuenta Isabel que estaba cansado, consumido por el olvido y las miserias en que desde hace años sobreviven los veteranos de la Guerra del Chaco, heroicos soldados que protegieron con sus vidas el territorio paraguayo y la raza guaraní. El general Velilla tenía un sueño y anhelos mejores, no para él, sino para todos los héroes, de los cuales quedan poquitos.
Los últimos sobrevivientes
Estos son los 58 héroes sobrevivientes de la Guerra del Chaco, según la lista del Ministerio de Hacienda. Todos nacieron entre 1913 y 1920; por tanto, ya superan el siglo de vida.
Don Canuto González tiene 104 años y es oriundo de San José de los Arroyos. Ahora vive en Luque con sus hijas. Cuando estalló el conflicto bélico tenía apenas 15 años y fue obligado a enrolarse a cambio de la libertad de su padre, quien estaba preso.
Fueron llevados al lugar que llamaban “Estadio” (hoy Defensores del Chaco) y de allí enfilaron hacia un barco rumbo al Chaco. Un sacerdote, en el momento de embarcar, entregó a cada recluta una medalla de reconocimiento por la valentía de asumir la defensa de la Patria, refiere Gladys Villalba Jara, corresponsal de ABC en Luque.
Don Canuto abordó el Cañonero Humaitá con destino a Puerto Casado. “Ahí nos dieron el uniforme verde olivo, un sombrero y una manta doblada, que la colgamos en la espalda. También recibimos una bolsa que contenía un plato, una cuchara y un jarro, todos de lata. Nos entregaron como arma un machetillo y un cinturón con 300 balas y el arma de fuego. No sabíamos usar nada, pero así fuimos”, relata el héroe.
Don Máximo Fernández es la última reliquia viviente de su ciudad que volvió del Chaco, declarado “Hijo Dilecto de Nueva Italia” y uno de los seis sobrevivientes en el Dpto. Central junto con don Lorenzo Troche de Ñemby, Leongino Enciso (Ypané), Isidro Cubas (San Lorenzo), Remigio Chena (Itá) y Agapito Gutiérrez (Capiatá), según el corresponsal de ABC Color Higinio Ruiz Díaz. Todos coinciden en que uno de los grandes enemigos fue la sed.
En el departamento de Paraguarí quedan apenas cinco excombatientes distribuidos en distintas ciudades, reporta Emilce Ramírez, corresponsal de ABC Color. Escolástico Báez, “Don Colá”, como es conocido en Carapeguá, con orgullo cuenta que a los 17 años salió a defender a su patria con honor y luchó durante tres años, pasó hambre, frío y tristeza.
Enrique Caballero, otro de los héroes vive en Acahay. Fue tomado como rehén y su liberación formó parte de intercambio de soldados bolivianos que también habían caído en nuestro país. Cuenta que en una de las batallas fue herido en la columna y cayó en medio del matorral. Los adversarios pasaron cerca de él y alertados por la cantidad de moscas que posaban sobre su cuerpo se percataron de que aún estaba con vida. Fue tomado rehén y llevado a un hospital en la ciudad de Cochabamba. En dicho lugar se recuperó, pero no le sacaron la bala porque podía quedarse sin caminar. Al recibir su alta, a los 22 días de internación, fue obligado a ir a una cantera a romper piedra pico en mano. Luego de dos años, a través del canje de prisioneros, entre los 10 elegidos tuvo la oportunidad de volver al Paraguay.
En San Patricio, Misiones, vive don Antolín Sánchez, refiere el corresponsal Miguel Ángel Rodríguez. Tiene 104 años y vive feliz cuidado por sus 15 hijos (tuvo 18, pero tres fallecieron), 60 nietos, 80 bisnietos y 5 tataranietos. Perteneció al Regimiento de Infantería Nº 14 Cerro Corá y estuvo presente en las batallas de Picuiba, YrendagÜe, 25 de Noviembre y Río Parapití. Hoy, todos los elementos que fue juntando los tiene como un museo en su vivienda.
En la lista publicada en la página de enfrente puede encontrar al excombatiente de su comunidad para rendirle un homenaje por lo menos virtual con ayuda de sus familiares, pues se tratan de nuestros últimos héroes del siglo XX.
Fotos: ABC Color/Virgilio Vera.