Villarrica y las peculiaridades del guaireño

Villarrica del Espíritu Santo, la ciudad culta, celebró sus 450 años de fundación y su fiesta patronal en plena pandemia, en forma diferente, como todo lo peculiar en la “República del Guairá”. Historias y leyendas se tejen sobre este poblado orgulloso de su tierra y su gente.

Villarrica y las peculiaridades del guaireño
Villarrica y las peculiaridades del guaireñoCarlos Ávalos

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“Todo guaireño tiene el honor de ser paraguayo, pero no todos los paraguayos tienen el orgullo de ser guaireño” es el sentimiento que refleja el fanatismo del gua’i, rescata Pedro Juan Paredez Argüello en su libro Apuntes sobre el guaireño.

Aparte de la afición a su emblema deportivo, celeste y blanco, se destaca por la pasión hacia el arte y la cultura. De hecho, Villarrica, la culta, es cuna de grandes hombres que con su aporte intelectual enriquecieron al país: Natalicio Talavera, Ramón I. Cardozo, Manuel Ortiz Guerrero, Helio Vera, Ramiro Domínguez, Alfredo Seiferheld, Clotilde Bordón, Miguelina Cadogan y una larga lista más de mujeres y hombres que quedaron en los anales de la historia.

La andariega capital del Guairá registró siete mudanzas a lo largo de su historia. Precisamente en esa condición nómada se tiene la explicación de que el gua’i todo lo hace al revés, de forma diferente al resto del país. En esa época de reiterados desplazamientos se cuenta que los habitantes colocaban los carteles que guiaban hacia la ciudad, pero apuntando hacia el lado opuesto, para que los bandeirantes retrocedieran y les dieran tiempo a los moradores de la villa para escapar ante las invasiones y el acecho portugués.

Paredez Argüello también tiene una explicación a la peculiar forma de hablar del guaireño como si estuviera cantando. “Dicen que todos los guaireños son artistas, porque hablan cantando, un acento en el hablar diferente que les caracteriza e identifica”. Se cuenta que a principios de 1900, varios extranjeros emigraron a Villarrica: italianos, sirios, libaneses, españoles, ingleses, alemanes, etc., que trajeron un desarrollo diferente a la ciudad, dando mano de obra a muchos trabajadores que de tanto escucharles hablar en sus idiomas adoptaron el acento y lo trasladaron a su forma de hablar en guaraní.

El guaireño realmente es al revés, es un buen amigo y un buen anfitrión, capaz de darle su cama al huésped y dormirse en el suelo, prestar su poncho y sentir frío. Es tan bonachón que se jacta de que por algo el primer papa en pisar el Paraguay, Juan Pablo II, eligió Villarrica para su encuentro con los campesinos y la primera beata paraguaya, Chiquitunga, es guaireña.

El pasado 14 de mayo, la capital guaireña festejó 450 años de vida fundacional y lo hizo de manera diferente, como le caracteriza, aunque esta vez obligada por la circunstancia. En lugar de desfiles y fiestas hubo ollas populares y conciertos artísticos virtuales. Paradójicamente, la ciudad celebró al revés, adecuándose a las normas sanitarias. Un contrasentido, que solo entiende un gua’i.

Un sencillo acto protocolar recordó las siete mudanzas y la ciudadanía villarriqueña disfrutó en sus casas de la ópera en guaraní Ñomongeta, de Diego Sánchez Haase, con el libreto de Modesto Escobar y Pedro Paredez Argüello, a través de las redes sociales.

A las ollas populares se sumó la palada inicial del emblemático teatro municipal, cuyo proyecto lleva nueve años esperando.

Antecedentes históricos

Villarrica fue fundada en el año 1570 por el intrépido capitán español Ruy Díaz de Melgarejo, quien, primeramente, asentó la población en la zona de Kuarahyverá, Estado de Guayra, Brasil, ubicada a unas 60 leguas (289,6 kilómetros) al este del río Paraná, en la creencia de la existencia de oro en el lugar. Debido a las invasiones de los bandeirantes de São Paulo, Brasil, y otros inconvenientes, la ciudad se mudó en siete ocasiones a lo largo de 90 años, razón que le dio renombre como “Ciudad Andariega”.

Su peregrinar comienza en 1592 hasta que finalmente por Cédula Real del 14 de marzo de 1701 se aprueba la instalación definitiva de la Villarrica del Espíritu Santo en el sitio donde se encuentra actualmente, luego de que un grupo de villarriqueños, partidarios del Ybytyruzú, acudió ante el rey de España para insistir con el pedido. La ciudad está ubicada a pocos kilómetros de las imponentes serranías del Ybytyruzú y a 172 kilómetros de Asunción. En el transcurrir de los años se ha convertido en uno de los cascos urbanos más importantes de la región con una población de más de 70.000 habitantes.

El principal ingreso económico de este distrito se basa en las diversas industrias que se instalaron en el lugar, principalmente las fábricas de azúcar, además de yerbateras, hilanderías, desmotadoras y productoras de lienzo, como también apuestan a rubros alternativos, como la producción agrícola ganadera y la agricultura familiar para autoconsumo. Con el pasar de los tiempos, Villarrica se convirtió en un centro comercial en potencia a nivel departamental con decenas de pequeños, medianos y grandes comercios que están apostados desde el acceso principal hasta la salida de la urbanización.

Las siete mudanzas

Las invasiones paulistas bandeirantes obligaron a la población a trasladarse por primera vez tras la fundación a 20 leguas al oeste. En 1592, Ruy Díaz de Guzmán la ubica a 100 kilómetros al este. En 1599, la trasladó muy cerca del Mboteitei, tributario del río Paraguay, a 100 leguas de Asunción. En 1632, una nueva invasión de los mamelucos desató cuatro años de peregrinación para acampar en las cercanías del Mbaracayú. Dos años más tarde, el gobernador Valderrama la ubica en los campos de Yaru y, unos años después, en 1642, la población sufrió nuevo éxodo hacia Curuguaty. En 1662 evacuó nuevamente las tierras del Mbaracayú para ubicarse en las proximidades del río Curuguaty. En 1674 salía de San Pablo una expedición de cazadores de indios conducidos por Francisco Pedrozo, que asaltó todas las tierras situadas entre Guarambaré, Atyrá y pueblos vecinos de Villarrica, cuyos pobladores se habían dispersado buscando refugio. En 1678 se afirmaron en las cercanías del río TobatĨry, lugar llamado “Espinillo”, no apto para la agricultura y con escasez de agua.

Varios vecinos fueron comisionados en 1679 para reconocer las condiciones del suelo más allá del Tebicuary, donde hallaron fértiles tierras en las inmediaciones del Ybytyruzú. Pidieron al teniente gobernador y justicia mayor autorización para trasladar a la población al lugar. El 25 de mayo de 1682 se concedió licencia para establecerse en el Ybytyruzú ratificada por Cédula Real, despachada a buen retiro el 14 de marzo de 1701 y aprobando el emplazamiento definitivo de Villarrica.

[el dato]

Villarrica tiene 70.000 habitantes y se ubica a 172 kilómetros de Asunción y a 45 de Coronel Oviedo, sobre la ruta PY08 doctor Blas Garay.

carlos.avalos@abc.com.py

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