Puerto Pacheco, un destino equivocado

La fundación del Puerto Pacheco, sobre el río Paraguay, como una iniciativa privada comercial en 1885, se desvió de su buen propósito inicial y sembró la semilla de la discordia entre dos países amigos, Paraguay y Bolivia, hasta entonces casi hermanos.

Puerto Pacheco, un destino equivocado
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La primera vez que escuché del malogrado Puerto Pacheco fue hace seis años, cuando a comienzos de 2014 me dispuse a escribir las primeras notas sobre la historia de los checomacocos y la existencia de una numerosa comunidad de descendientes indígenas, más de 200, del explorador checo Alberto Vojtech Fric en el Alto Paraguay, en Puerto Esperanza, aguas abajo de Bahía Negra.

Tras haber estado varias veces en el Paraguay, Fric escribió en los primeros años del siglo XX (1903-1912) el libro De Pacheco a Pacheco a través de Europa Central, reeditado en Praga en el 2000, 2011 y 2018 por sus descendientes. El texto, en idioma checo, narra las andanzas del guerrero chamacoco Cerwuis en la actual República Checa, hasta donde acompañó a Fric en 1908, regresando en 1909. Justamente, Cerwuis se había embarcado rumbo a Europa con Fric en un poblado ribereño que entonces era más conocido como Puerto Pacheco, aunque para el Paraguay era Bahía Negra.

También es verdad que aquel alejado enclave paraguayo tenía mucho que ver con la tribu de Cerwuis, pues antes de que todo cambiara a raíz de la llegada de gente extraña, era conocido simplemente como la “Barranca de los chamacocos”.

Valga todo esto solo para hacer un acercamiento al tema, pues Puerto Pacheco tiene su propia historia con respecto al osado emprendimiento que le dio origen y poco o nada tiene que ver con las aventuras y desventuras de los pueblos aborígenes del lugar. Así por lo menos se desprende de una Separata de historia paraguaya lanzada en 1989 como parte del Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia, bajo el título de Puerto Pacheco: Empresa Nacional de Bolivia - Instalada en territorio paraguayo en 1885, obra del historiador nacional Carlos Alberto Pusineri Scala.

Negociaciones limítrofes previas

Antecedentes que figuran en diversos textos de historiadores paraguayos indican que el 12 de noviembre de 1878, el laudo del presidente norteamericano Rutherford B. Hayes adjudicó al Paraguay el territorio chaqueño entre el río Pilcomayo y el riacho Verde, pretendido y ocupado entonces por la Argentina.

Los argentinos arriaron su bandera y se retiraron el 14 de mayo de 1879. Un día antes, el Gobierno paraguayo firmó un decreto de ocupación de esas tierras. También el 13 de mayo, el Congreso sancionó con fuerza de ley que “el territorio nacional del Chaco, comprendido entre el río Pilcomayo y Bahía Negra, se denominará Departamento Occidental”. Aparece así en el documento el nombre de Bahía Negra, hasta donde nuestro país, por lo menos por aquella ley, pretendía extender sus dominios “occidentales”.

Conocido ya el laudo Hayes, con los argentinos fuera del territorio disputado y con el Chaco en partes ya delimitado por el Paraguay (hasta Bahía Negra siguiendo el curso del río), le tocó el turno a Bolivia buscar un acuerdo de límites con nuestro país. Justamente en 1879, siempre según los textos consultados, llegó a Asunción el ministro boliviano Antonio Quijarro y se firmó ese año un primer tratado (Decoud-Quijarro) que unos años después fue rechazado por los parlamentos de ambos países. Este tratado establecía que el Chaco del Paraguay solo iba a llegar hasta la altura de la desembocadura del río Apa y, por supuesto, quedarían fuera, por lejos, Fuerte Olimpo y Bahía Negra.

Después vinieron otros tratados igualmente rechazados: Aceval-Tamayo (1887), Benítez-Ichazo (1894) y Pinilla-Soler (1907), y se llegó lamentablemente a la guerra (1932-1935). En los dos primeros acuerdos, la parte del Paraguay no llegaba a 124.000 km2 de suelo chaqueño. En el Tratado de Paz de 1938, el Paraguay obtuvo 246.925 km2 en el Chaco y Bolivia, 51.118 km2.

Ambicioso proyecto empresarial

El 16 de julio de 1885, el empresario boliviano Miguel Suárez Arana fundó Puerto Pacheco en la zona de la “Barranca de los chamacocos”, adonde arribó al frente de una expedición fluvial, tras pasar por la Capital y hacer gestiones ante el Gobierno paraguayo.

Al puerto de Asunción llegó el 1 de julio de 1885 en el buque Bolivia, el primero de su expedición, según los detalles que Pusineri Scala da en su publicación. Suárez Arana andaba algo apurado cuando estuvo por la Capital, alegando que llevaba en su buque “107 mulas, 46 caballos y 977 bultos”.

Eran tiempos del gobierno de Bernardino Caballero, que el 4 de julio de 1885, el mismo día que solicitó el visitante, le concedió la autorización paraguaya para continuar viaje y “para el estudio del trayecto más conveniente para un camino carretero, que partiendo de los márgenes del río Paraguay atraviese el territorio de la República hasta Bolivia, no pudiendo establecer ningún puerto o aduana sin la autorización del Congreso”.

El empresario boliviano había convencido al Gobierno de su país, con peticiones repetidas en al menos tres ocasiones (1874, 1878 y 1884), para fundar un puerto sobre el río Paraguay y de ahí construir, primero una carretera hasta Santa Cruz de la Sierra, y luego establecer una línea de ferrocarril entre los mismos destinos y hasta Sucre.

Comienza el lío y el fracaso

Resalta Pusineri Scala que era justo recordar que “Bolivia fue el primer país en reconocer nuestra independencia y que durante la Guerra Grande ofreció tropas para defender a nuestra patria”. Quizás por eso no hubo desconfianza, sino apoyo para un emprendimiento como el de Puerto Pacheco. Sin embargo, aquel mismo año que se fundó este puerto, Bolivia llamó a Sucre al ministro Quijarro y el 17 de octubre de 1885 algunos periódicos informaron que el presidente boliviano Gregorio Pacheco anunció “que se hallaba suspendida la legación en el Paraguay por motivos de interés nacional”.

La prensa de Asunción citada por el autor da a entender que algo tenía que ver el hecho de que “una Casa de Londres ofreció a Bolivia la construcción de un ferrocarril partiendo de Fuerte Olimpo, y porque nada consultó con Paraguay”.

Hubo otras rencillas, y no solo entre gobiernos, sino también entre Suárez Arana y autoridades bolivianas, porque surgió un proyecto en Sucre para nacionalizar la ya denominada “Empresa Nacional de Bolivia”, lo que ocurrió en contra de la idea del empresario, quien finalmente debió retirarse, quedando la “empresa” a cargo de la legación de Bolivia en Asunción desde 1886.

Bandera, reclamos y asesinatos

Las cosas empeoraron. En diciembre de 1887, el Gobierno paraguayo se enteró de que “en Bahía Negra, en la casa de la administración, tenían un escudo boliviano y que izaban su bandera”, por lo que comisionó a militares para averiguar.

Interrogado por escrito Ricardo Urdininea, quien se identificó como administrador interino, dijo que él no recibía órdenes directas del Gobierno boliviano y que aunque algunas veces izaban la bandera, lo hacían en días festivos y junto a las banderas paraguaya, argentina e italiana, y que el escudo fue pintado por uno de los empleados en un momento de ocio en una puerta. Las explicaciones fueron aceptadas.

Para ese entonces, la economía de Puerto Pacheco tambaleaba. En 1888 quedaban apenas unos 25 obreros de diversas nacionalidades que exigían el pago de haberes atrasados, a quienes se sumaron algunos comercios de Asunción con los que Suárez Arana contrajo deudas.

En julio de 1888, el Gobierno paraguayo envió a un juez a Bahía Negra para investigar una serie de asesinatos relacionados a Puerto Pacheco. Y en octubre de aquel año, fue el vapor Jejuí con uniformados para arrestar a los señalados como culpables, un brasileño y un argentino, pero estos ya no estaban. Tras desentendidos e incidentes con el capataz de la “empresa boliviana”, este terminó arrestado por orden del sargento mayor Ángel Giménez, comandante entonces de Fuerte Olimpo y comisionado a dicha misión.

Claudio Pinilla, ministro boliviano en Asunción, protestó por ese arresto, cuenta Pusineri Scala, pero el Gobierno paraguayo le respondió que era una cuestión judicial. El 15 de octubre de 1888, Pinilla volvió a reclamar y amenazó “con romper relaciones”. Al día siguiente, la Cancillería paraguaya “le devolvió su pasaporte” y el representante boliviano se retiró del país.

Del emprendimiento iniciado por Suárez Arana no quedaba nada, apenas el nombre, Puerto Pacheco, en un lejano paraje a orillas del río Paraguay. Lastimosamente, en su última fase dejó espacio para el encono entre paraguayos y bolivianos, que pocos años antes eran amigos, casi hermanos de causas comunes.

EL DATO

El 16 de julio de 1885, el empresario boliviano Miguel Suárez Arana fundó Puerto Pacheco en la zona de la “Barranca de los chamacocos”.

jobenitez@abc.com.py

Fotos: Gentileza

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